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Maximiliano Gómez, de Uruguay, y Carlos Zambrano, de Perú, en el estadio Centenario.

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El futuro ya llegó: Tabárez y la evolución de los futbolistas

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¡Ay, ay, ay! Las redes sociales convertidas en medios de comunicación sin serlo. ¡Ay, ay, ay! Los medios de comunicación legitimando lo que dicen las redes sociales, sabiendo que lo que diga Instagram, Twitter o Facebook no ha pasado por el más mínimo protocolo periodístico. Se ven seguido falsas noticias, mentiras, medias verdades en contextos distorsionados, que podrán tener fuerza, pero la mayoría de las veces se convierten en basura acumulada de la que es muy difícil desprenderse. También están las noticias reales de un par de años atrás, en ocasiones lanzadas como de actualidad con intención, en otras con absoluta inocencia. Eso pasó por estos días con dos récords legitimados por la empresa Guinness: alguien, distraído, con buena intención o recién enterado, pasó a difundir una publicación de exactamente un año atrás, cuando Óscar Washington Tabárez fue reconocido por ser el director técnico de fútbol con mayor cantidad de partidos dirigiendo a una selección nacional y por ser el único entrenador en actividad que ha sumado cuatro campeonatos mundiales dirigiendo a una misma selección. No dice, no debería, que el Maestro es además el entrenador que más veces ha dirigido a Uruguay en partidos amistosos. Tampoco dice que, como consecuencia de tantos partidos acumulados, Tabárez ha cumplido a cabalidad con uno de los puntos que presentó allá por el 8 de marzo del 2006: influir positivamente en el proceso de formación integral de los futbolistas seleccionados.

Competición significativa

El cuerpo técnico se ha preocupado por tener actividad continua en las fechas FIFA para, entre mundiales y sudamericanos, ir modelando un gran plantel que se fue convirtiendo en un elenco estable, en un equipo. Nada salió fácil. Se logró jugando, pero también estableciendo una conexión entre las selecciones nacionales, dando coordinación y continuidad entre la selección mayor y las juveniles, promoviendo el tránsito natural de los talentos, una cosa que históricamente había sido discontinua.

El viernes, ante las bajas de Luis Suárez, Edinson Cavani, Cristhian Stuani y Giorgian de Arrascaeta, Tabárez promovió un desarrollo de juego distinto. Paró a Lucas Torreira delante de la línea de cuatro defensores, a Brian Rodríguez por la derecha, a Brian Lozano por la izquierda, a Federico Valverde y Matías Vecino los juntó en los sectores más centrales, y puso a Maximiliano Gómez cerca del área. Funcionó muy bien, a tal punto que se vieron soluciones inmediatas o a futuro. Esos jóvenes, hoy rueda de auxilio, que mañana serán seguros engranajes del colectivo, han logrado esperanzar a la afición al darle la razón al plan establecido por Tabárez.

La semana pasada, el propio director técnico lo explicitaba con ejemplos al dialogar con la prensa: “Las fechas FIFA han sido una cosa fundamental en la evolución de la selección. Generalmente llegan los jugadores nuevos y los que han estado anteriormente; algunos de ellos han hecho su camino, y su evolución tiene que ver con el tiempo transcurrido y con sus experiencias en la selección. A veces, cuando se habla de futbolistas, se menciona nombre y apellido como si fuera algo incambiable, que apareció mágicamente y no fruto de una evolución. Es muy probable que puedan venir futbolistas, pero no sólo porque algunos jugadores no pueden estar en determinado momento, sino por necesidades del equipo, sobre todo desde el punto de vista táctico y estratégico, dado que es necesario cubrir todas las zonas, todas las funciones, y tener el mayor número de opciones posible para cada puesto”.

Días antes del partido con Perú en el Centenario, Tabárez habló del futuro apelando al pasado: “Un ejemplo claro es el de Valverde. Debutó en la Eliminatoria, pero no fue al Mundial. ¿Porque tiramos una moneda al aire? No. Se analizan las cosas y, cuando el futbolista le da significado, empieza a agarrarse de que las cosas dependen de él, y vienen las evoluciones. Entonces ya no sorprende, pero no es una cosa que aparece por generación espontánea”.

