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Ilustración: Ramiro Alonso

Un conjunto que no tiene nombre

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Leído por Natalia Rodríguez Olmos.
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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En los medios de comunicación ha sido difícil resolver cómo llamarle al conjunto de los partidos Nacional (PN), Colorado (PC), Independiente (PI), De la Gente (PG) y Cabildo Abierto (CA), que sumaron votos para ganar el balotaje de 2019 y luego asumieron, salvo el PG, posiciones en el Poder Ejecutivo.

En principio, el actual presidente, Luis Lacalle Pou, y otros dirigentes hablaron de “coalición multicolor”, pero este nombre no se oficializó nunca. Otras personas se refieren a la Coalición Republicana (CR), pero en rigor esta es, por ahora, un lema que competirá el año que viene en las elecciones departamentales de Montevideo, Canelones y Salto, ya sin el desvanecido PG, y no cuenta con una estructura orgánica relevante.

En los 60 días que faltan para que cese el mandato de Lacalle Pou, o quizá sólo en los 47 restantes para que asuma el próximo Parlamento, podemos decir todavía que el PN, el PC, CA y el PI integran la coalición de gobierno o el oficialismo, pero estas dos denominaciones caducarán pronto. Cómo habrá que llamar colectivamente a estos partidos dependerá de decisiones que aún no han tomado y que están en discusión. Es claro que estos partidos no serán oficialistas, pero queda por verse, para empezar, si actuarán unidos como oposición.

En Uruguay, como en muchos otros países, la actividad política opositora bien conducida se ubica en el marco de una estrategia de largo plazo, con miras a las siguientes elecciones. Al decidir en qué temas cooperar con el oficialismo frenteamplista, negociar cambios a sus iniciativas o intentar bloquearlas, una oposición unida debería ir construyendo un perfil premeditado para disputar el gobierno nacional en 2029. Pero ese perfil y esa estrategia no son necesariamente los mismos desde el punto de vista de Lacalle Pou, de Andrés Ojeda, de Guido Manini Ríos y de otros eventuales aspirantes a la presidencia dentro de cinco años, y ni siquiera hay un ámbito formal donde discutir al respecto.

El PN es, desde 2004 y con amplia ventaja, el mayor de los partidos en el oficialismo saliente. Desde esa posición, le interesa más que a los demás que todos actúen en forma unificada desde el inicio del próximo período de gobierno y que la CR sea su lema común en todo el país para las elecciones de 2029. En el PC la perspectiva es distinta: Ojeda se presenta como un ferviente “coalicionista”, partidario de que haya organismos de coordinación, y Pedro Bordaberry no muestra el mismo entusiasmo, pero a ninguno de los dos les interesa perder de antemano libertad de acción política en beneficio de un socio mucho mayor.

CA sufrió una fuerte caída en las elecciones de octubre, y en ese partido predomina la idea de que la mejor chance de recuperar terreno es no convertirse en una fracción menor dentro de una alianza dominada por nacionalistas y colorados. En cambio, Pablo Mieres parece definitivamente resignado a la idea de que el PI se convierta en eso, y no asoman posiciones discrepantes con la suya.

Es evidente que no habrá decisiones inmediatas, y esto le dará margen al gobierno frenteamplista para negociar en forma descentralizada, por lo menos, sus primeras iniciativas.

Hasta mañana.

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