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Atlas Colectivo de Mujeres (archivo, marzo de 2023).

Foto: Andrea Sellanes

Arquitectas del Uruguay, un proyecto que reconstruye el legado de las pioneras

7 minutos de lectura
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El trabajo con perspectiva de género cobra visibilidad a través de un sitio web, que continúa avanzando, aunque comprende además exposiciones, charlas, recorridas urbanas y próximamente un libro.

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“La trayectoria de las mujeres que se han desempeñado en arquitectura ha estado plagada de obstáculos, y Uruguay no es la excepción” es la constatación con la cual el colectivo Arquitectas del Uruguay se presenta en la web. El proyecto, que actualmente involucra a más de 25 redactores, no solamente mujeres, de distintas disciplinas, y una docena de docentes, nació hace tres años en el ámbito académico y no tardó en trascender esa comunidad. La iniciativa de recuperara la memoria de esas profesionales pioneras y visibilizar su trabajo surgió a partir del curso de educación permanente “Arquitectas del Uruguay, un atlas colectivo”.

En el camino fueron tejiendo redes dentro y fuera de fronteras, con otros proyectos similares de Argentina, Chile, Ecuador, y propuestas como Musas de Vanguardia, que establece lazos entre Argentina y España.

“Arrancamos como una actividad que tenía base en Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU, Udelar), que pudo obtener el apoyo del programa MIA, de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC, Udelar). Fue en el segundo semestre de 2022. Ahí empezamos a ver otras experiencias, a tratar de armar y reconstruir la historia de estas arquitectas que no han sido tan difundidas o visibles en la historiografía, en los cursos, en la biografía que tenemos, en la formación de grado”, cuenta la magíster y profesora agregada Alma Varela. De a poco el equipo se fue ampliando, consiguieron el apoyo de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay, y de ONU Mujeres, que también impulsó las diferentes actividades que fueron generando, más allá del aula, a través charlas, recorridas urbanas, visitas a archivos, muestras y presentaciones en seminarios internacionales.

Hasta este momento alcanzaron las 40 biografías dentro del periodo que estudian, que va desde 1923, cuando se recibió la primera arquitecta del Uruguay, Julia Guarino, y abarca los 60 años siguientes, es decir, hasta 1983. “Todas ellas recibían el título de arquitecto, en genérico masculino”, recalca Varela. “Fue a mediados de los 80 que el título cambió a arquitecta. Y también fue en esa última década cuando empezó a aumentar la cantidad de arquitectas recibidas”, apunta.

En el tramo establecido para recabar datos figuran cerca de 450 arquitectas, lo que significa que recién pudieron completar un 10% de la información para incluirlas a todas.

El desafío tiene la medida de lo nuevo, puesto que, como señala Gabriela Detomasi, “previamente no existía el trabajo sobre biografía específica de mujeres arquitectas y, de hecho, la historiografía las ha invisibilizado, como a todas las disciplinas, en general, pero la arquitectura no estuvo exenta de esa ausencia”. Una mirada feminista sobre este vacío implica valorar no sólo la forma tradicional de la profesión, que sería la obra construida, las concreciones materiales específicas, edificios, sino que la investigación permitió detectar “que tienen una obra mucho más amplia en cuanto a repertorio de desempeño, de desarrollo de su carrera profesional, muchas veces trabajando en equipos, en gestión, y haciendo cosas más diversas en todo sentido”.

La falta de sistematización de registros implicó hacer entrevistas, además del análisis de archivos de distintas índole, fuera de las revistas y los acervos más clásicos, de revisar libros de egreso que estaban escritos a mano, de mirar renglón por renglón para ver cuántas arquitectas se habían recibido en ese período. Encontrar las imágenes adecuadas para ponerle rostro a esas mujeres fue un objetivo extra.

Los proyectos extranjeros con los que establecieron contacto las nutren con metodología y con una comunidad de especialistas que las fortalece. A estos se suma una comunicación horizontal con diferentes aproximaciones, así como los aportes que tratan parcialmente el tema o que empezaron a sondearlo, además de tesis como las de Virginia Fernández, Mariana Añón y el trabajo de doctorado de la propia Varela.

“Es muy importante cómo las arquitectas han sabido trabajar en red, también han trabajado mucho en el ámbito de los estudios urbanos y territoriales, en la gestión, en la generación de normativa, en la generación de hábitat vinculado al cooperativismo, en las alianzas con las personas que habitan los lugares, en la incursión en nuevas tecnologías constructivas y quizás esos aspectos no suelen ser los destacados en la bibliografía o en los criterios de selección que históricamente han sido más validados”, agrega esta última.

“Una característica interesante es que las pioneras, no sólo en arquitectura, provenían de familias de origen extranjero, europeo, como las Luisi. Parece que traían una concepción más amplia que permitió derribar ciertas barreras”, apuntan. “Otro aspecto a mencionar que vimos es que nuestra universidad está muy centralizada en Montevideo, y había pioneras que debieron venirse a los 18 años del interior, instalarse en la capital a estudiar, porque recordemos que fue hacia la década del 20 que empezó la educación secundaria o preuniversitaria para mujeres. Un tema común, por lo pronto con España, es que las mujeres no accedían a educación secundaria y por lo tanto no podían acceder a facultad a educación terciaria, porque no existían institutos. Y las primeras egresadas no podían ejercer el derecho al voto, lo que habla también de un rol en ese período”.

