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Sebastian Quiñones y Federico Morosini.

Foto: Federico Gutiérrez

Con Sebastián Quiñones y Federico Morosini, de Julen y la Gente Sola: “Hay lugares de la cultura futbolera que trascienden al fútbol”

8 minutos de lectura
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Sebastián Quiñones y Federico Morosini, de Julen y la Gente Sola, se refieren al deporte rey casi con la misma pasión con la que suenan sus canciones. Seba se define como un tipo “totalmente perdido, corro para todos lados. En la vida y en la cancha”. Fede empieza diciendo que juega como es: “un pibe medio perdido que habla”. Revela que la mayoría de las veces se para en el fondo, porque aprendió, dice, sobre las limitaciones. Deben jugar medio parecido entonces. Más allá de la ventana del bar hay unas diez canchas de fútbol cinco prendidas fuego. El olor rancio del sudor impregnado a la seda es el perfume. Las pelotitas de caucho estarán un buen rato regadas por la casa, tanto como los dolores en las piernas. Antes de arribar al galpón con ecos de gente pidiendo la pelota se jugaron unos partidos de fútbol virtual, como emulando los Winning Eleven, los FIFA en todas sus versiones, la última edición y así, y el añorado PC Fútbol del terrible 2001. Entonces fútbol en versiones como canciones de otro en el propio swing, en el joystick, en la mesa y donde se ven los pingos. Son sólo unos pibes hablando de videojuegos. Son sólo unos pibes hablando de fútbol.

¿Por qué jugar al fútbol un viernes de noche?

Federico Morosini (FM): Es una excusa para compartir; uno termina de conocer a los amigos en la cancha. Uno juega como es, como dice el dicho, el casete. Debería haber una escuela de expresiones o algo así. Eso los marca a los jugadores. Por ejemplo, [Román] Riquelme: yo puedo pasar horas mirando entrevistas o jugadas. Es casi lo mismo, el loco es de una determinada forma que toda su personalidad está englobada tanto en cómo juega a la pelota como en que si tiene que decir algo lo dice y en que si no tiene que decir nada también.

¿Los músicos también se ponen casetes?

FM: Dos por tres hago el ejercicio de ver qué decía hace cinco años, y nada, un pibe medio perdido que hablaba nomás, y creo que ahora lo mismo.

¿Y en la cancha igual?

FM: No, me paro atrás. He aprendido, sé dónde están mis limitaciones. Voy hasta ahí, doy mi cien en mi terreno. A veces no cruzo la mitad de la cancha convencido, porque sé que lo mejor que le voy a dar a mi equipo va a ser ahí abajo. Si hay que tocar al golero, se toca al golero y que te la pase y ya fue; buscar que se abran, buscar al que corre.

¿Se juega a algo o no se juega a nada?

Sebastián Quiñones (SQ): En los cuadros en que no sabe jugar ninguno te comés seis, siete, se van todos para arriba.

FM: Y esa cosa bien de uruguayo de que somos todos crack.

SQ: Soy un totalmente perdido, corro para todos lados. En la vida y en la cancha, pero sí, acá o sos un crack o sos un pegador de patadas, la del metedor máximo.

FM: No hay un punto medio. A veces jugás un fútbol con gente que no juega hace un año y los primeros 20 minutos son todos como perros que recién los soltaron. Los otros 40 decís “¿para qué vine? Esto me va a doler todo”. Cuando vi al pibe de 19 que se paró abajo dije “es con él”. No tengo que ser yo la salida del equipo, porque yo no soy un [Franz] Beckenbauer, yo te doy una mano.

¿Qué otros jugadores tienen en la retina además de Riquelme?

FM: De [Lionel] Messi puedo pasar horas mirando jugadas. ¿Viste esas madrugadas en que no encontrás la respuesta y no sabés para dónde ir? Messi. Repaso la temporada y empiezo a verlo. En el peor momento me pone feliz. Lo quiero como si fuera un primo, como alguien que conozco. Hace poco miré la serie sobre el Barcelona, que es un loco con una cámara que se mete en el vestuario, te muestra un asado de Messi con [Luis] Suárez, con Jordi Alba; son pibes de treinta y pocos años que están en la cima del mundo, pero que afuera de la cancha podrían ser nuestros amigos perfectamente, es gente que se junta a comer un asado y hablar de boludeces.