“El modelo de juego es un medio, no es un fin. Los entrenadores no son la parte principal del fútbol. Para mí el principal factor de rendimiento es el futbolista. A veces, para las funciones que se quiere desarrollar, no se cuenta con el futbolista que desearía. Esas cosas las tengo claras: cuando no existen determinadas características de los jugadores es muy difícil llevar a cabo determinadas cosas, por eso buscamos jugadores para ciertas posiciones, que no abundan. No tenemos los millones de jugadores que tiene Brasil o Argentina. Nosotros no tenemos tantas opciones. Cuando aparecen en juveniles se esbozan, son una esperanza, pero después necesitan tiempo y evolución para concretarlo. Yo creo en esas cosas, en formar jugadores. De la selección han salido futbolistas para otros medios y triunfaron. Y no hubo necesidad de que el equipo en el que jugaban acá jugara de determinada manera. Hay una parte individual en esto del potencial de los futbolistas, que tiene que ver con el equipo, con lo colectivo. Esa sí es tarea del entrenador: tratar de que esa capacidad individual congenie con la de los otros y de que el equipo sea algo más que esa suma. Estamos observando permanentemente qué futbolistas de los que no están podrían aportar en ese sentido para darles la oportunidad cuando no sea en determinadas posiciones, aunque no digo que estemos saturados (por ejemplo, en la zona de mediocampo, en la que estamos bien)”, manifestó.

Y sí, parece que estamos bien.

La vida de Brian

Antes de estos partidos con Perú, el Maestro Óscar Tabárez se explayó sobre la valía de los futbolistas en general, pero también se apoyó en algunos casos particulares: “¿Hay muchos Brian Rodríguez? Yo no los veo. Son opiniones, es la opinión del entrenador de la selección nacional. No abundan, no sólo hay que descubrirlos. Brian Rodríguez estuvo en los procesos de selecciones juveniles, fue cortado porque se consideró que había otros mejores, y sabemos que fue así porque siempre seguimos el proceso y hay que respetar esas decisiones que están bien fundamentadas. Pero en determinado momento empezamos a ver cosas, sobre todo en Peñarol, y revisamos la historia de Brian, que muchos ni siquiera conocen”.

“Es un ejemplo parecido al de Federico Valverde y muchos otros que crecen a partir de que vuelven de la derrota, del fracaso. Creo en esa gente, y hay muchísimos casos de esos, como el de Edinson Cavani y el de Luis Suárez. ¿Ustedes creen que nacieron cracks? Cavani demoró dos años en poder entrar a la selección mayor, hasta un día me di cuenta, en 2010, de que él y Jorge Fucile eran los jugadores que estaban mejor, y llegaron en mejores condiciones que todos. No jugaron el primer partido (el empate 0-0 con Francia), en el que hubo cosas que no salieron bien, pero entraron en el segundo partido y jugaron todo el torneo. A veces hay gente que no lo tiene, y parece que Cavani hubiera nacido como es ahora y no que es así porque evolucionó. Pero es al contrario: incorporó muchísimas cosas y, si es mucho más rico en lo futbolístico, fue todo un proceso. Es muy difícil hablar con una persona y saber cómo va a ser dentro de unos años. Nos hemos equivocado muchísimo en eso. Hemos visto jugadores en la sub 15 que veíamos en la selección mayor en las primeras de cambio, pero con el tiempo”, agregó.

“La imposición de un jugador pasa por el desarrollo de su personalidad, no tanto por las condiciones que tenga para jugar al fútbol. De hecho, si lo trajeron para acá después de que lo vieran los entrenadores juveniles en sus cuadros, es porque juega bien. Hoy a la selección llegan los que juegan bien, por lo menos a criterio de los entrenadores. Para llegar, la personalidad deportiva está en plantearse desafíos, darle significado a lo que hacen, superar las dificultades, no caerse, no entrar en cosas que en otro tiempo eran muy comunes. Se busca a los que tengan mayor personalidad deportiva y a los que influyan o aporten para que el equipo sea el mejor. No es muy común eso. No basta con jugar al fútbol, no sirve ser un individualista. El jugador tiene que traer o tener potencialmente todas esas cosas, para después desarrollarlas, y los entrenadores estamos para ayudar en esos procesos, pero es muy difícil aventurar que un jugador va a llegar a hacer determinadas cosas. Yo, por ejemplo, lo que hizo Luis Suárez en el fútbol no lo vaticiné en 2006, cuando vino por primera vez acá”, finalizó.

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