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Laboratorio de Bioquímica en la Facultad de Ciencias de la Udelar (archivo, abrilde 2011).

Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS

Fondos anuales para investigación de la ANII premiaron pocos proyectos y dejaron sin financiar un alto porcentaje de propuestas calificadas como excelentes

5 minutos de lectura
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Se dieron a conocer los proyectos beneficiados por los fondos Clemente Estable y María Viñas, dedicados a la investigación básica y aplicada, respectivamente.

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Para la comunidad científica los meses de diciembre, además de las fiestas, acarrean un condimento especial. Muchos investigadores e investigadoras esperan con ansiedad los fallos de los fondos más importantes que la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) destinan a la ciencia básica (Fondo Clemente Estable) y la ciencia aplicada (Fondo María Viñas). Este año ambos fondos pertenecían a la Modalidad II, que está destinada a “investigadores iniciados en proceso de consolidación académica como investigador independiente”, es decir, a quienes están dando sus primeros pasos para convertirse en los que, cuando llegue una pandemia, dirijan toda su capacidad para hacer ciencia hacia la elaboración de kits diagnósticos, ensayos con fármacos, análisis de los genomas de los virus, coordinación de grupos asesores científicos honorarios o lo que sea que haga falta.

Este diciembre de 2020, un año conflictivo para los recursos destinados al sistema científico pese al valor que el país entero le adjudicó a la ciencia, terminó con una noticia triste. No sólo la cantidad de proyectos financiados en ambas modalidades es baja, sino que el porcentaje de proyectos premiados en relación con los considerados excelentes (Clemente Estable) y financiables (María Viñas) pone una nube en el firmamento de la ciencia de los años que vienen.

Investigación básica

El Directorio de la ANII firmó las resoluciones sobre ambos fondos el 22 de diciembre y los documentos se colocaron en línea poco tiempo después, con la transparencia que ha caracterizado a la agencia para estos tipos de documentos desde su creación, en 2005.

Según consta en el informe final del Fondo Clemente Estable, la recepción de proyectos estuvo abierta desde el 15 de abril hasta el 11 de junio de 2020 y se recibieron 205, de los que 202 pasaron a ser evaluados. De los 202 proyectos presentados, 157 (77,7%) correspondieron a investigadores de la Universidad de la República (Udelar), 28 (13,9%) al Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), ocho (4%) al Institut Pasteur de Montevideo, mientras que con dos proyectos presentados (1%) figuran instituciones como el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, la Universidad Católica y el Consejo de Formación en Educación.

La Resolución 4221/020, firmada por el presidente de la ANII, Flavio Caiafa, y el vicepresidente, Álvaro Pardo, resuelve “aprobar los 23 proyectos sugeridos por el comité de evaluación y seguimiento lo cual asciende a un monto total de pesos uruguayos 22.438.705”. Los fondos de la Modalidad II se abren, salvo excepciones, cada dos años. Tanto en cantidad de proyectos como en el monto asignado, estas son las cifras más bajas en los últimos cinco años de convocatoria. Pero hay datos más preocupantes aún.

De los 202 proyectos evaluados, 95 fueron considerados por los comités evaluadores locales e internacionales proyectos “con excelencia académica”, es decir, 47,01% de los proyectos presentados tenían calidad científica y relevancia para ser merecedores de financiación. De esos 95 proyectos excelentes, que además ayudarían a consolidar la carrera de investigadores jóvenes, sólo 23 recibieron un apoyo económico que ronda el millón de pesos. Dicho de otra manera: de todos los proyectos excelentes de ciencia básica presentados, el país financiará un magro 21,21%, cuando en 2018 lograron financiarse la mitad de los 60 proyectos considerados excelentes. Otro dato que enciende la luz de alerta: desde el llamado anterior al presente, el porcentaje de proyectos considerados excelentes aumentó, lo que implica que los jóvenes investigadores están cumpliendo con su parte de la tarea.

De los 23 proyectos financiados, al menos la brecha de género no es un problema: 13 (57%) tienen como responsable a una investigadora y diez (43%) a un investigador. En cuanto a las instituciones, 78% de los proyectos corresponden a la Udelar –Facultad de Ciencias (4), Facultad de Química (3), Facultad de Medicina (2), Facultad de Agronomía (2), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (1), Centro Universitario Regional Este (1), Facultad de Ciencias Sociales (1), Facultad de Psicología (1), Centro Universitario de Paysandú (1), Facultad de Veterinaria (1)–, 17% correspondieron al IIBCE y 5% al Institut Pasteur de Montevideo.