SQ: No se compara con Riquelme igual, Román es lo más. Desde las declaraciones, verlo jugar va de la mano con lo que dice. [Diego] Maradona es una figura cien veces más polémica. Comparto millones de cosas, como no comparto millones de cosas.

FM: El loco [Maradona] supo ser un ícono cultural, aprovechar esa cosa de ser el mejor jugador del mundo y pararse desde un lugar que es muy difícil. Poner el pecho ahí y ser él. Se te construye una imagen como de héroe, de persona inalcanzable; que sea un tipo con tantas contradicciones y con el sentimiento tan a flor de piel es lo que lo hace un humano, como vos, como yo, que podemos errarle o hacerla bien. Andá a saber cuántas cosas buenas habrá hecho Maradona que no tuvieron prensa. Pero lo malo de Maradona siempre va a vender más.

¿Y uruguayos?

SQ: Yo soy bolso de La Blanqueada. Irrefutable. [Fabián] O’Neill es una bestia y [Álvaro] Recoba en los clásicos. No lo considero ni cerca un ídolo, pero tiene un clásico ganado con un gol a los 95. Me pongo a llorar con los tres relatos que hay de ese gol, el de [Alberto] Kesman, el de Pasión tricolor y el de Carlos Muñoz. Antes de los clásicos tengo la cábala de que veo la repetición. Una vez llegó mi novia y yo estaba llorando en la cocina. Me dijo: “¿Estás llorando otra vez por ese clásico que fue hace como ocho años?”. Y sí.

FM: No hay con qué darle al Sebita, tiene tribuna. En el sentido de la admiración, un tipo como Recoba está jugando con la camiseta de Nacional pero está jugando para la historia. Ese gol lo vi y lo sufrí como hincha de Peñarol que soy, pero si me lo cruzo le doy la mano. Antes iba más a la cancha, ahora no tanto. Mi viejo me llevaba desde bebé. El quinquenio me lo acuerdo de niño: llegaba fin de año, no tenías mucha idea de nada pero sabías que íbamos a salir de caravana. Esa era la lógica, Peñarol salía campeón siempre. En un momento se terminó y ahí entendí un poco más.

¿Y de los manyas cuáles son los mejores?

FM: Para mí Darío Rodríguez, el primer jugador que vi que me daba algo más allá del fútbol. Empecé a observar laterales por cómo salía Darío Rodríguez, la carpeta que tenía, manejar su cuerpo, manejar la fuerza del otro. El gol contra Dinamarca bueno, de otro partido, de otro Mundial, de otro jugador. Me pasó también algo así con el gol de [Benjamin] Pavard. O con el de Maxi [Rodríguez] contra México. Pablo Javier Bengoechea y el fin de Peñarol cuando lo echamos: [Marcelo] Zalayeta pasa por el vestuario, levanta sus cosas, le deja la banda de capitán al Hormiga [Carlos] Valdés y se va por la puerta de atrás con Pablo. Es de las cosas que más me marcaron como persona haber visto eso en el ambiente del fútbol. Marcelo Danubio, el último clase A que yo vi en una cancha de acá. Ya no precisaba el cuerpo, tenía su propia velocidad. Venía alguien mucho más rápido y él mentalmente detenía el tiempo. Esos tipos son más artistas que jugadores, Riquelme, [Zinedine] Zidane, que en una recepción todos los jugadores van para un lado y ellos tienen la claridad y la intuición de que no, y empujan a los otros 21 a moverse a su ritmo, porque si no es probable que no los agarres. Tenés 21 personas que están en una y los locos están en otra, como que quedan flotando.

¿Y todo esto qué tiene que ver con la música?

