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Historia de una excéntrica revista coloniense

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A principios del siglo XX, Bric á Brac combinó literatura, humor y política.

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Wáshington J Torres y la revista Bric á Brac configuraron una presencia atípica, excéntrica y solitaria en el panorama cultural, periodístico y social del departamento de Colonia. La revista, desde su título, planteó la revalorización de una forma de expresión literaria en tono menor, fragmentaria y marginal, transitada por un humor tan despreocupado como corrosivo. Del poema preciosista en la senda modernista, al de tintes filosóficos, logró transitar sin mayores contemplaciones a la sátira política, el humor absurdo o la broma chocarrera y de ribetes sexuales. Torres manejó un registro polifónico combinando al modo de un collage o bricolaje materiales de registro diverso, más “cultos” o “populares” según la circunstancia o necesidad expresiva. Wáshington J Torres, hombre del carnaval, ofrece en la revista, además de en sus letras de murga, el desparpajo lúdico del carnaval “bárbaro”. Esta modalidad resultó una apuesta disruptiva para el medio cultural vernáculo, según se evidencia en las confrontaciones con la prensa.

El escritor, con el seudónimo de Aquilito Bonatardia, editó entre octubre de 1913 y febrero de 1914 el semanario “jocoso, literario y de actualidades” Bric á Brac. De formato pequeño (14 x 22 centímetros) y con 14 páginas sin numerar, fue impreso por los Talleres de La Colonia. Su redacción se ubicaba en la calle Montevideo 151, Colonia del Sacramento. Aparecía los domingos, valiendo el ejemplar suelto $ 0,05 y la suscripción semestral $ 1,20. Con publicidad abundante (15 avisos para el número 2), contaba con la participación de empresas de importancia como Casa Cutinella (“Tienda, almacén, bazar, ferretería y perfumería”), Casa Carballo, Bernardo Larralde e Hijo (con una “sección electricidad” atendida por Palmiro Plazza, además de “tienda, bazar, almacén, ferretería, maquinarias agrícolas”), Banco de Seguros del Estado y Cigarrillos Montevideo. Otaegui y Carballo, asimismo, promocionaron desde sus páginas la Soda Cristal y la bebida Frutis (“Frutis, bebida ideal / que cual la zarzaparrilla / son de apariencia sencilla / pero de mérito real”).

La revista se dividía en secciones, algunas fijas y otras de aparición fluctuante: Pour Rire, Epigramas, Correo sin Estampilla, Enciclopedia Comentada, Lectura Instructiva, Mesa-Revuelta, Pasatiempos (ofreciéndose una libra esterlina como premio para los lectores que encontraran las soluciones a los juegos de ingenio), Ventolinas y Prosas Ingenuas. Se incluyó además la Gramática Parda ó el Arte de Vivir sin Trabajar del Bachiller Cantaclaro, seudónimo del escritor español Ramón Soler.

Una revista literaria

En Bric á Brac se incluyeron prosas y poemas de estilo romántico y modernista. Entre los autores recogidos aparecen los franceses Charles Baudelaire y Catulle Mendѐs, los españoles Joaquín María Bartrina (poeta catalán, lector de Leopardi y autor de una poesía filosófica y humorística, precursora de las vanguardias), Carlos Fernández Shaw, Salvador Rueda, José Alcalá Galiano, Cristóbal de Castro, Emilio Carrere, José Rodao, Juan José Llovet y Francisco Villaespesa, los americanos José de Maturana (poeta y dramaturgo argentino de ideología anarquista), Guillermo Valencia, Ricardo Palma, Salvador Díaz Mirón, José María Vargas Vila, Rubén Darío, Enrique Richard Lavalle, Leopoldo Lugones y José Santos Chocano, y el uruguayo Manuel Benavente, entre otros. Considerando estas firmas, tanto españolas como americanas, la revista participaba en la actualidad literaria del modernismo. Este movimiento entre los años 1916, con la muerte de su iniciador Rubén Darío, y 1920 entraría en su decadencia.

