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Entrenamiento de Boccias, en Apri Uruguay.

Foto: Natalia Rovira

Boccia o bochas adaptadas: un deporte practicado por personas con discapacidad

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Es jugado por personas con parálisis cerebral en sillas de ruedas, o con limitaciones totales o parciales en sus extremidades.

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Leído por Abril Mederos.
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Las bochas adaptadas es un juego diseñado para personas con discapacidad, reconocido como deporte paralímpico desde 1984. Se rige bajo las normas de la Federación Internacional Deportiva de Bochas.

Consiste en acercar lo máximo posible las boccias a un objetivo, la bola blanca. Los turnos se suceden en función del competidor que deja una boccia más cerca. Pueden ser lanzadas con la mano, el pie o a través de una rampa. En ese caso, el jugador le da indicaciones verbales o gestuales a su ayudante.

En 2012 la CPISRA, organización deportiva internacional líder que rige y promueve el deporte y la recreación para la parálisis cerebral, creó la Bisfed, la Federación Internacional de Bochas, con el fin de dar autonomía para practicar este deporte.

En sus inicios, era jugado únicamente por deportistas con parálisis cerebral, por lo que la CPISRA creó un sistema de clasificación basado en cinco clases de parálisis cerebral, pero luego la práctica se extendió a personas en sillas de ruedas o con discapacidad total o parcial en sus extremidades. Entonces se agregaron clasificaciones médicas sobre bases funcionales, en cuatro clases: BC1, BC2, BC3 y BC4. Se juega en competencias individuales (BC1 a BC4), por parejas (BC3 y BC4) o en equipos de tres jugadores (BC1-BC2).

En la BC1 los jugadores pueden lanzar con las manos y los pies, pero necesitan la ayuda de un asistente. En la BC2 pueden lanzar sin ser asistidos. En la categoría BC3 los deportistas necesitan la ayuda de un asistente y tiran a través de una rampa. En la BC4 están los deportistas que no tienen parálisis cerebral pero sí una discapacidad física grave.

Foto: Natalia Rovira

Bochas celestes

En Uruguay se practica desde hace aproximadamente cinco años. Agustín Larre Borges llegó a la Asociación Pro Recuperación del Inválido (Apri) hace tres años, como voluntario, ya que debía generar créditos para su carrera trabajando en alguna actividad deportiva. Le llamó la atención este deporte y el hecho de trabajar con la discapacidad.

Cuando finalizó el período acordado para las prácticas, no se apartó de las clases. “‘Nos gusta mucho como trabajás y queremos que te quedes’, me dijeron desde la fundación y me alentaron a quedarme compartiendo este espacio con los jugadores de bochas”, cuenta.

En APRI la disciplina se practica los martes, miércoles y jueves.

APRI

La Asociación Pro Recuperación del Inválido es una organización sin fines de lucro, con un objetivo social. Es abierto a todo público, y se hace cargo del transporte y de otras necesidades para los asistentes, ya que la mayoría son de contextos sociales y económicos críticos.

En la fundación, además, participan de talleres de plástica y psicología, entre otras actividades; “para ellos es como una escuela”, sostuvo el profesor.

Foto: Natalia Rovira

En la región se organizan torneos de boccia entre las instituciones que cuentan con esta actividad. Hace algunos meses, se llevó a cabo una jornada en la plaza de deportes 4 del Cerrito de la Victoria, con diferentes equipos de otras instituciones, como la escuela 200, la Roosevelt, y además suelen participar instituciones de diversos departamentos del país. En algunas ocasiones tiene fines sociales, y en otras, de competencia.

“La gente tiene que sacarse la idea de que se hace un deporte por ser discapacitados y por lástima. Lo hacen para entrenar y competir como cualquier persona que tiene derecho a hacer deporte, competir y exigirse”. Agustín Larre Borges.

Larre Borges actualmente se encarga de la categoría BC2, que está compuesta por jugadores que pueden tirar con la mano. Se trabaja mucho con la movilidad del cuerpo, porque estos jugadores tienen total libertad para sacar un tiro fluido, entonces practican los tiros. “Hago énfasis en que no tiren descontracturados, cuando deben ser cortos y precisos”, explicó.

En su experiencia como profesor, ha recibido comentarios cargados de prejuicios sobre este deporte. “La gente tiene que sacarse la idea de que se hace un deporte por ser discapacitados y por lástima. Lo hacen para entrenar y competir como cualquier persona que tiene derecho a hacer deporte, competir y exigirse”, sostuvo.

“Ese es el perfil de APRI, porque apunta a la persona como deportista, a ayudarlo a mejorar en todo sentido, no sólo utilizan las bochas como excusa para moverse, sino como espacio para entrenar y competir”, agregó.

Luis Martínez es el profesor de la categoría BC3, que trabaja otros aspectos y tiene distintos objetivos.

En el caso de esta categoría, los jugadores tienen muy restringida la movilidad y recurren a una rampa. Además, están acompañados por asistentes que ejecutan los tiros.

Foto: Natalia Rovira

En este sentido, los instructores trabajan sobre la noción de lateralidad, en ejercicios que tienen el objetivo de distinguir el lado izquierdo del lado derecho, en qué tan fuerte se debe tirar la bocha, entre otros aspectos.

También entrenan analizando las situaciones de juego, “como por ejemplo si tenés que dejar la bocha de color al lado de la bocha blanca ‒que es la bocha objetivo‒, analizar el contexto: capaz que quiero jugar con una bocha rival que me está tapando y me la tengo que sacar del camino antes de tirar la siguiente bocha”, explicaron.

Las prácticas se ajustan a la cantidad de asistentes que concurran, por lo que a veces trabajan de forma más específica, como cuando están ambos profesores y concurren muchos jugadores de cada categoría, entonces se separan por grupos y cada uno entrena sus especificidades. Pero también hay momentos en que la concurrencia es muy poca y entonces se juntan en la misma cancha todos y hacen partidos juntos, en ese caso con un fin social.

Los partidos duran una hora y media, hay un reglamento para cada categoría en cuanto al tiempo de tiro. Los que utilizan rampa suelen durar una hora y media y los que no la necesitan cerca de una hora.

Aporte mutuo

Los docentes consideran que hacerse cargo de esta actividad les aporta mucho en lo personal, al convivir con las realidades de las personas con discapacidad. “Uno es consciente y sabe algo del mundo de la discapacidad, pero hasta que no te metés de lleno, no tomás la real dimensión. Viven situaciones que no te imaginás y querer empatizar sin conocer su mundo es complicado, porque hay cosas que nunca te vas a imaginar hasta no estar ahí”, finalizó.

Su principal herramienta es la paciencia, “capaz que querés trabajar 50 contenidos en una clase y con que uno salga bien es un objetivo cumplido. Hay que estar predispuesto a explicar lo mismo 50 veces y es parte de. Si no sos paciente, no es tu lugar”, consideró.

Foto: Natalia Rovira

Las personas con discapacidad que juegan a las bochas, tienen una mejor calidad de vida. Se trata de un deporte muy integrador; las categorías y las pruebas no se segmentan por género ni por edades, lo juegan tanto personas con parálisis cerebral cómo con lesiones físicas severas.

Aporta confianza y se centra en la superación personal. Mejora las habilidades físicas y motoras, ayuda al equilibrio en el tronco y aporta fuerza, sobre todo a las extremidades. Además, les brinda un espacio de pertenencia y encuentro, donde se los ve muy concentrados, entrenando y compartiendo.

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