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Firma de memorando de entendimiento entre el Estado uruguayo y la empresa HIF para construir una planta de hidrógeno verde (archivo, febrero de 2024).

Foto: Presidencia de Uruguay

Hidrógeno: ¿colonialismo verde o transformación verde? Trabajo aborda ambas caras de una tecnología que se impone a nivel global

10 minutos de lectura
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Publicación académica aborda los riesgos de que el hidrógeno verde se convierta en una nueva forma de colonialismo extractivo que perjudique al Sur Global y reseña las vías para que se constituya en una transformación valiosa.

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“Si el país tiene abundantes recursos para generar electricidad renovable, tiene agua y tiene CO2 biogénico, y en volúmenes muy superiores a las demandas que nuestra economía requerirá, es el lugar adecuado para desarrollar una nueva industria exportadora de productos energéticos verdes, capaz de captar inversión en proyectos de gran porte, capaz de aportarle al mundo insumos adecuados para la transición energética que se necesita”, sostenía el entonces ministro de Industria, Energía y Minería Omar Paganini en el prólogo de la Hoja de ruta del hidrógeno verde y derivados en Uruguay de 2023. La nueva ministra, Fernanda Cardona, sin embargo, planteó en su comparecencia al Senado el pasado 9 de abril que para seguir adelante con los proyectos propuestos, u otros a futuro, hay que tener claro “cuál es el resultado económico, cuál es la ganancia ambiental y cuál es la ganancia social”.

Las dos miradas, si bien no son enteramente contrapuestas, reflejan tensiones relacionadas con el despliegue del hidrógeno verde. Y el tema no es centro de debate sólo aquí, sino en todas partes. Porque la llegada de la idea de producir este nuevo combustible amigable con el ambiente a nuestro país no es casual: es un fenómeno global que marca tensiones entre el mundo desarrollado del Norte Global y los países del Sur Global. Justamente esas tensiones son el centro de una reciente publicación académica de la revista Geografía política.

Titulado algo así como ¿Colonialismo verde o transformación verde? Las implicaciones de equidad del comercio de hidrógeno limpio, el trabajo no sólo es interesante para ser leído desde nuestro país por el momento que atravesamos, sino también porque nos menciona. De hecho, sus autores, Marie Dejonghe y Thijs van de Graaf, ambos del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Ghent, Bélgica, parecen haber conversado con alguna figura local, aunque, como veremos, eso no puede ser revelado por consideraciones especificadas en el propio trabajo.

Si bien el título del texto plantea un escenario maniqueo, en su artículo la dupla propone ir “más allá de las evaluaciones binarias, destacando las tensiones, contradicciones y posibilidades inherentes al panorama emergente del hidrógeno limpio”. Más aún, proponen tener en cuenta algunas dimensiones para que lo que podría ser una transformación verde para los países del Sur Global, Uruguay incluido, no termine siendo un caso más de colonialismo verde. Así las cosas, veamos en concreto qué dicen.

Una tecnología, dos perspectivas

Dejonghe y Van de Graaf comienzan su artículo señalando que “el hidrógeno limpio ha cobrado impulso como una posible solución para descarbonizar sectores industriales y partes del transporte” en las que es difícil reducir la emisión de gases de efecto invernadero. ¿Cuál es el problema? Que, como dicen, países industrializados, “en particular de Europa y el noreste de Asia”, están encontrando limitaciones para producir hidrógeno verde y, por lo tanto, “están recurriendo cada vez más a las importaciones para satisfacer la demanda futura”. Como resultado, el mundo está enfrentando una “intensa ola de ‘diplomacia del hidrógeno’, que ha dado lugar a la proliferación de diversos acuerdos comerciales bilaterales” que, en su mayoría, “siguen un patrón Norte-Sur”. Y claro, ese patrón no es equilibrado: “Aproximadamente tres cuartas partes involucran a los países del Norte Global como importadores y a los países del Sur Global como exportadores”. Como ven, en esto Uruguay no es ninguna excepción.

Número acumulado de acuerdos comerciales de hidrógeno por tipo de acuerdo, Dejonghe y Van de Graaf, 2025.

