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Ernesto Díaz, Patricia Robaina y Mario Rodríguez Lagreca, tras recibir una distinción por Mapa cancionero del interior del Uruguay en los Premios Graffiti.

Foto: Santiago Mazzarovich

Cartografía musical: el proyecto “Mapa cancionero del interior del Uruguay”

5 minutos de lectura
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“Mapa cancionero del interior del Uruguay” recibió una mención especial en los Graffiti.

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Matías Romero nació en Paysandú y por lo tanto lleva el paisaje litoraleño arraigado en su guitarra. A lo largo de su carrera ha participado en múltiples propuestas artísticas. Tal vez la más conocida sea el Cuarteto Ricacosa, conjunto de música típica en el que se desempeña como guitarrista y autor. También fue parte de la banda estable de Braulio López, con la que recorrió el país. En esas giras festivaleras comenzó a percibir que en cada pago había canciones representativas del lugar, recreadas y conservadas por los locatarios, especies de banderas o himnos populares de las comarcas. De esta experiencia surgió la idea del Mapa cancionero del interior del Uruguay, proyecto ganador del Fondo Concursable 2017 que desde hace un tiempo está online, y que anoche recibió una mención especial en la ceremonia de los Premios Graffiti por su creación de un recorrido musical por las diferentes regiones culturales del país, “con el fin de dar a conocer el patrimonio social, geográfico y artístico del Uruguay”.

Según la descripción del sitio, se trata de “un material digital didáctico, que reúne y pone a disposición del público canciones que se podrían considerar, desde una mirada actual, himnos populares entrañables al oído y representativos del contexto geográfico y social de cada región del país”. Este “planisferio cancionístico [...] ofrece información sobre sus autores, letras, estilos y géneros a los que pertenecen así como sobre los intérpretes que grabaron especialmente las nuevas versiones para el proyecto”.

Son muchos los ingredientes que condimentan una propuesta en principio simple como la de recopilar canciones autóctonas de distintos puntos. Para comenzar, la decisión de dividir el territorio en regiones y no sólo en departamentos, bajo la premisa de que algunas de las canciones describen las costumbres de un espacio más extenso que el de su punto de origen. El criterio de regionalización utilizado es el diseñado por el sociólogo e investigador Felipe Arocena, quien propone siete regiones culturales: norte (Cerro Largo, Artigas, Rivera y Tacuarembó), suroeste (San José, Colonia y Soriano), litoral (Río Negro, Paysandú y Salto), centro (Florida, Durazno y Flores), este (Rocha, Treinta y Tres, Lavalleja y Maldonado), y por último las regiones de Canelones y Montevideo.

El soporte y el formato son dos aspectos fundamentales que potencian la idea inicial. Mapa cancionero podría haber sido sólo un disco de canciones, o sólo un ensayo literario, o una recopilación de testimonios y biografías, o nada más que un mapa con las canciones georreferenciadas. Pero es todo eso, presentado con tal calidad y calidez desde el punto de vista del diseño y el lenguaje que uno no sabe por dónde empezar. Esto último es fundamental: no hay una sola manera de abordar la obra, no tiene una dirección ni un comienzo y un final. Se puede empezar por el norte, o por la costa, escuchar las canciones y aprender sobre los autores, o saltarse algo para pasar a la siguiente canción.

Lindo haberlo vivido pa’ poderlo cantar

Claro que nada de lo anterior tendría sentido sin las canciones. Las 11 composiciones que estrenan el proyecto fueron elegidas por su identidad local, aunque muchas de ellas como “Chiquillada”, “En tu imagen”, “Gurí pescador”, “Adiós a Salto” o “Río de los pájaros” trascienden esa división política. Otras, que suenan ajenas para quienes no pertenecemos a esos territorios, son considerados himnos departamentales o al menos cuentan con una considerable reputación; es el caso de “Vidalita de Cerro Largo”, “Canto a Maldonado”, “Vivo en un rancho”, “Dulce Uruguay” y “Mi mama, la pala y el río”. La lista también da lugar a un caso particular, “La canarita”, canción que representa a Canelones. Fue seleccionada por su ritmo, su letra y por su forma de canto; sin embargo, en el sitio se explicita su controvertido origen en 1975, cuando fue grabada para el disco Folklore oriental, promovido por el Departamento de Relaciones Públicas del Ministerio del Interior; por otra parte, fue interpretada por el Conjunto de la Jefatura de Policía de Canelones, en el marco del Año de la Orientalidad, organizado por la dictadura militar.

