El 6 de mayo del año pasado una serie de bancos y jardineras fueron colocados en las inmediaciones de la plaza Zabala, lo que inició un largo proceso de diálogo con residentes de la zona, que ayer de mañana celebraron una nueva etapa en el retiro de esos elementos. Es que a raíz de estas resistidas estaciones de descanso, que se localizaron sobre Circunvalación Durango, se formó una Asociación de Amigos de Plaza Zabala, integrada no necesariamente por vecinos inmediatos de la plaza o de Ciudad Vieja, explica la escribana Madelaine Rosadilla, que trabaja en el barrio: “El motivo que nos une es el valor patrimonial que tiene la plaza para nosotros y para Uruguay, porque fue el sitio fundacional de Montevideo”. La primera acción que tomaron fue redactar una carta dirigida a la Intendencia de Montevideo (IM), avalada por más de 300 firmas, personas “preocupadas por la afectación que se estaba haciendo, con bancos alrededor de una plaza, que no tenían sentido”. Rosadilla se refirió a la plaza como un punto de convergencia de distintos públicos, “un lugar sumamente utilizado por diferentes personas, un lugar de esparcimiento y también una entrada de los turistas –no ahora, pero antes de la pandemia las visitas eran diarias–”.
Uno de los principales reclamos de este grupo era la interferencia con la circulación que, a su entender, generaba este nuevo mobiliario urbano. “Reivindicamos que se invirtiera dinero en que la plaza fuera un lugar mejor para todos y no en colocar bancos alrededor, cuando en otros lugares podían tener un buen efecto, como en Bartolomé Mitre o en la calle Washington, que son lugares lineales”.
Varias reuniones y correos se sucedieron; en un primer momento estaba previsto que fuera una experiencia de seis meses de duración, que luego se extendió tres meses más. Antes de que se cumpliera el año, a fines de diciembre se retiraron los primeros bancos. En ese caso fueron los que estaban frente al Palacio Taranco, recolocados en su momento en la plaza de deportes número 1, espacio multifunción del barrio Guruyú. “Fue una consecuencia del trabajo conjunto de varios actores, entre ellos el mismo museo, porque le obstaculizaba la entrada, y además también es patrimonio, así que esos bancos interferían doblemente”, observó Rosadilla.
El 6 de marzo la Asociación de Amigos fue convocada a una reunión en la que la IM le comunicó la intención de llamar a un concurso de arquitectura y urbanismo para abordar Circunvalación Durango, integrando a distintas instituciones, como la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República y la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, para ese plan de trabajo inicial. Hoy está previsto el primer encuentro en esa dirección.
En el ínterin, la asociación aseguró su participación, no sin antes recordar su interés en que continuara el retiro paulatino de las polémicas estructuras. La cuarentena retrasó ese esquema, pero ayer la IM dio una nueva señal al avanzar con el tramo que va de 1º de Mayo a Rincón. La asociación también había solicitado un cronograma por escrito de los siguientes tramos y se le informó que este mes también se irían los bancos que están desde Washington hasta Alzáibar (frente a la Caja Bancaria).
La intervención comprendía alrededor de 40 bancos, más jardineras y macetones. “Creo que el diálogo con Espacios Públicos ha dado sus frutos. Eso es lo más rescatable, además de que un lugar tan calificado patrimonialmente y tan democrático para el uso de todos tiene en vista algo mucho mejor que esos bancos que asfixiaban la plaza, que le sacaban el encanto que tiene”, dijo la integrante de la asociación.
Rosadilla, que concibe el lugar como “un remanso de pájaros y árboles”, considera que la plaza ya ganó mucho el último año, durante el cual “le colocaron plantas nuevas, volvió el bebedero antiguo, le pusieron un cuidador. Siempre faltan cosas, lo importante es que se vayan haciendo y que se mantengan”. En diciembre, recordó, se cumplirán 130 años de la inauguración de la plaza.