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Bruno Cetraro.

Foto: Mauricio Zina

Bruno Cetraro, el nombre del deporte uruguayo en 2021

9 minutos de lectura
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El remero de 23 años tuvo un año de logros, consagraciones y sueños cumplidos, llegó a una final olímpica, se convirtió en el uruguayo con más oros en sudamericanos y se recibió en imagenología.

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Bruno Cetraro integró con Felipe Klüver el doble par ligero que salió sexto en los Juegos Olímpicos de Tokio, se transformó en el más ganador de medallas de oro de la historia celeste a nivel de Sudamericanos y se recibió de licenciado en Imagenología. Todo lo hizo en 2021.

“Se puede, claro que se puede, y vamos por lo máximo” fue la frase con la que empezó 2021 el remero Bruno Cetraro, que completó un año soñado, repleto de logros y objetivos cumplidos que, sin dudas, lo transformaron en el deportista más destacado de nuestro país.

Es que para el representante de Montevideo Rowing Club fue un año de consagración, de recibir ese espaldarazo que su propia resiliencia lo llevó a encontrar, tras no haber podido clasificarse a la cita olímpica de Río de Janeiro 2016, luego de quedar muy cerca junto a Rodolfo Collazo. El postulado a seguir era el de jamás rendirse, redoblar esfuerzos, ganas y siempre remar hacia los sueños. “No estaba lo suficientemente capacitado para ir; entonces desde ese momento intensifiqué más los esfuerzos para que los de Tokio fueran mis Juegos”. Esas fueron sus palabras.

Fue su padre quien, al ver los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 (Collazo con Javier García en el doble par ligero), incentivó a Bruno para que probara con este deporte cuando tenía nueve años; fue un sentimiento que llegó para quedarse. “El amor por el deporte te va llevando a querer ser mejor cada día y, cuando querés acordar, tu vida gira alrededor del deporte”, dijo el remero en el comienzo de un año que vale la pena repasar.

Prendiendo motores

2021 para el remo comenzó con el selectivo para el Preolímpico de Río de Janeiro, donde estaban en juego los pasajes para Tokio. Ambas instancias estaban previstas inicialmente para 2020, pero la pandemia obligó a postergarlas.

Fue el entrenador y gran protagonista de esta historia, Osvaldo Borchi, el que probó con diferentes conformaciones del bote categoría doble par ligero, hasta que apareció la dupla ideal: Bruno Cetraro y Felipe Klüver.

Las cartas estaban sobre la mesa. Ellos iban a ir a Brasil a pelear por los tres lugares que otorgaba la categoría: “Clasificarse a los Juegos Olímpicos es el sueño de cualquier deportista”, comentó Bruno Cetraro previo a la competencia de marzo. “Es un orgullo para nosotros representar a Uruguay en esta instancia, defender nuestros colores; nos sentimos unos privilegiados”, remarcó.

Con la convicción asentada en las bases del trabajo, empezaba cada día yendo al lago Calcagno en bicicleta para iniciar los entrenamientos muy temprano en la mañana, con el clima y condiciones que fueran, y terminar en la nochecita, tras pasar varios turnos.

Sin ser favoritos y con el peso de colocar al remo uruguayo –el deporte más ganador en cantidad de medallas olímpicas para nuestro país– nuevamente en unos Juegos, llegaron a Río de Janeiro. Y cumplieron.

El primer paso era meterse en la definición y lo alcanzaron tras terminar segundos en su serie, guardando energías para ir con todo a dicha instancia. En la final fueron arrolladores, con una planificación de regata que rozó la perfección, y dejaron atrás a Chile y Brasil para quedarse con el primer lugar.

“El elemento sorpresa”, decía el relator brasileño con admiración mientras transcurría la regata y los uruguayos tomaban la punta. Desconocía que lo hecho por la dupla marcaba la quinta clasificación al hilo del remo celeste a Juegos Olímpicos. “Ya estamos entre los 18 mejores del mundo y es tremendo”, fue lo que valoró el remero de 23 años tras concretar la meta deseada: “Ahora es el comienzo de la historia y vamos a ir por más”.

Otro título para festejar

En un año de una exigencia mayúscula desde lo deportivo, el olímpico nunca descuidó los estudios y se recibió de licenciado en Imagenología. “Estoy feliz. Es la concreción de otra aspiración personal que me dará posibilidades el día después de que deje la práctica deportiva”, decía tras recibir otro diploma.

“Arranqué la carrera en 2016, en la Escuela Universitaria de Tecnología Médica, y desde entonces no paré”, contó el remero de 23 años, que además integra la selección nacional de remo desde 2014. “Siempre combiné estudios con entrenamientos y competencias, algo que no es fácil, es cierto, pero que se puede lograr con mucha dedicación y convicción”, explicó.

