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Ejemplar de Plesiopelma arevaloae en la Facultad de Ciencias

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Registran en Lavalleja una especie de tarántula desconocida para la ciencia; su nombre homenajea a una pionera uruguaya

8 minutos de lectura
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Investigadores de la Facultad de Ciencias describieron una nueva especie de tarántula que habita en las sierras del este y la llamaron Plesiopelma arevaloae, en honor a la serrana Julia Arévalo, primera mujer senadora de Latinoamérica.

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Leído por Mathías Buela.
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Arañas gigantes que se meten en las pantuflas justo antes de que un incauto ser humano ponga el pie en ellas, o que se cuelan al inodoro en el instante previo a que alguien se siente en él con el diario en mano. Arañas que llegan inadvertidas en cargamentos desde lugares exóticos, que adquieren tamaños descomunales por la radioactividad, que se vuelven agresivas por experimentos en laboratorios y que atacan a los habitantes inocentes de pequeños pueblos con una malicia que parece humana.

Todas estas arañas tienen dos cosas en común: son tarántulas y protagonizan famosas películas de terror con una amplia gama de argumentos, desde la ciencia ficción cincuentera de Tarántula y La Tierra contra la araña a la trama seudocientífica (y cómica) de Aracnofobia.

Hollywood no tiene la responsabilidad exclusiva del miedo injustificado que despiertan estas arañas en mucha gente, pero sin dudas hizo mucho por explotarlo y potenciarlo. Tanto, que es probable que varias personas cierren automáticamente estas páginas al ver la foto de la especie que ilustra la nota, con disgusto o enojo.

Tarántulas for export

Las tarántulas necesitan un buen abogado, porque la representación que se ha hecho de ellas en la cultura popular no podría ser más inexacta y engañosa. Su único crimen es ser grandes y peludas, características que explican que se las use con tanta frecuencia en el cine para impresionar a los espectadores. No son peligrosas, no son agresivas y ni siquiera suelen estar cómodas en entornos urbanos, por mucho que se las muestre invadiendo casas en las películas.

Para peor, el horror que despiertan en algunos es fascinación malsana en otros, una moneda de dos caras con efectos igual de nocivos. La moda de tener tarántulas como mascotas, especialmente en Europa, las expuso a la extracción masiva de la naturaleza y el tráfico animal en condiciones lamentables. En Uruguay han intentado exportarlas dentro de sobres del correo y bolsas ziploc, como pasó en 2007, cuando la Policía incautó 750 ejemplares de la especie Grammostola quirogai destinadas a Suiza. Ni el propio Horacio Quiroga, homenajeado en el nombre de la especie, se habría atrevido a imaginar algo tan macabro para sus cuentos.

El cine también ha colaborado en el tráfico de las tarántulas, y no sólo al darles carisma adicional mediante representaciones inexactas. Para filmar la película Reino de las arañas en 1977, por ejemplo, sus productores importaron más de 5.000 tarántulas vivas desde México, colectadas en la naturaleza y en su mayoría pertenecientes a una especie con problemas de conservación (Brachypelma smithi). Muchas murieron en la filmación y un montón quedaron libres fuera de su ambiente nativo.

Entender mejor a las tarántulas es especialmente importante para nosotros porque vivimos en tierras paradisíacas para ellas: más de la mitad de las especies registradas en el mundo habitan en este continente. No es casual que la película Aracnofobia comience con el descubrimiento de una nueva especie de tarántula en la selva sudamericana.

No hay que acudir al cine y tampoco a la selva tropical para experimentar la adrenalina de un hallazgo de este tipo. Algo similar acaba de pasar en Uruguay, con la diferencia de que en este caso la araña no acabó con los científicos que la colectaron ni decidió reproducirse masivamente en un pueblito remoto para luego conquistar el mundo.

De pelos

Pese a que muchas personas llaman tarántulas a cualquier araña grande y de aspecto robusto, y aunque originalmente esta denominación se usó para referirse a arañas lobo europeas, en realidad este nombre corresponde hoy a las arañas de una familia particular: las terafósidas, dentro del infraorden de arañas migalomorfas, cuya característica más notable en la mayoría de especies de nuestro continente (además de su buen tamaño) es la presencia de pelitos urticantes en el abdomen, que usan a modo de defensa.

Cuando una tarántula es perturbada, frota estos pelitos con las patas y los libera. En los seres humanos eso puede provocar irritación y enrojecimiento de la piel, una situación muy distinta de los efectos mortales e inmediatos mostrados en la película Aracnofobia cuando sus tarántulas muerden.

