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Roberto Fernández, de Fénix, y Martín Rabuñal, de Defensor Sporting, en el parque Capurro. Archivo, noviembre de 2019.

Foto: Federico Gutiérrez

Fénix le ganó 3-2 a Defensor en el Capurro

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Crónica de la victoria albivioleta; Leonardo Coelho marcó los tres goles.

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Duelo del violeta y sus matices en Capurro. Tránsito industrial hacia el fin de semana en la ruta más allá de la cancha. Adentro, antes de la raya, dos técnicos de distinto semblante. De distinto campeonato. Uno por la pertenencia, un proceso que viene de las formativas donde Ignacio Risso hizo sus primeras armas, las mismas que puso en juego. El otro, Juan Ramón Carrasco, lo conocido: el chicle, los brazos en jarra, la altanería, el comando autómata. Las propuestas fluyen con una claridad que permite el diálogo de ataque por ataque, el individualismo y lo colectivo. El primero, obra y arte de Luciano Boggio, con liviandad, con desfachatez.

El empate es una construcción ensayada que se sirve del defecto, para que Leonardo Coelho la acomode contra el palo más lejano. El carioca también convirtió el segundo, con golpe de cabeza. Sonó lo más parecido a una samba con bombo y redoblante en la tribuna que se sirvió de la sombra. Lo tuvo Hernán Menosse cuando el primer tiempo se desdibujaba pero Adrián Argachá, un tiempista, se cruzó a alta velocidad. Lo tuvo también el Tanque Mariano Pavone, que definió con suspenso. Fénix pasó zozobras, hasta que el mismo Pavone conectó con oficio un centro ideal. Sobre el final del primer tiempo, signó un marcador más acorde al trámite.

Volvieron como si nunca se hubieran ido. En el primer ataque, al que le sucedieron otros tantos, otra vez Coelho, una incógnita indescifrable en el área embajada de Punta Carretas. No creo que siquiera lo haya soñado alguna vez: el hattrick de un zaguero, cada vez que un obispo fenece. Golpe de cabeza para el tercero. “¡Feni, Feni, che!”, clama la tribuna del albivioleta local. Aquello del “Feni no baja” por ahora no es necesario. Con la victoria incluso, y tras varias fechas sin convencer, subió un olor a copas en el Parque Capurro. La dinámica de ir y venir siguió hasta pasados los noventa. Alto voltaje para un jueves de tarde. A una fecha del final, con las tablas en la mano, el Campeonato Uruguayo mantiene la corriente. Y un zaguero se lleva la pelota.

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