Varios de estos escritores, como Maturana y Vargas Vila, eran afines al anarquismo, ideología hacia la cual Torres tenía cierta simpatía, aunque durante toda su vida militó en las filas del Partido Colorado. Es posible que la recepción de esta literatura se diera vía Buenos Aires, ya que Torres estuvo viviendo allí durante su juventud y de seguro mantendría vínculos con la vecina orilla. Las relaciones con Argentina eran por demás fluidas, llegando al punto de que los adornos para la plaza 25 de Agosto, en 1913, fueron importados desde allí.

Wáshington J Torres, con su nombre o con el seudónimo Aquilito Bonatardia, publicó textos en prosa y poesías. Entre sus poemas, de carácter humorístico, cabe mencionar “Perdona” (N° 10), “A una mujer celosa” (N° 14) y “Con y para ‘ellas’” (N° 15). En este último comenta acerca de los flirts y farras que hacen las muchachas en la plaza pública.

“Yo no sé por qué razones / y por cuáles circunstancias / me fulminan con picantes / indirectas, las muchachas / que pasean noche a noche / su elegancia por la plaza.[…] […] ¿Que descubro dragoneos / o que arruino algún programa? / Y qué culpa lleva en ello / Aquilito Bonatardia. / ¿No se exhiben con su novio / casi todas las muchachas? / ¿No hablan fuerte y nos enteran / de sus flirts y de sus “farras”?[…]”.

Figuran también críticas y burlas hacia los malos poetas. En la nota “Paliza” se menciona: A un nuevo Darío sin Rubén, surra así El Heraldo sanducero: “En Paysandú hay poetas, sí señores, poetas inmaculados, macanudos, exuberantes, como gramilla que recién nace y adquiere lozanía momento por momento debido á la fertilidad del terreno.[…] Una prueba la tenemos en un novel Darío, que sin decadentismo como éste, es capaz de escalar las mayores alturas, dejando chatos á los tan mentados dioses del Olimpo./ Véase la prueba.[…] Un cielo estrellado, Un sol que raja; Una nube que sube, La otra que baja[…]”.

Y la nota concluye fulminando al mal poeta: “Pero, ¡por Dios! ¿No habrá quien te pegue un tiro, bárbaro consuetudinario y disparateador impenitente?/ A forjar… pensamientos al Averno. – Allí puede que encuentres acomodo! / ¡Arre, arre! ¡Novel poeta agrícola!”.

Valiéndose de la sátira se propuso un modelo literario afín al modernismo. WJ Torres/Aquilito Bonatardia no participaba en su producción literaria de este modelo (siendo el suyo más próximo a lo llano y el costumbrismo), no resultando esto, sin embargo, un obstáculo para su defensa y difusión desde las páginas del semanario.

Una revista de humor

En la sección fija Pour Rire que abría la revista, se publicaban chistes siguiendo un formato clásico de historias con remate, incluyendo diálogos. Pero, según referimos, casi todos los textos tocaban la vena del humor. Si bien lo más frecuente era efectuar comentarios jocosos sobre la política o la realidad local, en ciertas ocasiones se daba paso al absurdo. Pueden servir de ejemplo algunos textos de la sección Miscelánea, firmada por Anacleto: “Para que las tortas fritas no sufran la acción de la humedad, debe amasarse la harina con un poco de portland. Así las empleó con resultados el ejército inglés durante la campaña del Transvaal[…]”.

“En algunas ciudades los habitantes y los carniceros prefieren la carne de buey viejo á la de ternera. Matar terneras para el consumo se considera infanticidio”.

En la sección de aparición esporádica “Enciclopedia Comentada” se reproducen trozos de carácter enciclopédico, siguiéndoles una reflexión humorística. Bajo el rótulo “Epigramas” se incluían versos burlescos con firmas inventadas y cómicas.

En las críticas políticas, algunas generales y otras dirigidas al entorno departamental, surgía un cauce oportuno para la sátira.

