Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La complejidad de las relaciones internacionales en una región tan vasta y diversa como América Latina y el Caribe, tensionada por los acontecimientos de un mundo cambiante, no cabe en los caracteres de un tuit ni se puede reducir a detalles anecdóticos. Veamos algunos ejemplos de los últimos días.
Que los gobiernos de Argentina y Brasil hayan incluido en su agenda la perspectiva de una moneda común regional puede verse como un gesto alocado, pero en realidad parece apuntar sobre todo a resolver, en el corto plazo y mediante una unidad monetaria destinada exclusivamente al comercio entre ambos países, una necesidad muy real, vinculada con las dificultades para disponer de dólares que le complican mucho la vida al presidente Alberto Fernández, a su ministro de Economía, Sergio Massa, y a quienes le venden a Argentina.
Esta dificultad llevó a la Cámara de Industrias del Uruguay, que poco tiene de alocada, a plantear, en reuniones con autoridades del Banco Central y de los ministerios de Economía y de Relaciones Exteriores, que en el comercio bilateral con Argentina se aumente y profundice el uso del Sistema de Pagos en Moneda Local. Lo que está haciendo Lula es un intento de solucionar a la vez problemas de exportadores brasileños y del gobierno de Fernández, y seguramente tanto en Brasil como en Argentina hay plena conciencia de que la región está lejísimo de los requisitos mínimos para pensar en una moneda común y única como el euro de la Unión Europea.
Por otra parte, la agenda de la reunión entre Lula y Fernández incluyó varios otros temas mucho menos difundidos pero relevantes. La idea de que los grandes dos países avancen juntos en una política de reindustrialización, inversiones en innovación y mayor interconexión energética marca la posibilidad de cambios significativos, con un proyecto de integración que vaya más allá de lo comercial.
Que Lula haya hecho espacio en su agenda para visitar Uruguay, entre su primera cumbre regional y próximos viajes a Estados Unidos y China, no parece deberse sólo a su afinidad histórica con el Frente Amplio, y por cierto no obedece a que el comercio con nuestro país tenga una importancia central para Brasil.
El presidente brasileño asume un papel de liderazgo regional y afronta en su país la necesidad de consolidar alianzas muy amplias. Cabe suponer que, en ese contexto, tiene interés en demostrar que no sólo es capaz de vincularse con los gobiernos progresistas e izquierdistas de la región, sino que también puede entenderse con el presidente Luis Lacalle Pou.
La actitud más inteligente del lado uruguayo sería percibir este interés y hacerlo rendir de modo beneficioso en la relación bilateral. Lacalle Pou insiste en que las relaciones internacionales no deben guiarse por la afinidad ideológica, y tampoco debería manejarlas a partir de la diferencia ideológica, con gestos para su tribuna.
Lo que está en juego es muchísimo más importante que el comentario desubicado de Massa sobre Uruguay como “hermano menor” de Argentina y Brasil. Centrar nuestra atención en una frase infeliz merece el famoso comentario de Lionel Messi: “¿Qué mirás, bobo?”.
Hasta mañana.