Con las prácticas presenciales debió extremar esfuerzos: “Iba rotando por diferentes hospitales y para eso tenía que tener todo bien estructurado. Me levantaba a las 6.30 de la mañana, iba a entrenar hasta las 10.30, volvía a casa en bicicleta, comía rapidito o me preparaba una vianda para llevarme y a las 12.00 estaba en el hospital que me tocara hasta las 16.00. De allí, vuelta a entrenar en el turno de la tarde”, recordó.

Para encuadrar

Con la clasificación arriba del bote, Cetraro y Klüver se enfocaron en llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio prontos para dar el máximo en el doble par ligero: “No vamos a ir a participar, vamos a ir a competir”, dijo Bruno.

Esto los llevó a dejar Uruguay en mayo para iniciar una gira que tuvo su primera parada importante en México (a prepararse en la altura), para luego viajar a la localidad gallega de Tuy, en España, donde ya habían estado anteriormente y se sienten como en casa. Terminaron arribando a Japón con un buen tiempo de anticipación para preparar la competencia y acostumbrarse al cambio de horario.

En el ínterin, y mientras se iban sumando más nombres a la delegación uruguaya que terminó contando con 11 deportistas, el Comité Olímpico Uruguayo designó los abanderados para la ceremonia de apertura: Bruno Cetraro y la atleta Déborah Rodríguez.

“Es un orgullo portar el pabellón, aún más siendo mis primeros Juegos Olímpicos. Es la frutilla de la torta”, contaba emocionado el remero. Desfiló en el Estadio Olímpico de Tokio, una experiencia inolvidable, pero dejó la ceremonia temprano para descansar, porque al otro día comenzaba la competencia.

Bruno Cetraro y Felipe Klüver recibiendo el diploma olímpico.

Foto: Alessandro Maradei

La primera regata no fue lo que deseaban, ya que Cetraro y Klüver finalizaron sextos de seis botes. Tenían una chance más para avanzar, el repechaje, una instancia que Osvaldo Borchi graficó: “Será una carnicería”.

Los tres primeros botes avanzaban a las semifinales y se colocaban entre los 12 mejores del mundo. Así lo hicieron los uruguayos, con un remate increíble de regata que los dejó terceros detrás de Ucrania y Canadá y por delante de Portugal, apenas por ocho centésimas de segundo (0,08 segundos).

Con esto ya habían superado la mejor actuación histórica celeste en el doble par ligero (aquel 15º de Beijing 2008 de Collazo y García, por el que Cetraro comenzó a practicar este deporte), pero iban por más: “Nunca dejamos de creer, y eso nos premió. A nadie se le puede cortar las alas para soñar, y ahora vamos a la semifinal con el objetivo de meternos entre los tres primeros, para estar en la regata por las medallas”. Un vaticinio pronunciado luego del repechaje.

Un paso más

La semifinal no era una instancia liviana: iban a enfrentar a los mejores del mundo. El que tenía esa misión era un bote celeste que nunca siquiera había participado previamente en un Mundial o Copa del Mundo con esta conformación.

Polonia, Noruega, Alemania, República Checa y Canadá eran los rivales, y el anuncio de un tifón que nunca llegó al canal Sea Forest obligó a postergar la competencia un día, regalando horas importantes para el descanso.

Esa regata tuvo ribetes épicos. En un día de viento y mucho oleaje, el bote noruego se dio vuelta cuando promediaba la carrera, y la dupla compatriota hizo todo a la perfección, de menos a más. Los uruguayos guardaron fuerzas en los primeros 1.000 metros para ir posicionándose en los siguientes 500 y rematar con todo en los 500 finales, terminando en la segunda colocación, contra todo pronóstico y ante la sorpresa de todo el mundo del remo.

“Las condiciones de la pista para nosotros fueron ideales porque estamos acostumbrados a remar así en el lago Calcagno, donde siempre hay viento y mucha ola; le sacamos el máximo jugo a esa situación. Hoy estamos felices y con ganas de mucho más. Varios nos daban por muertos y estamos en la final olímpica”, dijo Cetraro en aquel momento.

La regata por las medallas hizo paralizar a un país entero, que por esos días sólo hablaba del remo. Se masificaban esos apellidos que antes conocían algunos pocos y que ahora colocaban a Uruguay entre los seis mejores del mundo. Desde Luis Suárez y el mundo del fútbol, pasando por la clase política, sus pares del remo y cada sector de la sociedad, saludaban y estaban atentos a estos dos humildes y excelsos deportistas.

La final olímpica los dejó sextos, tras llegar con un desgaste descomunal, dejando hasta la última gota de sudor para impulsar ese bote y asegurando el diploma olímpico (distinción que se otorga a los primeros ocho de cada evento en los Juegos).

