Desde hace un tiempo, la perspectiva socioambiental viene ganando terreno entre los trabajadores y trabajadoras que integran el PIT-CNT. Sin ir más lejos, la central sindical anunció en abril que iban a elaborar propuestas para contribuir al debate sobre estas problemáticas de cara a las próximas elecciones. Este jueves, por intermedio del departamento de Desarrollo Productivo, convocó a un conversatorio que tituló “Los trabajadores analizamos el hidrógeno verde: oportunidades y amenazas”. Durante el encuentro participaron representantes de los sindicatos de UTE, Ancap, OSE y también de la comisión de Ambiente. Hubo diferencias en las visiones presentadas, pero también puntos en común.
“Es claro que el uso de hidrógeno verde para generar energía es una opción positiva para el cuidado del ambiente y se la debe tener en cuenta, apuntando a eliminar la dependencia de combustibles fósiles. Pero también es claro que su promoción ha sido impulsada por las mismas empresas que han multiplicado el uso de dichos combustibles, no por inquietudes ambientales, sino por motivos económicos ante la perspectiva de agotamiento y encarecimiento de ellos”, dijo Jorge Ramada, integrante de la comisión de Ambiente del PIT-CNT. Enseguida, sumó que “la incorporación de nuevas tecnologías y el aumento en la producción de energía” deben hacerse en función de “un plan de desarrollo productivo que promueva en primer término la generación de trabajo digno y la reducción de las desigualdades, teniendo en cuenta, además de los beneficios ambientales, la reducción de la dependencia de los centros de poder y una mayor integración regional”.
Ramada insistió con que al momento de generar hidrógeno verde “deben tenerse en cuenta los impactos directos e indirectos en las localidades cercanas a la instalación de las plantas”. “Para el proyecto Tambor es de esperar un impacto traumático en la zona, muy probablemente negativo en muchos aspectos; pero proyectos locales de menor escala, además de dinamizar la zona de localización, pueden jugar un papel importante dentro de una estrategia de repoblación del área no metropolitana”, dijo.
La iniciativa que mencionó el referente sindical fue propuesta por la empresa alemana Enertrag y pretende instalar una planta de hidrógeno verde y metanol, abasteciéndose de agua subterránea del acuífero Guaraní para su producción, en la localidad de Tambores. A comienzos de 2023, la diaria informó que 43 vecinos y vecinas de Tacuarembó presentaron una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia para frenar un decreto aprobado por la Junta Departamental que permitía la recategorización del suelo para la instalación del megaemprendimiento. Poco más de un año después, el recurso fue desestimado por exceder “el ámbito material del proceso de inconstitucionalidad”. A su vez, en agosto se conocieron los resultados de una encuesta que detectó que la población que se vería afectada no tiene información del proyecto, le gustaría conocerlo, pero no ha tenido instancias de participación efectivas. Además, más de 80% de los vecinos y vecinas considera de sumo interés cuánta agua va a utilizar, de dónde se va a sacar y de qué manera impactará en la disponibilidad de agua para otros usos.
En este contexto, Ramada puso sobre la mesa una serie de propuestas que elaboró el grupo de Ambiente del PIT-CNT. Algunos ejemplos son: “promover fuertemente la investigación y desarrollo en los temas de generación, uso y manejo del hidrógeno verde, de modo de generar capacidades nacionales, como forma de atenuar la dependencia de los centros de poder”, “estudiar el uso de hidrógeno verde como combustible para el transporte carretero de mediano y largo recorrido y como generador de insumos para la industria y el agro” y “procurar acuerdos de complementación con los países vecinos para un desarrollo conjunto”. Asimismo, también observa necesario “desechar el proyecto Tambor por haber sido elaborado en función de aumentar el beneficio de las grandes empresas, a costa de nuestros recursos naturales”, “trabajar en base a proyectos de menor escala para dinamizar y repoblar zonas del interior del país” y “paralelamente promover el aumento de la generación eléctrica en base a energías renovables como impulso a una mayor industrialización y a la electrificación del transporte de pasajeros de mediano y largo alcance”.
¿Hay un espacio para el hidrógeno verde en la transición energética popular?
Pablo Bertinat es ingeniero electricista, magíster en Sistemas Ambientales Humanos, docente en la Universidad Tecnológica Nacional de la Facultad Regional Rosario y director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad de Argentina. Además, colabora con diversas redes, movimientos sociales y sindicales en temas de energía. En este contexto, el investigador participó en el conversatorio del PIT-CNT y habló sobre el hidrógeno verde.
“Cuando uno analiza las estrategias de hidrógeno verde de la mayoría de los países de América Latina, lo que encuentra es que la producción está básicamente dedicada a la exportación. Cuando hablan de la utilización local, en general, son proyectos muy testimoniales. El grueso está pensado como un commodity de exportación”, expresó. A su vez, detectó que un gran número de países de la región –Colombia, Brasil, Chile, Argentina y Uruguay– se plantea, palabras más palabras menos, “producir el hidrógeno verde más barato del mundo”. “En la medida en que puedan producir hidrógeno verde muy barato, van a obtener un lugar para exportarlo, sobre todo a la Unión Europea o China. La pregunta para analizar es cómo van a hacer las economías de América Latina para conseguir el hidrógeno verde más barato del mundo”, señaló. “Lo que está en juego fundamentalmente es qué concesiones van a hacer los gobiernos de la región. Hay que ver caso por caso qué implicaría. Pero esta es la realidad que se está planteando en la región y es un sistema de competencia de nuestras propias economías para ver quién gana un lugar en el mercado mundial del hidrógeno verde”, aseguró. Enseguida, sumó que, por ahora, no existe una estructura que piense desarrollar el hidrógeno verde para una aplicación regional en transporte e industria y que realmente tenga un impacto en la región durante el proceso de abandono de los combustibles fósiles.