Una revista política

Los textos políticos fueron de carácter general algunos, mientras que otros se focalizaron en la realidad local y nacional del momento. Entre los primeros encontramos opiniones jocosas en las que se afirma que los diputados uruguayos “no tienen pies ni cabeza… y son mudos”. Asimismo, se critica a las personas que sin ningún tipo de pudor se acomodan al oficialismo de turno. En el poema “Instantáneas de actualidad”, con la firma de “Monsieur Trouchar”, se menciona al respecto:

“Hace ya veinticinco años / Que estoy en el candelero, / Y ni un día me ha faltado/ Con qué comer un puchero; / Pues no hay como ser amigo / Y arrimársele al gobierno. Con Latorre latorrista / Fui; y con Santos santista, / [...] Y así sucesivamente / Le voy encajando un ista / Siempre á cada presidente / Y alegre, feliz, contento / Hace ya veinticinco años / Que sirvo siempre al gobierno… /Y no ha faltado ni un día,/ En mi casa un buen puchero!!!”.

Los textos particulares aludían sobre todo a la elección para representantes del 27 de noviembre de 1913 y a las internas del Partido Colorado. En el departamento de Colonia, en esta elección, sufragaron a favor de los colorados 1.711 votantes y 598 a favor de los blancos o nacionalistas.

Comentando el ambiente local, bajo el título “Bromas políticas” y con la firma de Aquilito Bonatardia, se burla de las ilusiones políticas de Manuel N Falgueras, director de El Eco Rosarino, a quien la comisión departamental colorada habría invitado como segundo suplente de diputado. Para el firmante esto sería una mera invención de Falgueras, motivada por sus ansias de grandeza.

“Pero ¿quién es Falgueras? –dirá alguno,– á quien se le presenta una suplencia, si bien es cierto, por detrás del uno? ¿Quién es, esa lumbrera á quien se le ha ofrecido, la banca de votante posadera, que honraron en silencio (á su manera) don Lauro [Olivera] y otros que como él han sido? "

En el artículo “El pueblo por el pueblo”, con la rúbrica de “un Ciudadano”, se deplora la “influencia directriz” en el departamento de Colonia, la cual coloca representantes a su antojo. Si bien esta práctica ya estaría superada, en el texto se remata con humor: “Vivan los candidatos proclamados ó aquellos que á ultima hora se nos mande votar”. Por otra parte, se denuncia que se coloque en la lista de candidatos a personalidades de dudosa procedencia.

Motivo de una poesía picaresca fue la circunstancia de que en Carmelo, aun pasadas las elecciones, todavía seguirían votando: “Ha causado admiración / y sigue alguno admirado / que en Carmelo estén votando / aún después de la elección [....]”.

Otras críticas, finalmente, se encaminaron hacia el jefe político de turno, sus subalternos y la gestión. El coronel Andrés A Vera (nombrado de 1899 a 1901, y después desde 1902) había manifestado en varias ocasiones su deseo de retirarse del cargo de jefe político. En 1914 seguía al frente de la jefatura, razón que motivó a WJ Torres/A Bonatardia a preguntarse desde una nota: “¿Se va?”. El “fracaso electoral de sus prestigios añejos”, sumado al fracaso de su administración y a la “virtud dolorosa de ejemplares subalternos” (los cuales “casi forman legión en clase de analfabetos”), serían motivos suficientes para alejarse del puesto. Sin embargo, cabía la pregunta: “¿Se irá Vera, de ‘endeveras’? o nos hará el cuento viejo, para dejarnos más tarde chupeteándonos el dedo?”. El coronel Vera, sin embargo, no dejaría el cargo hasta 1915, cuando fue sustituido por Felipe Suárez, anterior intendente de Colonia.

La crítica a la situación departamental, incluyendo el ataque a los propios correligionarios colorados, no menudearon. La revista mantuvo una postura en extremo combativa hacia el entorno inmediato, donde tanto amigos como enemigos podían ser víctimas del mordaz aguijón desplegado por WJ Torres/A Bonatardia.

