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Foto: s/d de autor

Bestia bicéfala

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Noelia Custodio y Señorita Bimbo presentan su show de stand up en La Trastienda.

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“Tenemos estilos diferentes pero se tocan mucho, porque trabajamos en el mismo lugar y tenemos mucha gente en común, pasamos mucho tiempo juntas, somos amigas de verdad, vivimos cerca, tenemos gatos, fumamos mucho porro... Somos un poco la misma persona. Funcionamos bien”, apunta Noelia Custodio, echando humo verdoso –literalmente– en medio de una plaza de comidas (sin techar). Hace pocas horas que junto a Virginia Godoy –alias Señorita Bimbo– pisó suelo uruguayo y “es medio como otra dimensión, parecido pero mejor”, dice la humorista. “No pensamos que Uruguay es tipo el cielo; pensamos que tiene un peso político decir ‘Uruguay es el mejor país’ nosotros, de Argentina, que tanto hemos dicho que es una provincia”. Las comparaciones vienen a cuento de los debates sobre el aborto y la marihuana, entre otras cuestiones que son necesaria y naturalmente parte de los monólogos de pie que traen a La Trastienda (Fernández Crespo 1763), donde casi agotaron las dos funciones para esta noche, a las 21.00 y a las 22.45.

Es un espectáculo de dos, dos mini-shows, sin título, un video introductorio y 40 minutos para cada una: al frontón de la risa. Bimbo suele abrir y Custodio va segunda; así manejan la gira con la que llegan esta noche a Montevideo. El año pasado cruzaron seis veces y la rompieron en Bluzz Bar. No van a hacer las mismas rutinas; todo el tiempo se prueba material: “Es un arbolito al que le vas sacando y poniendo cosas”, define Custodio. No pelean por el lugar en el cartel; dicen que comparten hasta la cuna tanguera: Godoy es la hija adoptiva de Virginia Luque y, aunque no ejercía como artista, al padre de Custodio también se le daba bien el canto. “Somos la misma gorda, no paro de decirlo”, sentencia Custodio, apenas larga el dato curioso.

De lunes a viernes, junto a Martín Rechimuzzi y Malena Pichot, Bimbo conduce Furia bebé en Futurock, y en la misma radio, Custodio participa en el programa Segurola. Al escucharlas completar las frases de la otra, uno casi empieza a lamentar que el show sea una alternancia y no una fonoplatea. Se las puede ver en los especiales que cada una grabó para Comedy Central, pero muchos habrán fijado la atención en Bimbo durante aquella inesperada maratón feminista, el verano pasado, cuando Jorge Rial dedicó una semana a una agenda ajena, los temas que preocupan a sus hijas o como la actriz recuerda: “Me invitaron a ver qué tenía para decir de Pettinato y aproveché para hablar de un montón de cosas. Más que eso no voy a hacer. Soy comediante, no doy charlas. Hay un montón de compañeras que laburan de eso y son las que tienen que hablar. Yo soy feminista y hago radio. Entonces, lo que digo está atravesado por eso. Soy comediante y soy feminista, los chistes están atravesados por eso. Pero no trabajo desde el feminismo”. La volvieron a invitar y dijo que no; ya estaba. “Fue media hora en la historia de la televisión. No cambió nada en mi vida ni en la de Rial. Pero ‘misoprostol’ fue la palabra más buscada en el día y de eso estoy orgullosa, porque muchas personas se enteraron de qué era”.

Lo que sí hace, con la pericia de la terapeuta que no es, es conducir el segmento Bimbotiquín. “El intercambio entre personas tiene un valor. También tengo mucha terapia encima, hay cosas que son fáciles de ver en los demás, y hay una voz adentro de todes que la tiene clara. A veces es más utópico que posible”. Algunos audios están disponibles en Youtube y –tiembla Rolón– esas pastillas radiales tendrán una versión en papel dentro de poco. Algunos hitos de esta doctora corazón: “El año pasado, para fin de año, justo había hecho un top ten y estuvo mucho el tema de abrir la pareja, de relaciones en las que no quieren más la monogamia; es de las cosas que más llegan. O ‘me gusta alguien pero quiero dejar a mi pareja’. Mucho salir del clóset, mucho ‘vivo en un pueblo y me cuesta decírselo a mis padres’. Inseguridad respecto de que alguien te vaya a querer. Hay mucha gente contando cosas, desde alguien al que se le murió su pareja hasta ‘no me gusta nadie’. Todo se mete, y es alguien que se está abriendo, sabiendo que va a ser leído aunque no digas el nombre”.

La conversación se inclina hacia Bimbo, que es la que vivió los escenarios desde chica, la que acompañaba a Virginia Luque a los ensayos en lo de Pugliese, la que conoció así a Goyeneche, Hugo del Carril, Tita Merello, Ada Falcón, esas mujeres de carácter en aquella época. “Mi mamá siempre me hablaba de eso”, dice Señorita Bimbo, “y yo creía que era una hinchapelotas hasta que empecé a laburar en ambientes machistas. Antes trabajé diez años como maquilladora, que tiene otras cosas, pero son muchas minas y había bastante sororidad, aunque no se supiera bien el término. Después, mamá tenía razón. No era fácil ser artista en esos años, ser cantante de tango. Ella empezó laburando a los nueve, el padre la llevó al teatro y se hizo esa personalidad con la que podía contra todo. Era medio Malena, con ese tipo de energía para la que su dificultad era su motor”.

La pregunta es si ahora rinde ser mujer en un escenario, o cómo lo ven ellas, que agotan entradas, y responde Custodio, con firmeza: “En esto nunca garpó ser mina. Meter el mensaje de forma graciosa garpa un montón, porque lo que falta es eso: a veces hay mucho mensaje, a veces hay poca gracia, y a veces hay mucha gracia y poco mensaje”.

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