Investigación aplicada

El Fondo María Viñas, también este año en su Modalidad II, es decir para jóvenes “en proceso de consolidación académica como investigador independiente”, está dirigido “al financiamiento de proyectos de investigación aplicada en todas las áreas del conocimiento”, entendiendo por aplicada a la investigación que “se emprende para determinar los posibles usos de los resultados de la investigación básica, o para determinar nuevos métodos o formas de alcanzar objetivos específicos predeterminados”. Por ello, “se espera que los proyectos tengan como resultado trabajos originales que contribuyan a la solución concreta de un problema relevante, explicitándose la aplicabilidad y transferencia de los resultados esperados”. Con todo lo que se dijo de la ciencia este año, parecía que alguien decidiría hacer un esfuerzo extra en este rubro (aun cuando es falso pensar que invertir en ciencia aplicada es más rentable que hacerlo en ciencia básica, son detalles que no siempre captan los tomadores de decisiones).

En este caso el llamado estuvo abierto entre el 15 de abril y el 9 de junio de 2020, y se presentaron 165 proyectos de los cuales 158 reunieron las condiciones para pasar a ser evaluados. De esos 158, 130 fueron considerados financiables por el comité evaluador, por lo que 82,27% de las investigaciones propuestas al Fondo María Viñas tenían la calidad científica y la relevancia suficientes para ser merecedoras de financiación.

La Resolución 4221/020, firmada también por Caiafa y Pardo, dispone “aprobar los 23 proyectos sugeridos por el Comité de Evaluación y Seguimiento lo cual asciende a un monto total de pesos uruguayos 22.670.554”. Una vez más, en lo que respecta a la cantidad de proyectos financiados, los números vuelven a ser los más bajos en los últimos cinco años de convocatoria.

También vuelve a ser preocupante el hecho de que de 130 propuestas de jóvenes investigadores consideradas financiables, apenas 23 (17,69%) reciban financiamiento. En la edición anterior de este fondo y esta misma modalidad, 37,07% de las propuestas consideradas de calidad fueron financiadas. En cuanto a los montos totales, la cantidad permanece más o menos estable, pero esto, lejos de constituir algo positivo, evidencia que los fondos dedicados a la investigación permanecen congelados y no se actualizan ni por inflación ni otros índices correctivos. En otras palabras: los proyectos ganadores cada vez perciben menos dinero si se actualizan los valores.

Una vez más, la inequidad de género no es problema para la asignación de fondos: de los 23 proyectos financiados, 15 (65%) tenían como responsable a una investigadora y ocho (35%) a un investigador. Una vez más, de los 23 proyectos beneficiados la mayor parte corresponde a la Udelar (74%). Esos proyectos ganadores se reparten entre las facultades de Ciencias (3), de Química (3), de Medicina (3), de Ingeniería (2), de Veterinaria (2), de Agronomía (1), de Derecho (1) y de Ciencias Económicas y de Administración (1), y el Centro Universitario Regional Litoral Norte (1).

Un futuro preocupante

Más allá de que los montos, la cantidad de proyectos beneficiados y la cantidad de proyectos excelentes no financiados de esta edición 2020 de los fondos María Viñas y Clemente Estable son más bajos que los de años anteriores, las cifras también dan cuenta de un proceso de falta de inversión en ciencia. En el mejor de los casos, algunos fondos, como muchas instituciones, mantienen sus presupuestos en pesos inalterados desde hace varios años.

Más allá de matices e intenciones, la ANII también está sujeta a congelamientos presupuestales. En un panorama de recortes, en el presupuesto votado este año la agencia apenas logró mantener el presupuesto de 2019 sin adecuaciones por inflación ni de ninguna índole. Culpar a la ANII por esta poca cantidad de proyectos financiados o por la cantidad de proyectos excelentes que quedan por el camino sería mirar el dedo y no hacia donde señala. O quedarse con el mensajero y no con el mensaje.

2020 llegó a su fin y fue el año de la ciencia. Ojalá no pase como en la astronomía, donde las estrellas y cuerpos que nos maravillan en realidad dejan ver hoy la luz que emitieron o reflejaron hace mucho tiempo atrás. Con una ciencia con tan poca inversión, con recortes, congelamientos y falta de fondos, es probable que la oscuridad de la noche quede clara recién cuando ya sea demasiado tarde.

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