En Uruguay se había confirmado hasta ahora la presencia de 12 especies de tarántulas (o arañas pollito, como les decimos), incluyendo algunas de tamaño bastante impresionante como las del género Grammostola. Pueden llegar a medir 15 centímetros de envergadura contando las patas, un tamaño digno de las películas mencionadas pero que ni siquiera se acerca al de la tarántula más grande del mundo: la comedora de aves Theraphosa blondi, que habita en selvas tropicales y puede alcanzar los 30 centímetros de diámetro.

Fernando Pérez Miles, biólogo de la Facultad de Ciencias reconocido internacionalmente por sus 40 años dedicados al estudio de las tarántulas, tiene la convicción de que hay más especies de estas arañas por descubrir en Uruguay. Y no sólo escondidas debajo de piedras en las sierras. Cree que pueden encontrarse incluso en la propia colección de arañas de la Facultad de Ciencias, que cuenta con ejemplares recogidos en épocas y lugares muy diversos.

Por ejemplo, Fernando sospechaba que las tarántulas del género Plesiopelma podían guardar algunas sorpresas, porque casi todas las encontradas en Uruguay están clasificadas como Plesiopelma longisternale, una especie con una distribución geográfica muy amplia pese a que estas arañas no tienen mucha capacidad de dispersión. ¿Era posible que estuviéramos metiendo especies distintas en la misma bolsa?

Para averiguarlo, unió fuerzas con la hoy bióloga Victoria Arias, que buscaba tema para su tesis de grado y lo encontró en este proyecto, que los llevó desde la colección de la Facultad de Ciencias a las sierras minuanas y al laboratorio de genética.

El resultado de esta investigación es un artículo firmado por Victoria Arias y Fernando Pérez Miles, de la Sección Entomología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, Maite Hilario, del Laboratorio de Evolución de la misma institución, y Nelson Ferretti, de la Universidad Nacional del Sur de Buenos Aires. En él, una nueva especie de tarántula sale de su refugio serrano para presentarse al mundo.

Ojos así

Fernando llama a las tarántulas del género Plesiopelma las “Shakira”, porque el rasgo físico característico de algunas especies es un mechón de pelo rojo en el abdomen. La comparación en broma, obviamente, viene de las épocas en que Shakira tenía el pelo rojo (y no en el abdomen, al menos que sepamos). Pero Victoria, que encaró la tarea como cualquier detective —lupa en mano—, precisaba algo más que parecidos y diferencias con Shakira para determinar si en la colección de la Facultad de Ciencias se escondían especies nuevas.

Victoria Arias y Fernando Pérez Miles.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Comenzó por examinar con detalle los ejemplares colectados en cuatro departamentos: Maldonado, Lavalleja, Montevideo y Tacuarembó. Entonces notó algo extraño en ejemplares de los dos primeros departamentos. Varios individuos tenían en común algunas características que diferían de las de todas las especies de Plesiopelma conocidas hasta ahora por la ciencia.

Descubrió algunas peculiaridades en la forma de los órganos genitales de machos y hembras, entre otros aspectos, pero el rasgo más notable fue la gran cantidad de cúspulas labiales, unas estructuras que funcionan como “antideslizantes” en la boca de las tarántulas y evitan que la comida se les resbale (en las tarántulas las piezas bucales, llamadas quelíceros, apuntan hacia abajo en forma paralela en vez de cruzarse entre sí como pinzas, tal cual ocurre en otras arañas). “El número de cúspulas duplicaba las descritas en otras especies”, aclara Victoria.

“Empezamos a sumar varias cosas que nos daban una diferencia importante, incluso de tamaño”, agrega. Eran indicios muy prometedores, que apuntaban a la existencia de una nueva especie, pero necesitaban más evidencia. Recurrieron así al análisis de ADN de muestras más frescas que las de la colección, lo que los llevó a aventurarse por las sierras de Maldonado y Lavalleja en busca de estas tarántulas.

No usaron helicópteros para llegar a rincones recónditos, al estilo Aracnofobia, pero la búsqueda igualmente dio sus frutos. En las sierras encontraron varios ejemplares de estas mismas arañas escondidos en sus refugios bajo rocas, que cubren con tela densa y abundante.

Los resultados de los análisis genéticos de las nuevas muestras también indicaron que estaban ante algo nuevo. Compararon el ADN con las secuencias de otras especies de Plesiopelma y también de Grammostola (que habitan ambientes similares), y comprobaron que conformaban un clado distinto, bien diferenciado.

La morfología y la genética fueron entonces bien claras: habían dado con una especie desconocida para la ciencia. Llegaba el momento divino de darle nombre a la criatura.