Tejidos sociales

Una de las prestaciones de la página es un mapa al que conduce cada nombre indexado: algunos links llevan al territorio, a una esquina o a obras que se pueden recorrer, mientras que otros conducen a la propia FADU, ya que indican publicaciones o estudios, como es el caso de Liliana Carmona: “Ella es la primera profesora emérita y según tenemos registro, la única mujer a la cual se le ha otorgado ese título en más de 110 años de historia. Su carrera y su producción no se vinculan especialmente a obras de arquitectura, sino a la construcción de su carrera académica, tiene muchos libros publicados”, explican las responsables del proyecto.

Si esta cartografía no necesariamente muestra un legado material, ¿es entonces porque no era lo habitual en referencia a las arquitectas? “No creo que estemos en condiciones, por el avance que tenemos, de hacer una una generalización así, pero en una carrera que era muy masculinizada quizás la figura era un arquitecto y había muchas arquitectas trabajando detrás, eso pasa inclusive a nivel internacional”, aclara Detomasi.

“Después, otras arquitectas trabajaron en el ámbito público, donde a veces no se estila especificar de quién es la autoría de la obra, sino que es el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, por ejemplo”, explica su colega. “Pero sí es cierto que hay cosas a valorar, como el trabajo en arquitectura en barro. Capaz que la obra no siempre cumple con los cánones estéticos, entonces la valoración cae, pero el trabajo es muy bueno porque tenés una persona investigando, experta en arquitectura en tierra y es una mujer. Tal es el caso, por ejemplo, de Rosario Etchebarne o el caso de la cooperativa de viviendas Mujefa (Mujeres Jefas de Familia), con Charna Furman, que fue precursora de este tipo de alianzas”. De acuerdo a la información que recoge el sitio referido, Furman, recibida en 1973, “ejerció la profesión a la par de la militancia social y política, trabajando en temáticas vinculada a los derechos de las mujeres a las viviendas y la ciudad”.

“El cooperativismo tenía ciertas limitaciones en cuanto a la propiedad para las mujeres”, detalla Detomasi. “Si había una propiedad, recaía en el hombre; el cooperativismo también ha tenido que avanzar un montón, pero esta fue una experiencia icónica, primero por volver al centro de la ciudad, o sea, la Ciudad Vieja específicamente, donde se recuperan las construcciones, y todo el trabajo de diseñar en conjunto con estas mujeres para que esta cooperativa tuviera un éxito también comunitario. Mantener el arraigo con el lugar, la cercanía y ese derecho a la ciudad, el acceso a los equipos, a los servicios, al transporte público, que es una mirada y un enfoque desde el proyecto de la arquitectura que quizás no hace énfasis en el resultado estético formal, sino en cómo se dan los procesos, cómo se entiende el problema y cómo se llega a soluciones que sean realmente adaptadas para quienes habitan los lugares”.

El ejemplo sirve para comprender el tipo de incidencia que tuvieron en muchos casos. En otros, como señalan las arquitectas que impulsan este proyecto, hay que entender que “muchas de las primeras arquitectas trabajaron en el ámbito público. No es menor: el ámbito público ha sido históricamente más amable, hasta el día de hoy, para las mujeres, en cuanto a las garantías que da la seguridad social, en comparación con aquellas que trabajan en el ámbito del ejercicio libre de la profesión, donde la generación de alianzas es indispensable para trabajar, alianzas con dúos o con otros equipos”.

Más creadoras en la mira

Mientras continúan cargando fichas y biografías a la página ahora inician una nueva etapa con una docena de estudiantes de práctica. Para esta fase del proyecto, se postularon a un llamado de investigación de la CSIC, que les otorgó financiación para poder ampliar este atlas, para que el mapeo no sea únicamente de arquitectas, que incluya otras creadoras. “Detectamos que esta cuestión, obviamente, no es privativa de las arquitectas, sino también de otros ámbitos de trabajo vinculados a la creatividad, el diseño, el arte y la innovación, y es a eso que estamos apuntando”, dice Varela sobre el llamado a prácticas de investigación que cerró este martes, habilitando así a que puedan sumarse estudiantes que acrediten esta trabajo como una práctica dentro de sus escolaridades. “Es una búsqueda que tenemos como docentes y una inquietud incluir actividades que estén dentro de las currículas obligatorias que tengan que ver con cuestiones de género. Las mujeres seguimos siendo grandes ausentes en las bibliografías y también en las temáticas de los cursos”.

A partir de abril deberán intercambiar pareceres y definir el recorte temporal y temático disciplinar que tendrá ese inminente sondeo sobre creadoras, y verificar si efectivamente va a coincidir con el periodo analizado para las arquitectas.

Volviendo a la web, como recalcan, es una forma de difusión del resultado de un proceso, que aspira a contagiar un sentido de apropiación en la comunidad, entre otros efectos. Sin ir más lejos, celebran que a partir de este viernes, 14 de marzo, la Casa de la Mujer 6, de la Intendencia de Montevideo, llevará el nombre de Adela Yanuzzi, la primera arquitecta nacida en Uruguay en obtener el título. “Apuntamos a que impacte en las distintas este áreas, que las mujeres nos veamos representadas en mujeres anteriores que marcan la historia”, insisten.

Otro mojón en este trabajo será la publicación que recopilará los eventos interdisciplinarios que se hicieron, así como las biografías que formaron parte de una exposición durante las muestras itinerantes en Montevideo y en el interior del país, que de alguna manera resumirá el proceso hecho hasta ahora.

Vale decir que el equipo está abierto a colaboradores, tanto para que les envíen historias como para que se sumen a trabajar en el atlas.

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