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La gimnasta olímpica estadounidense Simone Biles y su colega Kaylee Lorincz, después de testificar, el 15 de setiembre. foto: saul loeb, pool, afp

Gimnastas de EEUU buscan justicia por casos de abuso sexual denunciados al FBI seis años atrás

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Cuatro gimnastas declararon en el Senado, responsabilizando al FBI por encubrir los abusos del médico Larry Nassar.

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Leído por Abril Mederos.
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Las cuatro gimnastas salieron en fila, con la frente en alto, enfocadas y listas para pararse frente a un público de miles de personas que las seguían por streaming. Pero esta vez no llevaban malla y equipo deportivo: cambiaron los brillos por trajes sobrios y la pedana por la Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado de Estados Unidos en Washington, DC. Simone Biles, McKayla Maroney, Maggie Nichols y Aly Raisman fueron las encargadas de ponerles cara y voz a cientos de mujeres víctimas sobrevivientes de Larry Nassar, a través de su versión de la historia en relación al manejo del caso por parte del FBI. El exmédico, quien trabajó en el equipo nacional de gimnasia artística de Estados Unidos durante casi dos décadas, fue sentenciado a 175 años de prisión en 2018, pero las preguntas sobre quién sabía del abuso, quién calló y por qué lo hizo siguen sin respuesta.

La principal agencia de investigación criminal en el país, reconocida además internacionalmente, fue una de varias instituciones que fallaron a la hora de frenar a Nassar y proteger a las atletas. El caso llegó oficialmente a los oídos de USA Gymnastics por primera vez en 2015, cuando la gimnasta de selección Maggie Nichols comentó con dos de sus compañeras en un entrenamiento que se sentía incómoda en los tratamientos con el médico. Más adelante se sabría que las otras dos gimnastas eran Aly Raisman, campeona olímpica que estaba en carrera por sus segundos Juegos Olímpicos, y Alyssa Baumann, campeona mundial que luego sería una estrella de las Florida Gators. La entrenadora de Nichols, Sarah Jantzi, tomó nota del comentario, lo habló con su gimnasta y decidió notificar a la federación. USA Gymnastics se tomó cinco semanas para reportar el caso al FBI y dos meses para notificar al Comité Olímpico y Paralímpico nacional. Ninguna de las tres instituciones lo frenó.

Tuvo que llegar el caso a la prensa y desatarse el escándalo público para que la investigación se pusiera efectivamente en marcha. En 2016 el periódico IndyStar elaboró un informe sobre los casos de abuso sexual que habían sido ignorados durante años por la federación nacional y contó la historia de Rachael Denhollander. La exgimnasta, abogada y madre de dos niños, había esperado durante años la oportunidad de desenmascarar a su abusador y fue la primera en presentar cargos en su contra en la Justicia. Luego llegaron, una tras otra, exgimnastas de elite de selección, campeonas olímpicas, gimnastas activas, atletas universitarias, amigas de la familia, algunas adolescentes y otras mujeres adultas, muchas de las cuales fueron víctimas del abuso mientras eran menores de edad. Nassar fue detenido por cargos de pornografía infantil como resultado de un allanamiento a su casa, dos meses después de la nota publicada por IndyStar. En paralelo, la lluvia de denuncias formales y en redes sociales no paraba de caer, y se convirtió en el caso más grande de abuso sexual en la historia del deporte estadounidense. El juicio a inicios de 2018, por el que lo condenaron a prisión, se extendió varios días para que todas las que quisieran pudiesen brindar su testimonio. Con Nassar frente a ellas, participaron en el proceso penal pero también pudieron darle un cierto cierre a su proceso a nivel personal.

Agentes encubriendo

“Fidelidad, coraje, integridad” es el lema del FBI que contrasta con los relatos de las cuatro gimnastas que se presentaron el miércoles. “Para ser clara, culpo a Larry Nassar y también culpo a un sistema entero que permitió y perpetuó su abuso”, dijo Simone Biles en su declaración frente a los miembros del Senado. Fue la primera de las cuatro en brindar su testimonio y se quebró al decir el nombre de su abusador. Incontables veces ha mencionado en entrevistas lo difícil que es para ella continuar compitiendo y sanando en paralelo. McKayla Maroney disparó directo en contra de quienes la entrevistaron al inicio de la investigación y desestimaron su relato: “Luego de decirle mi historia entera de abuso al FBI en el verano de 2015, no sólo el FBI no reportó mi abuso, sino que cuando eventualmente documentó mi reporte, 17 meses después, hizo afirmaciones totalmente falsas sobre lo que dije”.

Maggie Nichols, también reconocida como la Atleta A del documental de Netflix estrenado el año pasado, se refirió al espacio que hubo entre su denuncia y las acciones tomadas por las autoridades. “Reporté mi abuso a USA Gymnastics hace más de seis años y aún mi familia y yo recibimos pocas respuestas –y tenemos incluso más preguntas– sobre cómo esto fue permitido y por qué docenas de otras niñas y mujeres en Michigan State tuvieron que ser abusadas luego de que yo denuncié”. Nichols se refiere a los meses durante los cuales Nassar continuó trabajando en la Universidad Estatal de Michigan y en el gimnasio Twistars Gymnastics, mientras que la federación y el Comité Olímpico nacional estaban al tanto de las denuncias. Una cadena de errores que está más cerca del encubrimiento que de la negligencia.