Bertinat señaló que existen varias discusiones en torno al hidrógeno verde; una de ellas versa sobre el uso de agua. “La industria del hidrógeno lo que hace es mostrar gráficos para minimizar los impactos. Dicen: ‘Miren, la agricultura utiliza mucha más agua que la industria del hidrógeno, no va a ser un problema’. En realidad, esto oculta que los problemas deben ser analizados en cada contexto, situación y territorio particular, porque los impactos tienen que ver con el agua en determinada cuenca, en determinados casos y con determinados valores”, graficó. En este sentido, dijo que existen organizaciones que han analizado el “fuerte lobby del hidrógeno verde”. Estos sectores reforzaron sus actividades a partir del inicio de la guerra Rusia-Ucrania porque la Unión Europea empezó a buscar alternativas para el gas que le brindaba Rusia. “Hay una geopolítica del hidrógeno muy clara que configura algunas regiones del planeta como proveedoras de hidrógeno y otra región del planeta que sería receptora de este hidrógeno para mitigar gases de efecto invernadero a partir de reemplazar los combustibles fósiles”, resaltó. En pocas palabras, la vieja discusión de Sur y Norte globales.
El director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad de Argentina manifestó que el hidrógeno puro es inflamable, de manejo peligroso y difícil transporte. Por esta razón, “hoy en día no se está hablando directamente de hidrógeno en casi ningún lado, sino de algunos componentes que incluyen hidrógeno porque lo hacen más fácil de transportar”. Amoníaco, metanol y combustibles sintéticos –como en el caso de la planta que busca instalarse en Paysandú– son tan sólo ejemplos. “Otro punto a tener en cuenta es que es sumamente dudoso el balance energético de todo el ciclo del hidrógeno. ¿Usar hidrógeno implica tener menos gases de efecto invernadero? No lo sabemos y hay que analizarlo caso por caso, porque depende de la cadena, de cómo se produce la energía renovable, de cuánta energía utiliza para electrolizar, para acumular, para transportar y qué rendimiento tiene para producir”.
Asimismo, mostró una encuesta que hizo la Agencia Internacional de Energías Renovables en 2021, donde analizó cómo se veía la propia industria del hidrógeno verde. Un porcentaje planteó “serias dudas respecto del desarrollo del hidrógeno verde por los altos costos de producción, la falta de infraestructura, problemas climáticos y límites tecnológicos”. Sin embargo, el docente aclaró que “podría haber un lugar en la región para el hidrógeno, dependiendo de cómo se produzca y para qué”. “Por ejemplo, una alternativa puede ser para resolver problemas de tecnologías no electrificables, como la producción de calor en la industria, o utilizar el hidrógeno para compensar la variabilidad de fuentes renovables”, planteó. De todas formas, alertó que hasta el momento los proyectos que se están presentando en la región implican “fuertes impactos territoriales, están pensados para la exportación y dependen de grandes recursos públicos para hacerlos viables”.
La visión de los sindicatos
Laura Martínez, trabajadora que integra la Federación Ancap (Fancap), señaló que los sindicatos han “intercambiado e intentado llegar a consensos respecto del desarrollo de esta tecnología”, pero aún no lo lograron. “A pesar de todos los anuncios y el lobby que se viene manejando a nivel de gobierno, estamos en una etapa de formación, porque la información que se viene liberando es muy escasa”, expresó. A su vez, añadió que la Fancap desde hace dos años solicita al directorio de la empresa estatal reuniones para hablar sobre la temática y no ha tenido respuesta, “hasta hace un mes y medio, que se involucró Desarrollo Productivo del PIT-CNT y ahí nos presentamos con compañeros de varios sindicatos”.
La representante sindical apuntó que los proyectos actuales “reproducen el patrón primario exportador, sosteniendo la dependencia de las economías desarrolladas” y mostró preocupación por el enfoque de la Hoja de Ruta del Hidrógeno Verde, que “parece priorizar el desarrollo de negocios privados en lugar de salvaguardar bienes, recursos y la soberanía del país”. “Si bien Uruguay puede contribuir al esfuerzo global de descarbonización y mitigación del CO2 mediante la producción de hidrógeno verde, es esencial que esta contribución no resulte una pérdida local. El esfuerzo por mejorar el ambiente a nivel global debe traducirse en mejoras concretas en la calidad de vida de todos los habitantes”, sostuvo. Desde su postura, “existe la posibilidad de desarrollar hidrógeno verde, pero con fabricación propia” y “proyectos más pequeños”.
Marcos Míguez, representante de la Federación de Funcionarios de OSE, expresó que una de las preocupaciones de su sindicato es que, al indagar sobre hidrógeno verde, “hay muy poca información”. “Según entendemos, estas plantas no son realmente de hidrógeno verde, sino de combustible sintético. Cuando uno empieza a investigar cómo se va a producir el combustible sintético, es a través de los desechos de la forestación y de las plantas de celulosa. Es decir, se sigue dando beneficios a este tipo de producciones, que son una de las mayores contaminadoras de nuestros cursos de agua”, objetó.
Finalmente, Gonzalo Castelgrande, de la Agrupación de Funcionarios de UTE, comentó que la “base jurídica y legal en nuestro país permite que este tipo de proyectos se vengan a instalar”, ya que aquí hay “suculentas exoneraciones fiscales y tributarias”. Enseguida, subrayó que “es apetitoso venir a nuestros países, pero ¿quién paga toda la fiesta de una energía que no va a ser para nosotros? La va a pagar el uruguayo si no logramos incidir, al menos para un desarrollo nacional y soberano, con inversiones públicas genuinas, para que parte de esa energía pueda servir para los intereses de la mayoría de las personas”, finalizó.