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Federico González, Kung-Fú OmBijam

Foto: Mariana Greif

Amor por el hip-hop

7 minutos de lectura
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Kung-Fú OmBijam, rapero privado de libertad, toca el viernes en el teatro Solís.

Federico González Canavesi, conocido artísticamente como Kung-Fú OmBijam, rapero emergente en la escena nacional, desde hace años hace música desde la prisión.

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Desde chico comenzó a rapear y a interpelarnos como sociedad, pero su primer disco, Desahogo cultural, llegó recién en 2017. Está compuesto por diez misiles en forma de canciones que invitan a la reflexión, autobiografía convertida en música, alquimia del arte en terapia, transformación del rap en liberación.

Un año después, Kung-Fú OmBijam cuenta con dos nominaciones en los Premios al Hip Hop El Quinto Elemento en las categorías MC solista y dupla Beatmaker/MC junto con Sebastián Peralta, y también estuvo entre los candidatos al premio Graffiti como mejor disco de hip hop. Fue parte del Festival Internacional de Innovación Social, donde compartió escenario con Dostrescinco, referentes del género y protagonistas directos de la vuelta de Federico al rap.

Hoy, Federico está privado de libertad en la Unidad 6 Punta de Rieles. Es el primer músico uruguayo que obtiene su registro en AGADU en estas condiciones.

Quiere inspirar a otras personas en su situación y en particular a adolescentes y jóvenes en conflicto con la ley. Desde la cultura, la escritura y el rap propone nuevos escenarios para habitar, sacudir y promover consciencia en aquellas personas que habitan la peor de las cárceles: sus propias creencias limitantes.

El viernes 24 de agosto a las 20.00 se presenta en vivo por primera vez en la sala Zavala Muniz del teatro Solís. Para hablar del show y también de las condiciones en que produce su música, fuimos a conversar con él a Punta de Rieles.

¿Cuándo empezaste a rapear?

A los 13 años. Mi cuñado de esa época me pasó material y ahí empecé a hacer un poco de rap. Me incluyó en Catarsis, su banda, y así me fui metiendo en la escena hip hop.

¿Cómo fue volver a rapear acá adentro?

Fue dejar otras cosas y empezar a pensar. El clic para volver a rapear lo hice en 2014, cuando escuché a Dostrescinco en la tele. Estaba trabajando en el turno nocturno de la panadería de la cárcel de Canelones y en Va por vos, el programa musical de Noelia Campo, empezaron a pasar “Es hoy”, una canción de Dostrescinco con Socio como invitado. Ahí pensé: “¡Pa!, lo que me estoy perdiendo”, y me puse a escribir. Escribí, escribí, escribí. Y sabía que en Punta de Rieles había una radio y otras cosas. Pensé: “Me quedan unos cuantos años, quiero hacer música adentro de la cárcel. Es en Punta de Rieles”.

Desahogo cultural es tu primer disco. ¿Cómo fue el proceso de grabación?

Sebastián Peralta [productor musical] me propuso hacer un tema. Cuando conoció el repertorio me propuso que fuera un disco. Empezamos el trabajo por las redes, él me mandaba pistas y yo maquetaba desde acá. Hicimos diez temas. Salí tres veces para grabar en el estudio El Clap. Seba me abrió la cabeza.

¿Por qué “desahogo cultural”?

Porque uno acá adentro necesita eso. Acá adentro acumulás odio, de una manera u otra. Yo tenía mucho desapego con la gente que quería, porque no podía comunicarme, por no poder estar con ellos, entonces escribirlo en un papel y poder expresarlo es desahogarte. “Yo soy esto, va la pelota”. Expresar lo que te pasa te hace canalizar la violencia, eliminarla desde un lugar creativo.

De Punta de Rieles al teatro Solís. ¿Cómo es romper esa barrera?

Es la construcción de un proceso, de querer hacer las cosas bien, centrarme en hacer rap y progresar. Se empezó a sumar gente, y esa gente construyó las condiciones para que yo pudiera romper barreras. Fueron muchas cosas sumadas, no fue de un día para otro. Ese es el viaje de Punta de Rieles al Solís.