La encargada de cerrar el primer panel de la audiencia con los testimonios fue Aly Raisman, una de las víctimas sobrevivientes con más alto perfil. Luego de su carrera como gimnasta, lanzó un libro en el que contó su historia y se ha dedicado a defender los derechos de los niños, niñas y adolescentes dentro y fuera del deporte en campañas de concientización, programas educativos e incluso mediante un proyecto de ley para proteger atletas, que fue aprobado en 2018. Su elocuencia y su liderazgo se hicieron sentir tanto en su declaración como en las preguntas que respondió después. “¿Por qué debemos especular cuando los hechos se pueden obtener y hay tanto en juego?”, preguntó como parte de su discurso. “Más de 100 gimnastas podían haber esquivado el abuso. Todo lo que necesitábamos era un adulto que hiciera lo correcto”.

Las gimnastas Aly Raisman, Simone Biles, McKayla Maroney y Maggie Nichols, y el senador Pat Leahy, después de su testimonio durante una audiencia judicial, el 15 de setiembre. foto: saul loeb, pool, afp

Lista negra

De esos adultos encargados de hacer lo correcto, muy pocos han enfrentado consecuencias, y las gimnastas temen que quienes continúan en sus cargos pongan en peligro a más personas. USA Gymnastics aún no ha hecho una investigación a fondo sobre quién estaba en conocimiento de los abusos y por qué no se notificó inmediatamente a las autoridades. El ex director ejecutivo Steve Penny, que estaba a cargo de la organización en 2015, se declaró inocente de los cargos por destruir o esconder evidencia, asociados a la desaparición de documentos y archivos médicos claves, y su caso aún sigue pendiente. No fue removido de su posición en USA Gymnastics, sino que se le permitió retirarse en marzo de 2017 con las bonificaciones correspondientes, que ascienden al millón de dólares. En una audiencia en el Congreso nacional en junio de 2018, se amparó en la Quinta Enmienda de la Constitución estadounidense para no responder por su rol en el caso.

La federación deportiva fue una de varias organizaciones que tuvieron como empleado a Nassar y bajo las cuales ocurrieron los abusos. La expresidenta de Universidad Estatal de Michigan (MSU), Lou Anna Simon, fue acusada de mentirle a la Policía en una entrevista de 2018 sobre una denuncia de abuso de una estudiante que se atendió con Nassar en 2014. Finalmente, en 2020 los cargos fueron descartados por un juez por no contar con suficiente evidencia de que Simon estuviera al tanto de la seriedad y la naturaleza de la denuncia realizada. De la misma institución fueron procesadas otras dos personas: William Strampel, uno de los jefes de Nassar que sí manejó directamente la denuncia de la estudiante, y Kathie Klages, una exentrenadora del equipo de gimnasia de MSU que no sólo recibió denuncias de sus propias gimnastas en 1997 y las desestimó, sino que también le mintió a la Policía al respecto en 2018. Por otro lado, muchas sobrevivientes apuntan a uno de los dueños del gimnasio Twistars, John Geddert, por haber sido una pieza clave para que Nassar abusara de las gimnastas del club mientras trabajaba allí. El propio entrenador fue procesado por tráfico de personas, trabajo forzado y agresión sexual en febrero de 2021. En la misma tarde en que se anunció su detención, Geddert murió a causa de suicidio y dejó a sus víctimas con el sabor amargo de que él haya decidido el final de la historia.

La respuesta

La audiencia en el Senado viene después de un informe de la Oficina del Inspector General (OIG) del Departamento de Justicia, donde señalaron varias fallas del FBI en el proceso que pusieron en peligro el resultado final. Además de las demoras en entrevistar a las gimnastas y las modificaciones a sus testimonios, el agente a cargo de la oficina del FBI en Indianápolis W Jay Abbott recibió un ofrecimiento de Steve Penny, en ese entonces director ejecutivo de USA Gymnastics, para postularse a un cargo de seguridad en el Comité Olímpico nacional. El informe del OIG también determinó que Abbott mintió acerca de postularse para ese cargo mientras estaba en contacto con Penny por la investigación sobre Nassar. El agente se retiró del FBI en 2018. Michael Langeman, otro de los agentes acusados de mentir sobre la investigación, fue separado de su cargo hace apenas unas semanas.

Luego del testimonio de las cuatro gimnastas, varios de los miembros del Senado se disculparon en nombre de las diferentes organizaciones que obstaculizaron la investigación y no les brindaron la protección que merecían. El segundo panel contó con la participación del director del FBI, Christopher Wray, y del inspector general del Departamento de Justicia, Michael Horowitz. En sus declaraciones señalaron los errores cometidos por el Bureau durante la investigación y los cambios que se han implementado desde entonces para otros casos de abuso sexual infantil. En particular, Horowitz reconoció el riesgo que corrió la condena de Nassar al contar con los datos falsos de los agentes. Dos de las personas clave en lo que resta de la investigación, Merrick Garland y Lisa Monaco, comparecerán frente a la Comisión del Senado en octubre. Ellos tienen el poder de ordenar al Departamento de Justicia que reconsidere la decisión de no procesar a los agentes del FBI involucrados. Hasta que no se sepa la verdad y los responsables respondan por sus actos, las disculpas no alcanzan.

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