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Ilustración: Ramiro Alonso

Denuncia grave e intromisión inaceptable

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Leído por Andrés Alba.
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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El sacerdote católico Omar França puso en circulación anteayer un mensaje de audio muy reproducido, en el que afirmó que varias personas en situación de calle, que asisten a un servicio de duchas en la parroquia malvinense de Santa Bernardita, habían sido apaleadas por integrantes de una “brigada” que ataca a quienes considera usuarios de pasta base. França anunció que trasladaría la denuncia a la Seccional policial 11ª, y así lo hizo.

Andrés Capretti, asesor del ministro Luis Alberto Heber en el Ministerio del Interior (MI), visitó esa misma noche a França en su parroquia y se puso de acuerdo con él para tomar contacto esta semana, acompañado por un funcionario de la Seccional 11ª, con las personas cuyo apaleo denunció el sacerdote y con otras en situación de calle, a fin de averiguar cuanto pueda, según informó França.

El párroco dijo también que “Capretti desea reunir a los agentes y fuerzas sociales, municipales y ministeriales que actúan en esta zona, para recabar la mayor cantidad de datos que permita identificar a los presuntos agresores”, y que “investigará los ingresos a los hospitales cercanos”, en los días de los ataques denunciados.

Capretti, dirigente medio en la lista 71 herrerista, ha sido un cercano colaborador de Heber desde bastante antes de que este asumiera como ministro del Interior, y se podría interpretar como una señal positiva que se haya interesado en las denuncias de França o haya sido enviado a hacerlo. El problema es que, aun si actuara con las mejores intenciones imaginables, Capretti no es policía ni fiscal, de modo que no le corresponde participar en la investigación de posibles delitos, una tarea para la cual, además, carece de formación profesional.

Sería incluso indebido que el propio Heber se inmiscuyera en el asunto. El ministro del Interior tiene mando y responsabilidad política en lo referido a la actuación policial, pero eso no lo habilita ni lo capacita para realizar las tareas más básicas que les corresponden a sus subordinados, mucho menos para las que requieren una especialización, y de ninguna forma para las que le corresponden a la Fiscalía, con personal policial de Investigaciones (no de la seccional del barrio) bajo sus órdenes.

Capretti ni siquiera es un jerarca del MI o alguien incluido en la cadena de mando policial, sino simplemente un asesor de Heber. Su publicitada injerencia en este caso está totalmente fuera de lo que le compete, y para peor complica y entorpece el trabajo de quienes sí tienen la responsabilidad de investigar.

Además, involucra y expone a las personas que, según França, sufrieron agresiones graves y no las denunciaron por temor a represalias. De postre, al sacerdote no se le ocurrió mejor idea que anunciar qué día, a qué hora y dónde se va a encontrar Capretti con esas personas.

La investigación está a cargo de la fiscal Graciela Peraza, y ella decidirá qué le pide a la Policía. Ojalá que esta vez haya resultados, a diferencia de lo que ocurrió con varias denuncias anteriores por ataques similares en Montevideo. Por el momento, lo prudente y legal es que Capretti deje de meterse donde no debe y de ufanarse de ello.

Hasta mañana.

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