Palabras para Julia

Elegir los nombres de especies nuevas es, según Fernando, uno de los momentos más lindos de la ciencia, porque permite salirse de los carriles protocolares para homenajear a personas, hacer algún guiño intelectual e incluso chistes. El mismo Fernando, que es fan de los Beatles, bautizó una tarántula descubierta en Brasil en homenaje a John Lennon (Bumba lennoni), lo que incluso ofendió a algún colega (probablemente fan de los Stones).

En este caso, el nombre de la nueva especie suscitó una buena discusión en la familia de Victoria, a la que acudió en busca de ideas. “Si el propósito era homenajear a alguien, yo quería que representara el lugar y se tratara de una persona que hubiera hecho un aporte”, explica Victoria.

El “lugar” al que refiere es Lavalleja, porque el holotipo de esta nueva especie (es decir, el ejemplar con el que se describió) fue un individuo encontrado en la localidad de Aguas Blancas de este departamento. Finalmente, Victoria hizo caso a una propuesta de su hermana y le planteó a Fernando homenajear con el nombre de la nueva tarántula a la exsenadora minuana Julia Arévalo. Fernando estuvo de acuerdo, pese a que le quedaban más Beatles por honrar.

“Es parte de acercar las dos cosas a la gente. No sólo ayuda a difundir la diversidad de nuestras arañas y las novedades que siguen apareciendo, sino también la memoria de personas importantes, que hicieron contribuciones culturales y sociales pero que a veces se olvidan”, dice Victoria.

Julia Arévalo, nacida en la localidad de Barriga Negra, Lavalleja, fue la primera mujer elegida senadora en Latinoamérica (para el período 1947-1951). Fue también diputada y edila de Montevideo en dos ocasiones, por mencionar sólo algunos de los logros de una vida agitada que la llevó de comenzar a trabajar a los diez años a integrar el grupo de fundadores del Partido Comunista del Uruguay cuando tenía sólo 22, en 1920. En su honor, la tarántula descubierta por Victoria y Fernando lleva el nombre de Plesiopelma arevaloae.

Al igual que Julia, Plesiopelma arevaloae está muy asociada a las sierras minuanas. “Fue hallada en la ecorregión Sierras del Este, particularmente en las sierras rocosas de los departamentos de Maldonado y Lavalleja en los que se extiende la Cuchilla Grande”, indica el trabajo, que agrega que estas sierras tienen una altura de entre 200 y 500 metros, en las que se mezclan afloramientos rocosos, praderas, parches de vegetación y árboles.

“No es un bicho raro, aparece conviviendo con otras especies de tarántulas (no del mismo género). Por ahora la encontramos sólo ahí, pero la distribución puede ser mayor”, aclara Fernando. Mientras se la registre sólo allí, es candidata a integrar una lista selecta de especies locales.

Despacito y por las piedras

Todavía es temprano para saber si Plesiopelma arevaloae puede ser una buena indicadora de la salud del ecosistema serrano, pero ya es una gran candidata a integrar la lista de arácnidos prioritarios para la conservación en Uruguay.

“Mientras su distribución conocida sea tan restringida como vemos hoy, es probable que sea así. Muchas terafósidas están dentro de la lista de arácnidos prioritarios para la conservación porque justamente suelen tener distribuciones acotadas, que es uno de los elementos a considerar a la hora de definirlas como prioritarias”, cuenta Fernando.

Según Victoria, es una especie muy asociada a los afloramientos rocosos típicos de las sierras, que les permiten encontrar refugio. “No es un bicho que se vaya a adaptar muy fácilmente a ambientes más urbanos”, aclara.

En las áreas en la que se encuentra se realizan actividades productivas como la ganadería y la forestación. “La ganadería no es un gran problema, no afecta mucho a este tipo de arañas, pero la forestación sí puede resultarles perjudicial”, advierte Fernando.

Lo que es casi seguro es que no será la última tarántula en ser descubierta en Uruguay. Los investigadores apuntan ahora hacia el norte, donde sospechan que hay otras especies que han escapado a los registros.

Para eso, tendrán que bucear primero en la sala de la colección de la Facultad de Ciencias, no en quebradas o pastizales norteños. Parece menos espectacular que las escenas típicas de las megaproducciones de Hollywood, pero lo bueno de que haya aún tanta diversidad por descubrir en Uruguay es que las aventuras de los científicos pueden empezar ahí nomás, a unos cuantos metros de distancia.

Artículo: A new species of Plesiopelma from Uruguay (Araneae, Theraphosidae, Theraphosinae) Publicación: Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Ciências Naturais (diciembre de 2024) Autores: Victoria Arias, Maite Hilario, Nelson Ferretti y Fernando Pérez Miles.

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