¿Qué te imaginás en ese escenario?

Me genera una felicidad gigante. Ya cumplí el sueño de hacer un álbum de rap, ahora voy por otro sueño, que es poder expresarlo en un escenario así. Poder estar ahí, conectarme con mucha gente que quiero, y de repente darte cuenta de que sos parte de la escena local.

¿Cómo va a ser el show?

Todo esto es producto del trabajo en equipo: lo musical está armado por Sebastián Peralta, Ezequiel Utzman está a cargo de la gestión cultural y Aliem Rap va a abrir el show. Voy a tocar con banda, con Sapo Gamboa, de Contra las Cuerdas, en los platos. Va a ser una exploración, no es un sound system como hago siempre. Va a haber invitados: Lucía Ferreira, Santiago Cutinella, Santi Mostaffa, AFC, Chemko. Elemento Suicida va a estar haciendo breakdance, va a haber un show de luces también. El cierre va a ser con mi sobrino, que tiene 9 años y ya rapea.

¿Te parece que la gente puede ver más allá de “el preso que rapea”?

Uno se hace la cabeza pensando en que capaz que lo que estás generando es porque estás preso, pero dejó de importarme, me saqué esa mochila de que me ven por “estar preso”. No me interesa eso, me interesa que la voz llegue. Más allá de mí, que la voz del privado de libertad salga para afuera, que salga el rap que uno quiere hacer. Sirve, además, para sacarte mucha cosa de la cabeza. También para generar lazos con la gente, porque no porque esté acá adentro no soy de allá. Además, trato de ayudar a eliminar los prejuicios que recaen sobre las personas privadas de libertad. Somos personas. Aprendemos transitando lugares. La frontera se traspasa, pero tenés que querer. También tiene que querer el afuera; para que las cosas cambien tiene que estar la voluntad de los dos lados. No todo lo que está adentro del sistema carcelario es violento. Tienen que florecer muchas cosas dentro de las cárceles. Hay mucho que quiere florecer, pero no puede por los muros, por los prejuicios.

¿Hay diferencia entre “ser preso” y “estar preso”?

Ser preso es una construcción identitaria, porque “soy preso” estoy limitado, tengo que estar engrilletado, no puedo estudiar, no puedo trabajar. “Estar preso” es algo físico y temporal. Preso físicamente, estoy, pero mentalmente no estoy preso. No estaríamos acá conversando, no habría personas privadas de libertad haciendo cosas. Cuando estás preso de otra manera que no es la física no podés hacer nada. Sabiendo que esto se termina en algún momento y sabiendo lo que queremos hacer podemos planear el afuera.

Tuviste más de 90 salidas culturales.¿En qué cambia poder salir?

Atravesás barreras, podés relacionarte con la gente. Después de que “salís hacia afuera” la cabeza te labura distinto, quedás más libre de esa prisión física.

¿Te acordás de alguna salida en particular que te haya marcado?

Todas, son todas distintas. Si hacés lo que te gusta todo te suma. Las que más me gustan son las que me toca estar arriba de un escenario rapeando.

¿Por qué falla el sistema?

Falla el sistema porque no se escucha al preso, no se escucha a la persona privada de libertad, ni sus realidades ni sus demandas. Se pide lo básico: más educación, trabajo, tener algo para cambiar el día a día. Se tiene que escuchar más a la persona privada de libertad, capaz que así se puede llegar a otras cosas. La persona privada de libertad tiene que estar presente en todas las actividades en las que se habla de contextos de encierro, si no es como si fuese una perrera: los perros no hablan, ladran, y precisan a alguien que interprete y hable por ellos.

¿Qué tiene que cambiar en las cárceles?

Las rejas. Las autoridades tienen que revisar sus equipos, ver qué trabajadores están para hacer algo de verdad y quiénes están trabajando en la cárcel sólo porque no les queda otra. La persona que trabaja en una cárcel tiene que ser humano, no ser funcional al sistema. Las cárceles tienen que tener herramientas para que las personas que quieren hacer algo puedan hacerlo. Las personas privadas de libertad que quieren hacer algo tendrían que tener la oportunidad de hacerlo, si no querés hacer nada te vas a 24 x 24 [régimen de un día completo de encierro]. Hay muchas personas que están en 24 x 24 que quieren hacer cosas y no pueden porque están trancadas. Tiene que haber una revisión de arriba, porque lamentablemente hoy son todos presos del sistema, los que estamos privados de libertad y los que están trabajando.