El repertorio muestra la variedad de ritmos que pululan la penillanura: vals, zamba, vidalita, canción del litoral, chamarrita, galopa, ranchera, canción de terruño y canción norteña. Sin duda, dentro de esta serie de buenas decisiones, el gran acierto es la selección de intérpretes. Romero convocó a colegas contemporáneos, en todo los casos oriundos del pago homenajeado, buscando que cada versión transmitiera “la carga emocional, así como la rítmica y el fraseo característico del lugar”. Como dan cuenta en los textos que acompañan sus versiones, la mayoría de los intérpretes tienen un vínculo afectivo con la obra: o se las enseñó la madre, o la cantaban en la escuela, o sonaba todo el día en la casa, por nombrar parte de las historias. Incluso, propio de la vida de pueblo, muchos conocieron o tuvieron algún tipo de vínculo con los autores, a pesar de que en casi la totalidad de los casos los intérpretes son más jóvenes que las canciones que interpretan.

En los testimonios se repite la idea de paisaje. Aparece para referirse a las fuentes de inspiración, a la geografía sonora o directamente para sentenciar que somos ese entorno en el que nacemos y nos criamos. Esta idea de “lugar en el mundo” se acentúa con la condición de repatriados de la mayoría de los participantes, incluido Romero. Es interesante cómo intérpretes y autores, a pesar de las distancias temporales, comparten el mismo plano evocativo. En definitiva, los une el paisaje y esa necesidad de volver a la orilla de los recuerdos.

Voces por delante

El resultado musical es perfecto porque las versiones respetan los arreglos originales, en particular en el estilo, ritmo y melodía, pero sin fosilizarlas. Las canciones ganan en vigencia. En ese sentido, que gran parte de las voces sean femeninas da cuenta de este momento histórico. La única mujer participante en las versiones originales es Amalia de la Vega, que cantó “Vidalita de Cerro Largo”. Romero participa como productor artístico, guitarrista y arreglador de todos los temas, y en algunos casos está acompañado por otras guitarras u otros instrumentos como flautas y vibráfonos. Da la sensación de que la intención siempre fue poner las voces por delante, el color y las forma de decir como sellos de identidad.

Junto a la biografía de los autores y el testimonio de los intérpretes, cada capítulo incluye la letra y, en el caso de que estén disponibles en Youtube, un vínculo con la versión original. Tal vez el emporio de contenidos podría haberse completado con las partituras de las canciones.

El equipo liderado por el músico sanducero pretende continuar sumando himnos en los departamentos que faltan, entre ellos nada más y nada menos que Treinta y Tres y Tacuarembó, dos históricas usinas de nuestro folclore; también se proponen vincularlo al plan Ceibal y al Ibirapitá, y seguir adornando las canciones con otros músicos e instrumentos. De modo que el proyecto está en construcción.

Mapa cancionero del interior del Uruguay es una calibrada radiografía de la música uruguaya; un nuevo aporte en el porfiado desafío de demostrar que somos mucho más que una mansa bahía; y un instrumento esencial para quienes decidan adentrarse en el paisaje sonoro hasta sus entrañas. Como ya advirtió el maestro Rubén Lena: el caballo está ensillado.

Repertorio y participantes

  • “Mi mama, la pala y el río” (Alán Gómez) - Ernesto Díaz en voz y Mario Rodríguez en guitarra.
  • “Vidalita de Cerro Largo” (Luis Cluzeau-Mortet y Emilio Oribe) - Patricia Robaina en voz y Sebastián Segarra en guitarra.
  • “Adiós a Salto” (Víctor Lima) - Fabricio Breventano en guitarra eléctrica y voz.
  • “Río de los pájaros” (Aníbal Sampayo) - Yisela Sosa en voz y Nahuel Lemes en guitarra y voz.
  • “Dulce Uruguay” (Nepomucemo Terra) - Tania Eskin y Paula Evans en voz, Martín Tejeda y Charly Ferret en guitarras.
  • “Canto a Maldonado” (Raúl Montoñés) - Valentina Estol en voz y flauta, Daniel Lacuesta en guitarra.
  • “En tu imagen” (Lucio Muniz) - Virginia Núñez en voz y Sebastián Segarra en guitarra.
  • “Gurí pescador” (Osiris Rodríguez Castillos) - Virgina Belhot en voz y Robert Chabat en guitarra.
  • “Chiquillada” (José Carbajal) - Martín Berois en voz, Valentín Abitante y Fernando Cortizo en guitarra.
  • “Vivo en un rancho” (Miguel Lacroix) - Juanita Fernández en voz y vibráfono.
  • “La canarita” (Vever Luz y Héctor Muniz) - Pablo Cabrera en voz y guitarra.

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