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Ilustración: Ramiro Alonso

La crisis del agua exige más y mejor política

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Leído por Andrés Alba.
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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La reserva de Paso Severino sigue en descenso y la crisis de suministro de agua potable es cada vez más grave. Sus consecuencias se acumulan, desde el terreno de los riesgos sanitarios hasta el de los daños a todo tipo de artefactos domésticos e industriales, pasando por la carga aumentada y despareja de la compra de agua embotellada.

Sin embargo, da la impresión de que todavía no se ha generalizado la conciencia de la magnitud de los problemas actuales y venideros. Uno de los síntomas de esta dificultad adicional es la proliferación de declaraciones insólitas por parte de dirigentes oficialistas, y entre ellas se destacaron las realizadas hace un par de días por Laura Raffo, precandidata a la presidencia por el Partido Nacional, quien dijo que hay que estar “a la altura de las circunstancias y no entrar a politizar” los “temas de interés nacional”.

La intención de Raffo fue, al parecer, plantear que la oposición debería omitir críticas o señalamientos de responsabilidad al Poder Ejecutivo, y resulta tentador rememorar de qué manera encaró ella el año pasado, cuando estaba al frente de la oposición nacionalista al gobierno departamental de Montevideo, la cuestión del préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo para tareas de saneamiento y limpieza. Pero poco aportaría esto a lo que hoy urge, y es más relevante reflexionar sobre cuestiones de fondo.

Son justamente los temas de interés nacional los que deben ser encarados y discutidos con criterios políticos, sobre todo cuando exigen decisiones urgentes para asegurar derechos básicos, y aún más cuando esos derechos se ven amenazados en forma desigual, con peligros de mayor gravedad para los sectores más vulnerables de la población.

Al igual que durante la emergencia sanitaria por la covid-19, las decisiones que hay que adoptar no son puramente “técnicas”. Implican definir, por ejemplo, cuál será el monto de la asignación de recursos para afrontar los problemas y de dónde provendrán estos recursos; qué sectores sociales tendrán prioridad y si a otros se les pedirá un aporte extra; y también si estas y otras definiciones serán procesadas exclusivamente por Presidencia o se procurará sumar y sintetizar aportes académicos, políticos y sociales que enriquezcan el conocimiento de la realidad y fortalezcan el compromiso colectivo con las orientaciones asumidas.

Por eso fue muy pertinente y oportuno que el presidente Luis Lacalle Pou haya recibido ayer a una delegación del Frente Amplio que le transmitió sus criterios y propuestas para hacerle frente a la crisis, y mejor aún sería que este tipo de intercambios se ampliara e institucionalizara. También habría sido bueno que Lacalle Pou hubiera estado acompañado por jerarcas y técnicos especializados, para sacar el máximo provecho del encuentro, pero a esta altura de su gobierno quedan pocas esperanzas de que un olmo dé peras.

En todo caso, es bastante obvio que la situación puede empeorar bastante más en las próximas semanas y, si realmente hay voluntad de estar “a la altura de las circunstancias”, no hay tiempo que perder en la búsqueda colectiva de soluciones.

Hasta mañana.

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