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Martín Jorge (archivo, setiembre de 2021).

Foto: Carlos Pereyra

La Banda Sinfónica de Montevideo vuelve a los barrios

6 minutos de lectura
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Su director, Martín Jorge, habló del shock de la pandemia, la programación 2022 y el rol de los elencos públicos.

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La Banda Sinfónica de Montevideo lanzó su temporada 2022 el domingo con una nueva presentación de Banda Sinfónica de película, el espectáculo que repasa bandas sonoras de filmes reconocidos, con composiciones de John Williams, Howard Shore, Alan Menken y Klaus Belt, entre otros. Y hoy, después de casi dos años, volverán a recorrer los barrios de la capital con esta misma propuesta. Sobre este esperado regreso, sobre el repertorio de este año y sobre el rol didáctico de la banda en la convivencia social, la diaria conversó con su director, Martín Jorge.

¿Cómo estuvo el lanzamiento de la nueva temporada?

Con los músicos nos quedamos muy contentos. Fue un concierto muy especial para nosotros, y al final lo comentamos con el público. La pandemia también nos afecta y teníamos muchos compañeros que no estaban disponibles, había que estar cubriendo partes, y eso te cambia todo lo que ensayás. Pero recibimos una ovación muy linda. De hecho, desde que estoy en la Sinfónica nunca habíamos tenido una devolución tan fuerte como cuando terminó el concierto de anoche [por el domingo]. Quedamos impactados en el escenario. El aplauso, las voces de la gente... Creo que pasaron bien y estamos contentos por eso.

Y ahora se viene algo que imagino que estaban extrañando mucho, que es la salida por los barrios.

Hace dos años que no estábamos en la calle. El último concierto presencial que tuvimos fue el 6 de marzo de 2020, en el Molino de Pérez, un lugar al que vamos a volver con esta gira. A los pocos días de eso comenzó la emergencia sanitaria. No volvimos a la calle, no volvimos a salir, no hemos vuelto a tocar al aire libre, que es el escenario natural de la banda. Eso nos emociona mucho. El debut en el teatro Solís, con la recepción del público y la idea de propuesta musical que teníamos, nos emociona mucho. El otro día en el último ensayo estuvimos hablando de eso, de que era momento de volver a ese escenario natural que es la calle, con lo lindo y con los desafíos que plantea. Contentos y comprometidos con sacar una gran gira de música sinfónica en Montevideo.

En estos dos años de los que hablabas, ¿cómo se mantuvo el espíritu encendido?

Con compromiso. Lo primero fue el shock y lo segundo el tratar de resituarse. Entender que había, aparte de como artistas y como músicos, un compromiso extra. Porque una de las primeras cosas que mostró la pandemia fue la precariedad del sector cultural en general, y lo que nos toca a nosotros en lo musical. Hay muchísimos colegas del medio independiente que viven toque a toque, fin de semana a fin de semana, y eso se acabó con todas las complicaciones que trajo. Y desde el lugar del músico profesional, que tenemos el privilegio de trabajar en el sector público, fue decir: no podemos parar. Tenemos que encontrar la forma. Nosotros sí tenemos la posibilidad de ver cómo nos podemos reinventar y tratar de hacerlo. Y convocar para eso a colegas, evidentemente un grupo reducido, del sector independiente. No sólo musicales sino de otras disciplinas, disciplinas técnicas. Creamos una pequeña unidad audiovisual para elaborar una primera temporada virtual en 2020, que se continuó en 2021. Eso nos marcó un camino, que vamos a seguir, de investigación de productos que no sólo son lo tradicional, presencial, y que tal vez sin esto no nos hubiéramos puesto las pilas para desarrollarlos.

Cuando la actividad volvió, nosotros volvimos, por las medidas sanitarias, acá en el teatro. Un lugar controlado tanto para artistas como para público. Y ahora, poder volver a la calle y tratar de recuperar esos 80 conciertos anuales que teníamos está siendo un deseo absoluto.

Como decías, comienza una nueva temporada. ¿Cómo se determinan los contenidos de cada una?

Los contenidos de las temporadas tienen mucho que ver con las direcciones artísticas. A veces las efemérides, las cosas que pasan, determinan un poco los contenidos. El gusto del público también, y no sólo por lo que le gusta, sino por lo que no está tan acostumbrado a escuchar. Justamente los elencos públicos estamos para eso, para transitar por las cosas que no necesariamente tienen que ser comerciales. El objetivo no es llenar el teatro, pero si lo hacemos nos sentimos contentos. Nuestro desafío, nuestra misión, es abordar aquellas expresiones que en otros ámbitos no se hacen, y que se entiende que son relevantes para nuestra convivencia social en Montevideo.