Con este panorama, el debate está a la orden del día. Y en ese debate, dicen los autores del trabajo, emergen “dos grandes perspectivas” que denominan “extractivismo verde” y “transformación verde”. Mientras que la primera sostiene que “el comercio del hidrógeno corre el riesgo de reproducir patrones históricos de dependencia económica, extracción de recursos y desequilibrios de poder, reforzando en última instancia las estructuras neocoloniales”, la segunda afirma que “ofrece una oportunidad única para el desarrollo económico, la industrialización y la creación de valor para el Sur Global, rompiendo ciclos históricos de subdesarrollo”.

Aquí llega la primera sorpresa del artículo, al menos para quienes vivimos en un país del Sur Global en el que desde hace años se viene hablando del hidrógeno verde desde una postura más cercana a la de la “transformación verde”. Según los autores, que hicieron una búsqueda bibliográfica sobre el tema, “en la literatura académica la crítica del colonialismo verde ha cobrado mucha más fuerza”, y hablan de “una larga tradición en geografía política que examina cómo los flujos globales de recursos refuerzan las jerarquías geopolíticas”. Como muestra alcanza un botón: “Específicamente en relación con el hidrógeno, los académicos argumentan que las relaciones coloniales de dependencia se ‘perpetúan’ y ‘lavan de forma verde’ mediante los esquemas de comercio de hidrógeno”, dicen citando un trabajo académico de 2022 titulado El colonialismo verde en el pacto verde europeo: continuidades de la dependencia y relación de fuerzas entre Europa y África. Sin embargo la sorpresa no es tal: al seguir leyendo el trabajo, nos enteramos de que la postura de la “transformación verde” ha cobrado “mucha más fuerza entre los hacedores de política y las instituciones internacionales”. Nuevamente, en esto Uruguay tampoco es una excepción (salvo porque no ha producido demasiadas publicaciones académicas alineadas con esta perspectiva del “colonialismo verde”).

El debate, dicen entonces, no es sólo académico o de tomadores de decisiones. Al respecto dicen que en setiembre de 2023 “más de 500 organizaciones de la sociedad civil de África firmaron la Declaración del Pueblo Africano sobre el Clima y el Desarrollo, en la que denunciaron que el hidrógeno verde es ‘una extracción neocolonial de los recursos energéticos y de agua dulce africanos’”. Otras organizaciones han calificado al negociado del hidrógeno verde como “neocolonialismo pintado de verde” o como “la última apropiación neocolonial de recursos”. Aquí, en esta línea ha habido cuestionamientos desde esta perspectiva desde el movimiento sindical. Por ejemplo, Jorge Ramada, integrante de la comisión de Ambiente del PIT-CNT, decía que “es claro que el uso de hidrógeno verde para generar energía es una opción positiva para el cuidado del ambiente y se la debe tener en cuenta, apuntando a eliminar la dependencia de combustibles fósiles. Pero también es claro que su promoción ha sido impulsada por las mismas empresas que han multiplicado el uso de dichos combustibles, no por inquietudes ambientales, sino por motivos económicos ante la perspectiva de agotamiento y encarecimiento de ellos”.

“En suma, algunos consideran el comercio del hidrógeno como una nueva forma de extractivismo, mientras que otros lo ven como un medio para reestructurar las relaciones económicas entre el Norte y el Sur Global. Este estudio contribuye a este debate examinando los mecanismos que sustentan estas dos perspectivas opuestas: el colonialismo verde y la transformación verde”, señalan. ¿Qué hicieron para su investigación?

Leer y escuchar

Para su investigación sobre ambas perspectivas y cómo podrían dialogar, la dupla de investigación recurrió a dos fuentes de información. Por un lado, consultaron la literatura académica existente, así como de debates de política sobre hidrógeno limpio, realizando un “análisis de las narrativas y una revisión hermenéutica”. Por otro, hicieron nueve entrevistas “con representantes de alto nivel del Sur Global que participan en acuerdos bilaterales de comercio de hidrógeno”.

Esas entrevistas incluyeron a “embajadores, diplomáticos y asesores de diplomáticos” de cuatro países de América Latina, dos de África subsahariana y tres de Medio Oriente y de África del norte”. Por alguna mención que veremos más adelante, personal relacionado con Uruguay podría haber sido consultado, pero dado que “para garantizar la confidencialidad a todos los entrevistados se les concedió el anonimato y se hace referencia a ellos de manera no atribuible”, no es posible afirmarlo al 100%. Aun así, los únicos cinco países latinoamericanos mencionados en el artículo son Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Uruguay.