Vínculos con otras publicaciones

A través de noticias, elogios y sobre todo críticas, se procesó la relación de Bric á Brac con el medio periodístico coloniense. En sus páginas, y pese a su corta duración, aparecen menciones a La Colonia, Actualidad, La Reforma, El Eco Rosarino, La Unión Valdense y La Juventud_, entre otros. De este último, publicado en Nueva Palmira, se celebraba su segundo aniversario. Revista “literario-social”, se elogiaba su “valor literario”, trayendo “trabajos varios que son una canción de vida nueva”.

Se exponen las quejas de La Reforma (de Carmelo y próxima al Partido Nacional), porque La Colonia (colorada), además de monopolizar los “avisos oficiales”, también monopoliza “todas las producciones políticas, del doctor Wáshington Barbot, presidente de la departamental nacionalista”. Para el redactor de Bric á Brac la respuesta es simple: “¿No está la explicación / del monopolio que alega, / en que tiene éste colega / mucho más circulación?”. La Colonia, órgano periodístico de los colorados independientes, con la inclusión de las colaboraciones de Barbot, ya tendía a reflejar “á la opinión general”. Tan sólo le faltaba ser, se dice en un guiño humorístico, “órgano oficial de los colorados oficiales”. En otro artículo se afirma que La Reforma se hace “el niño mal criado” atacando a “todo lo que pasa y se hace en esta tranquila Colonia”, sumando en sus ataques al intendente, la junta, La Colonia y al doctor Barbot. Cabe señalar que las polémicas periodísticas de fines del mil ochocientos y del novecientos tenían como trasfondo las rencillas, por motivos de predominio localista, entre las ciudades del departamento. Estas pujas entre La Reforma y La Colonia, azuzadas sin dudas por la malicia satírica de WJ Torres/A Bonatardia, muestran a las claras esta circunstancia.

Hacia La Unión Valdense, de base religiosa, fueron destinadas bromas en relación a sus notas morales. Un colaborador de esta revista publicó un artículo en el que se sostenía que el Evangelio ha “librado á miles” del “terrible azote” del alcoholismo. Desde la sección Mesa-revuelta, con la firma Aquilito Bonatardia, se hace mofa de esta cura.

“Un amigo que yo tengo / y á quien le di la noticia / del genial descubrimiento, / me miró como alelado, / después reaccionó sonriendo, / después se tomó diez copas / y después… siguió bebiendo. / Después me dijo, che hermano, / ¿no es broma lo del remedio? / por que quisiera “tomarlo” / ¿no se “toma” el Evangelio? / Lo que sí, que para mí, / Emplearán mucho remedio… / por que yo he bebido mucho, / y como sigo bebiendo, / según lo que yo colejo [sic] / va á ser corto el evangelio...”

Las mayores críticas, sin embargo, fueron dirigidas a la revista coloniense “informativa, científica y escolar” Actualidad y a su director Ramón Rovira. En el poema “Para Ella” se la trata de “mimosa revistilla” y “mujercita febriciente [sic]” por sus “insultos” y “desplantes” hacia Bric á Brac. A su director se le cuestiona su calidad de periodista: “No basta ‘dirigir’ un periódico para ser periodista, de la misma manera que no basta la ‘melena’ para consagrarse poeta…”. Una polémica se suscitó incluso en torno al oficio musical de Wáshington J Torres. Este último, repasando su biografía, refiere que en 1897, en Buenos Aires, tocaba la flauta “para comer con el producto de ese trabajo”. Ejecutante también de la guitarra, el “pueblo de Colonia” hacía 27 años que lo contaba “entre sus músicos”. Por lo tanto, tañer la flauta no es para Torres, como asevera Actualidad, un desliz. Con orgullo afirma: “Nuestra flauta modesta, a la que él no hubiera podido arrancarle un solo sonido, fue siempre un instrumento útil”.

El estilo mordaz y su visión del mundo, sin duda, alentaron estos conflictos con los medios de prensa colonienses tanto en la etapa de Bric á Brac como en la entera trayectoria periodística de Torres.

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