Este año tenemos una mirada un poco literaria. Se cumplen algunas efemérides literarias, como la de Marcel Proust o el Ulises de James Joyce. Y pensando un poco en eso, en cómo vincular la música, vamos a estar trabajando una serie de conciertos descentralizados que van a tener, como centro de obra, musicales inspirados en obras literarias. Vamos a tocar la sinfonía La odisea, de Robert W. Smith, y la sinfonía Don Quijote. El año pasado ya habíamos hecho una aproximación con la sinfonía La divina comedia. Obras inspiradas en contenidos literarios. Y eso va a marcar un poco una línea que vamos a estar atravesando este año, que es el diálogo entre la música y la literatura.

Pensando en la gira Banda Sinfónica de película, ¿qué tan importantes son los conciertos con una temática que puede acercar a la gente?

La banda tiene esa versatilidad en sus posibilidades, tanto por su conjunto instrumental como por el expertise de sus integrantes, de transitar tanto aquellos repertorios más vinculados a la música clásica o académica, como también repertorios de corte popular. La música de película es un gran híbrido entre eso, porque tiene muchísimo del mundo de la música popular, pero requiere la capacidad de la ejecución sinfónica. Sirve para conocer lo que es una banda sinfónica y de ahí proyectarse a otras expresiones de música clásica, como ir al Sodre, al Solís a escuchar a la Orquesta Filarmónica. La llegada con algunos productos populares sirve para que se le pierda el miedo. Y también por la creencia muy profunda de que el sonido sinfónico, que es un sonido producido en tracción a sangre, escuchado sin amplificaciones, tiene una llegada de conexión grande, que es con lo que después invitamos a la gente a venir a los productos de corte más académico, o que requieren una reflexión un poco más grande.

Cuando salimos durante la temporada principal, a partir de otoño, a los barrios, no sólo lo hacemos con los contenidos populares, sino también con los contenidos sinfónicos, con la misma rigurosidad con la que los encaramos en el Solís. Y sabemos que eso es algo que cuando está tomado con seriedad desde nosotros, los músicos, funciona en el barrio exactamente como funciona en el Solís. Y muchas veces en el barrio, en esos escenarios que surgen espontáneamente, como salones comunales, gimnasios y plazas de deportes, toda esa música increíble, de gran factura, toma una dimensión todavía mucho más sorprendente.

Otro componente que acerca, al menos en las oportunidades en que te vi como director, es la parte didáctica, la comunicación con el público durante el concierto.

Soy un convencido de que eso es necesario. Lamentablemente, el nivel de formación artística en general, y musical en particular, es bajo en las escuelas y en los liceos. Considero que hay un valor muy grande en todo eso, en escuchar buena música, que no quiere decir música clásica. Buena música, bien hecha, hecha con seriedad, que esté bien afinada, bien cantada, que el instrumento esté bien tocado, sea un violín o una guitarra rasgueada. Cuando lo que está atrás tiene disciplina y dedicación, se transmite algo que a veces es más fácil de ver, que te llega al corazón o no, y que en el fondo nos aporta a todos una calidad de vida ciudadana.

El concierto de música clásica, de música popular, encontrarte con otras personas de tu comunidad que no necesariamente tienen que ser conocidas, compartir ese momento, entender que para que el otro pueda disfrutar yo tengo que hacer silencio... son cosas que ayudan a la convivencia y que generan un ritual que en la vida social es fundamental. Y en este Uruguay nuestro tan laico, que el ritual religioso no necesariamente atraviesa la convivencia social, creo que el concierto, al igual que un espectáculo deportivo, es una de esas cosas que nos unen. Y todo lo que podamos hacer desde la Sinfónica o desde la dirección para que eso sea más disfrutable, para que enriquezca más y que el rato que comparten con nosotros sea un rato de ganancia en calidad de vida, lo hacemos siempre. Desde que volví a Uruguay y tomé el cargo ese sello está. Me empezó a pasar en el exterior, en la carrera, tener necesidad de comunicarme con la gente para ayudar a comprender todas esas cosas que a mí me emocionan y me cambian la vida siempre. Si podemos contribuir a que eso le pase a alguien más, lo hacemos con todo encanto.

Gira barrial de la Banda Sinfónica de Montevideo:

Miércoles 23/2, 20.00: Parque Idea Vilariño (Larravide e Isla de Gaspar)
Jueves 24/2, 20.00: Polideportivo de La Paz, Canelones (Tiscornia y José Enrique Rodó)
Viernes 25/2, 20.00: Museo de la Migraciones (Bartolomé Mitre 1550)
Miércoles 2/3, 20.00: Plaza ex Terminal Goes (Gral. Flores y Carlos Reyles)
Jueves 3/3, 20.00: La Paloma, Rocha (Av. Solari frente al hotel Cabo Santamaría)
Domingo 6/3, 20.00: Canteras del Molino de Pérez (Rambla O’Higgins 5327 y pasaje Arq. J Beltroni)
Lunes 14/3, 20.00: Intercambiador Belloni (Av. Belloni y Cno. Maldonado)

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