“Somos una dupla nueva con Felipe, ya que estamos juntos hace un año y medio, y pudimos lograr todo esto. Cuando nos bajamos del bote, nos agradecimos y dijimos: ‘Que en París 2024 se agarren, porque vamos por ellos’”, dijo Cetraro tras cerrar su participación olímpica.

El más ganador a nivel continental

2021 marcó otro punto alto en la carrera deportiva de Cetraro, ya que se convirtió en el uruguayo con más medallas de oro en la historia en campeonatos Sudamericanos. El remero de 23 años suma diez preseas doradas a nivel continental, agregando ocho a su cosecha durante esta temporada.

En marzo, en Río De Janeiro, fue primero en el single peso ligero, en el doble peso ligero con Felipe Klüver, en el cuádruple peso ligero (Klüver, Cetraro, Mauricio López, Leandro Rodas) y en el cuádruple par abierto (Martín Zócalo, Cetraro, Eric Seawright, Klüver).

En diciembre, en Asunción del Paraguay, sumó las preseas de single peso ligero, doble abierto con Martín Zócalo, cuádruple peso ligero (Cetraro, Kluver, López, Bruno Scanziani) y cuádruple abierto (Cetraro, Klüver, Zócalo, Marcos Sarraute).

La vuelta

El retorno a casa fue de mucha emoción. Tras casi dos meses fuera del país, los remeros fueron recibidos como se merecen, con el calor de un país que valoró su sexto puesto olímpico.

Cetraro y Klüver recibieron más tarde su diploma en una ceremonia que ofreció el Comité Olímpico Uruguayo: “Es algo tangible que marca todo el camino recorrido. Es increíble lo mucho que luchamos para conseguir este resultado, y la emoción de tenerlo plasmado en un diploma no tiene comparación”.

También recibieron el Premio Charrúa de Oro a los mejores del año, que entrega el Círculo de Periodistas Deportivos del Uruguay, así como el premio José Nasazzi y Obdulio Varela, que otorga la Cámara de Representantes.

“Fue un año inolvidable”, dice Bruno, que no sólo piensa en su futuro, también en el de su deporte: “Hay que impulsar la ilusión de todos los chicos que se coparon con el remo, los muchos que arrancaron a practicarlo, y quién te dice que en un futuro no sean nuestros compañeros o terminen consiguiendo lo máximo”.

Te conozco

Para enmarcar la figura de Bruno Cetraro recurrimos a aquellos que lo conocen más y que pintaron de cuerpo entero a un deportista de élite.

Osvaldo Borchi, entrenador de la selección uruguaya
“Es un enorme talento, ese que cualquier entrenador desearía tener como discípulo. Es impresionante la fuerza física y mental que tiene. El tipo siempre va para adelante, y no sólo se nota en lo que hizo en los últimos años. En el Sudamericano de Asunción, que acaba de terminar, ganó tres medallas de oro en el plazo de dos horas, algo que es impresionante.

Es un talento que se descubrió remada a remada, de primera línea, siempre trabajando al máximo, pensando en hacer más para ser cada día mejor.

Es una satisfacción inmensa ser el entrenador de un gladiador, un tremendo combatiente, un hombre que está siempre con el cuchillo entre los dientes.

Tuvo un año excepcional, marcó la gran diferencia entre todos los deportes, hizo cosas a nivel internacional que sembraron un gran respeto, y hay mucho más por delante”.

Roldolfo Collazo, exremero, tres veces olímpico
“Compartí bote con él en doble par ligero, un momento que encaró a muy temprana edad y yo transitando mis últimos torneos y competencias internacionales. Es un gurí que es muy dedicado en lo que realiza y va con todo en busca de lo que se pone como objetivo.

Hay que felicitarlo por esa forma de ser que tiene ante las adversidades y triunfos, porque sigue dándole a morir; consiga lo que consiga, sigue por la misma senda.

Es una excelente persona, digno de destacar y tomarlo como referencia del deporte uruguayo. Es un ídolo que tenemos en nuestro país y así hay que tomarlo”.

Felipe Klüver, remero y compañero del doble par ligero en Tokio
“En su momento, yo entré al bote con un conocido y hoy es más que un hermano. La confianza es todo arriba de un bote; saber lo que va hacer el otro y que no va a abandonar hasta la última remada es algo impagable, y eso lo tenemos con Bruno. También es importante la confianza de Osvaldo [Borchi]. Esto es un equipo de tres y la confianza entre los tres es impresionante.

Nosotros queremos marcar nuestra historia, es algo que venimos soñando desde hace mucho tiempo y ahora hay que prepararse para estar a la altura”.

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