¿Por qué entrevistaron a gente del Sur Global? Porque, según afirman, “el discurso sobre el hidrógeno es dominado por voces del Norte Global, reflejando a menudo prioridades y preocupaciones específicas” de sus voceros. Ver qué dicen los hacedores de política del sur les permitiría “contrarrestar los desbalances sobre las perspectivas” que, según ya dijeron, vieron en los debates académicos, que, recordemos, se centran más en el “extractivismo verde”. Aun así, no son ingenuos: las personas con las que hablaron están negociando con las empresas de hidrógeno verde y desean que se instalen en sus respectivos países. Y esa es también una visión parcializada. “Al centrarnos en los responsables de las políticas y los representantes diplomáticos, podemos excluir las opiniones de las comunidades locales o de los grupos marginados, lo que podría introducir un sesgo de élite”. Para empardar eso, incorporaron “estudios recientes” que incorporan perspectivas de las comunidades de Chile, Sudáfrica, Namibia y Colombia.

El propósito final de los autores es ofrecer un “marco para analizar cómo las economías del Sur Global pueden navegar las tensiones entre las oportunidades económicas y la dependencia extractiva en los mercados emergentes de energía y materias primas”, centrándose en el hidrógeno pero sirviendo el análisis para otros productos, como minerales raros, biocombustibles, materias primas y demás.

Las amenazas denunciadas por el colonialismo verde

“Basándonos en la literatura sobre el hidrógeno y el colonialismo verde, categorizamos la perspectiva del colonialismo verde en tres mecanismos distintos: dominación, acumulación y apropiación”, sostienen, y definen cada una.

La dominación “se refiere a las estructuras de poder visibles e invisibles, incluidos el control tecnológico, las narrativas hegemónicas y las asimetrías en la toma de decisiones que dan forma a la política del hidrógeno”. Agregan que “esto amplía la noción de justicia procesal para dar cuenta de la dinámica de poder implícita que determina qué intereses impulsan los proyectos transfronterizos de hidrógeno”. También sostienen que varios académicos denuncian que la transición energética en curso, en la que incluyen “el comercio futuro del hidrógeno”, es guiada “por intereses corporativos”. Es más, “en esta transición energética corporativa, una parte importante de las estrategias nacionales sobre hidrógeno, los marcos regulatorios y la investigación están controlados por corporaciones transnacionales, lo que sirve para salvaguardar sus intereses creados”.

Actividad de vecinos contrarios a la producción de hidrógeno verde.

Foto: Sin dato de autor

La dominación incluye también la “dominación tecnológica”, que implica “la desigual distribución de la propiedad intelectual relacionada con el hidrógeno”. A propósito, los autores señalan que “Europa, Japón y Estados Unidos dominan las patentes de tecnología del hidrógeno, controlando el 72% de todas las familias de patentes internacionales relacionadas con el hidrógeno publicadas entre 2011 y 2020”.

Por su parte, la acumulación “pone de relieve la distribución desigual de las ganancias económicas, vinculando las preocupaciones sobre la justicia distributiva con las estructuras capitalistas más amplias, la dependencia de la deuda y los imperativos de crecimiento”, factores que refuerzan “las desigualdades sistémicas en las que los países del Sur Global actúan principalmente como proveedores de recursos”. Al respecto, dicen que esto queda de manifiesto cuando “se prioriza la exportación del hidrógeno por sobre su uso doméstico”.

Por último, señalan que la apropiación “se refiere a la expropiación de tierras y recursos mediante prácticas como el acaparamiento verde y la creación de zonas de sacrificio. Sobre esto señalan que “los sistemas deficientes de tenencia de tierras aumentan el riesgo de acaparamiento, especialmente en las regiones del Sur Global con legados de despojo colonial”, al tiempo que “la privatización pone en mayor peligro los derechos sobre la tierra, ya que los gobiernos favorecen cada vez más los modelos de propiedad basados en el mercado para las energías renovables”. Es entonces que aparece la única mención a nuestro país que se hace en el trabajo: “Si bien algunos estados, como Argelia, mantienen una fuerte propiedad pública sobre el sector del hidrógeno (en particular, a través de la empresa estatal Sonatrach), otros, como Uruguay, lo han privatizado en gran medida”.