Vos estuviste en un régimen cerrado en la cárcel de Canelones. ¿Qué cambia entre este régimen y uno abierto?

Todo, te cambia la mentalidad. En una tranca 24 x 24 quiero fugarme, quiero ser católico cuando no lo soy, quiero cantar cumbia cuando odio la plena. En un régimen abierto me puedo cuestionar qué es lo que quiero para mí: quiero estudiar, trabajar, jugar al fútbol, rapear. Necesitás a alguien que te guíe en ese camino, una persona que te ayude a ordenarte, que te cuestione si estás haciendo las cosas mal.

¿Los regímenes cerrados producen más violencia?

Los regímenes cerrados alimentan la violencia. Hay personas que no son violentas y al estar trancadas mucho tiempo no les queda otra que ser violentas; la tranca, el no poder hacer nada, generan una desesperación brutal. A mí me pasa que siento que necesito estar libre, necesito recuperar autonomía, dejar de depender de otro para todo. Te desespera. Hay muchas personas que saben lo que quieren hacer y que no quieren cometer más delitos, esas personas necesitan tener la chance de poder hacer otra cosa, probar algo alternativo al encierro.

¿La violencia en el sistema genera más violencia para los que están adentro?

Toda violencia genera más violencia.

¿Qué pasa acá adentro cuando la gente dice que “hay que matarlos a todos” o que “tienen que estar presos toda la vida”?

No saben lo que están diciendo. Se pierden de conocer la experiencia de vida de mucha gente, la de todos los presos. Capaz que se están mirando al espejo cuando dicen eso.

Tienen dos programas de radio acá también. ¿De qué van?

Colectivo entre rejas es un programa informativo, que comparte noticias. Después tenemos Somos lo que somos recargado, que es una visión más crítica y reflexiva de distintos temas, son dos propuestas desde nuestras voces. Se pueden escuchar en Facebook y en Radiopedal, que fue la principal plataforma que nos dio una mano para poder compartir lo que hacemos.

Has apoyado a otros raperos que empiezan a rapear.

Es un ida y vuelta, acá nos apoyamos entre todos. Poder compartir un momento, sacar para afuera lo que uno tiene para transmitir. Se trata de apoyar a alguien cuando quiere hacer algo para cambiar la cabeza y salir para afuera.

¿Te imaginás rapeando afuera? ¿Te imaginás a vos afuera?

Todo el tiempo. Más que imaginarlo es una expresión de deseo estar afuera. Cantando, rapeando, viviendo, de alguna manera lo estoy haciendo, creo que lo voy alcanzando. Esto pasó de ser un sueño, en 2014, en una almohada de la cárcel de Canelones, a ser una realidad que estoy llevando adelante. Ya quiero estar en la calle rapeando, intercambiando cultura, poder estar con mis hijos, tener un trabajo. No desapegarse del todo del adentro, poder volver en algún momento desde otro lugar para apoyar a otros compañeros. El día de mañana quiero estar en la calle y poder transmitir lo que aprendí acá.

¿Te imaginás siendo referente de otros pibes que están transitando los bordes ahora?

Siendo referente no, eso que lo digan los demás. Me imagino siendo un “amiguía”, poder compartir mi experiencia: “Acá la cagué”, “esto lo hice así, a mí me resultó, vos pensalo”.

¿Qué se viene después del 24 de agosto?

Empieza el próximo objetivo: mi segundo álbum. Todos los invitados del 24 van a participar de mi próximo disco. La idea es zafar un poco de la cárcel, poder hablar de otras cosas, ya hablé bastante del sistema carcelario. Quiero asumir retos nuevos.

Desahogo cultural | Kung-Fú OmBijam. VIP Music Records. Producción: Sebastián Peralta.

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