FM: Hay lugares de la cultura futbolera que trascienden al fútbol. Hay goles como los de Recoba que no podés no quebrarte. Ahora que se cumplieron diez años de que el Loco [Sebastián] Abreu la picó, ves ese partido de nuevo y decís: “Estos tipos de carne y hueso estaban corriendo contra un continente y le ganaron”. El sentimiento es algo que entendemos todos. Se puede romantizar todo. Si vos le ponés pasión a algo y ves a alguien poniendo su vida en una pisada, o picando un penal, ¿cómo no vas a conectar con el tipo? Volviendo a Darío Rodríguez: no le podés explicar a alguien que no lo vio por qué Darío Rodríguez es importante. Cuando se fue de Peñarol yo pensé que nunca más iba a ver a alguien salir así por izquierda, y pasaron diez años hasta que volvió y lo seguía haciendo igual. Cuando escuchás las llamadas de fútbol en las canciones, aunque no hay muchas referencias, te emociona. En una canción nueva le pedimos permiso a Maradona para decir que “la pelota no se mancha”, pero siempre tengo como una deuda: hace diez años que tengo que hacerle una canción a Darío, así como los Bestia Bebé le hicieron una a Ruben Paz.

SQ: Yo a Darío le toco una canción, pero con otra gente no transo.

FM: Las canciones cada uno las lleva para donde quiere, las asocia a un sentimiento que tiene procesado. Hay una de Los Planetas que se llama “La Copa Europa” y cierra el tercer disco, una canción épica de diez minutos. Leí que trató de ponerse en el lugar de una final de Europa de principios de los 90 y que le tocaba patear un penal. Trató de ponerse en ese momento en el que tenés todo el estadio esperando por vos y todo el resultado depende de tu tiro, o sea ¿qué sentís? Tenés el mundo arriba. Capaz que la canción no tiene nada que ver con el fútbol, puede referirse a otra cosa, pero ese sentimiento de que ahora depende de mí, y que todo lo que tengo adentro y todo lo que soy es lo que va a determinar lo que pasa, es una épica que no sé si hay otra cosa que lo pueda lograr que no sea el fútbol.

¿Si tuvieran que armar un equipo de fútbol de la música cómo sería?

FM: A Tom, de Bestia Bebé, lo pongo de 9.

SQ: José Nozar de 5.

FM: Ahí empezó el cuadro si tenemos a Nozar de 5. Pasa que de 5 tenemos a Jaime. Yo te pongo a Nozar al arco.

SQ: Hay un mundo.

FM: Nozar es seguro el golero que precisás. Lo mismo que precisás del 5 precisás del golero: tener las emociones controladas y no fallar nunca. No puedo poner de 5 a otro que no sea Jaime.

SQ: Esta te la voy a llevar porque te conozco. De 10 pongo a Nick Cave. De zaguero al cantante de Cannibal Corpse [Chris Barnes].

FM: Darío Dubois, que jugaba pintado como los de Kiss, el look completo: a ese lo tenemos que poner. De medio por afuera Ira Kaplan, de Yo la Tengo, un diferente; precisamos de esos diferentes, que vos les das la pelota y no sabés qué van a hacer pero sabés que van a terminar bien la jugada.

¿Y laterales o tres zagueros?

SQ: Línea de tres me niego.

FM: Tenemos que poner al Toko [Diego Astrada]: Ira Kaplan por derecha y el Toko por izquierda, que tocaba en O’Neill, una de mis bandas favoritas del under. Tiene una pluma. Yo conocí antes las canciones, después lo conocí a él de rebote. Me di cuenta de que esa persona iba a ser mi amigo y nunca me iba a dejar tirado.

Entonces la gente de rulos por la banda. Falta otro arriba y los dos laterales.

SQ: Pah, mirá el caño que se comió ese peludo.

FM: A Kim Deal por un lado. Si juega de lateral como toca el bajo...

SQ: Y a Kim Gordon. Si juega de lateral como hace discos... Tremenda línea de cuatro; nos falta uno arriba para acompañar a Tom.

FM: ¿[Alfredo] Zitarrosa era alto?

SQ: Yo lo pondría de técnico. 9, capitán y técnico. A lo [Juan Ramón] Carrasco en Rocha. Pah, aquel tira caños como loco, está fatal, fatal.

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