Los desafíos de la perspectiva de transformación verde

Tras decir que no hay un concepto único de qué es la “transformación verde”, los autores remarcan que “un hilo conductor en estas publicaciones es que la transformación verde altera las industrias existentes, creando nuevas oportunidades de mercado para bienes y servicios sostenibles”, agregando que “estas disrupciones, a su vez, pueden crear vías para que las economías rezagadas se ‘pongan a tiro’ con el desarrollo verde”.

Por otro lado, reportan que “la literatura sobre cadenas globales de valor postula de manera similar que la participación en la manufactura y la innovación fomenta la modernización de la cadena de valor, lo que beneficia a las economías emergentes”. Sin embargo, señalan que “a pesar de los avances teóricos, la investigación sobre el papel del hidrógeno en la transformación verde aún es incipiente y se limita en gran medida a informes de políticas y estudios institucionales”.

Y entonces el trabajo se adentra en su parte propositiva. “Basándonos en esta literatura incipiente y en las entrevistas realizadas, identificamos tres respuestas clave para superar los riesgos del colonialismo verde en el comercio del hidrógeno limpio: garantizar la pluralidad de voces, obtener la participación y fomentar la autonomía”.

Sobre “garantizar la pluralidad de voces” dicen que “requiere una participación significativa de los países del Sur Global y las comunidades locales en la elaboración de acuerdos comerciales para evitar que queden relegados a ser proveedores pasivos de recursos”. Agregan que las voces de los gobiernos, actores locales y comunidades deben reflejarse en el desarrollo de los proyectos de hidrógeno y que eso puede lograrse “involucrando a las comunidades en las primeras etapas de la planificación de proyectos”, así como “involucrando a los actores locales en el diseño de esquemas de certificación del hidrógeno para mantener el contrato social”.

Por otra parte, asegurar la participación “implica la inclusión financiera y operativa en los proyectos de hidrógeno para evitar el fortalecimiento de la dependencia económica”. Dicen que eso puede lograrse mediante “el establecimiento de requisitos de contenido local y la creación de vínculos hacia atrás”, lo que puede promover la creación de puestos de empleo y la industrialización. Al respecto, señalan que, por ejemplo, Argentina demanda al menos “50% de contenidos locales en los proyectos de hidrógeno para reducir la dependencia de equipos importados”. Otra forma de asegurar la participación consiste en “la experimentación con formas de propiedad más inclusivas en proyectos de hidrógeno”, entre ellas la propiedad pública total o parcial. Finalmente, sostienen que “los gobiernos también deberían ampliar su papel en los proyectos de hidrógeno más allá de la regulación, garantizando que las ganancias se reinviertan en educación, I+D e infraestructura en lugar de ser extraídas por empresas extranjeras”.

Por último, señalan que “fomentar la autonomía exige inversiones en infraestructura, desarrollo de capacidades y transferencia de tecnología, lo que permite a las economías del Sur Global avanzar más allá de la extracción de materias primas hacia industrias de mayor valor”. Para lograrlo, proponen que debe permitirse “la innovación tecnológica y la transferencia de conocimientos”, así como promover el desarrollo “de industrias locales de transformación del hidrógeno”, como, por ejemplo, la generación de fertilizantes verdes y demás.

En conclusión

Así las cosas, los autores concluyen que su análisis “revela que la literatura existente sigue estando dividida entre posturas de ‘exposición de problemas’ y de ‘resolución de problemas’”. Sobre eso, sostienen que “si bien geógrafos políticos y científicos sociales críticos han documentado extensamente los riesgos del colonialismo verde, han prestado poca atención a las pérdidas y ganancias y complejidades de la industrialización verde”. A su vez, dicen que “los debates económicos y de política sobre la transformación verde tienden a subestimar las desigualdades estructurales”. Pocos construyen puentes entre ambas posturas.

“En resumen, el comercio del hidrógeno se sitúa en la intersección de la transición energética, la reestructuración económica y la desigualdad global. A medida que evolucionan los mercados del hidrógeno, tanto académicos como tomadores de decisiones deben permanecer atentos tanto a los riesgos de las nuevas dependencias extractivistas como a las posibilidades de una auténtica transformación económica”, sostienen Marie Dejonghe y Thijs van de Graaf. Tomamos nota.

Artículo: Green colonialism or green transformation? The equity implications of clean hydrogen trade
Publicación: Political Geography (2025)
Autores: Marie Dejonghe y Thijs van de Graaf.

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