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Avenida Champs Elysee, en París, el 10 de diciembre de 2022.

Foto: Martin Bureau, AFP

Francia-Marruecos: metrópoli y antigua colonia se enfrentarán en una semifinal de un mundial

3 minutos de lectura
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En un partido mundialista sin precedentes, europeos y africanos se juegan más que la gloria deportiva.

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Casablanca siempre fue una ciudad con presencia europea, no en vano su nombre deriva del portugués “casa branca”, que no deja lugar a la imaginación: había una casa blanca arriba de una colina. Es el principal puerto de Marruecos y a comienzos del siglo XX una ciudad donde convivían locales y extranjeros con cierta armonía. Esto se podía ver en las piscinas recreativas que rodeaban el puerto, allí nadaban tanto marroquíes como franceses y españoles. Pero en la década del 30 la cosa cambió. Unos años antes, en 1912, se había firmado el Tratado de Fez por el cual Marruecos se convertía en protectorado francés y español. Fue así que comenzaron a llegar franceses a montones y las piscinas empezaron a llenarse. Los clubes que las administraban decidieron expulsar a marroquíes, judíos y musulmanes en general.

De esos expulsados surgió la idea de fundar su propio club para hacer uso de las piscinas del puerto. Así nace el Wydad en 1937, que se transformaría en el más ganador de Marruecos, y a lo primero que jugó fue al Waterpolo. El fútbol vendría dos años después.

La organización del fútbol por aquellos años de protectorado francés dependía obviamente de la federación francesa; esta había organizado la unión de ligas de fútbol del norte de África que nucleaba a equipos de Marruecos, Argelia y Túnez. Competían en el ascenso francés y sus jugadores representaban a la selección francesa. Pero esta integración no quería decir mezcla, en las escuelas marroquíes solía haber un equipo de fútbol para franceses y otros para locales.

“Los marroquíes fundaron clubes deportivos distintos de los creados por los franceses para poder participar en un juego en el que su participación estuvo restringida durante muchos años por los colonizadores”, dice Raphaël Le Magoariec, doctorando en geopolítica y con un ojo siempre en el fútbol. Jugar como forma de resistencia, esa idea también la tuvo Ferhat Abbas, primer presidente argelino y uno de los líderes del Frente de Liberación Nacional: “Nos gobiernan con sus fusiles y sus máquinas. Pero cara a cara, en un campo de fútbol, podemos enseñarles quiénes son en realidad los más fuertes”1.

El norte de África comparte una historia común y hubo fenómenos que se replicaron en varios de sus países. En Marruecos, al igual que en Argelia, los clubes fueron un instrumento más de lucha anticolonialista. Al-Ittihad Al-Rabati Al-Sulawi se transformó en 1932 en el primer club de origen marroquí, se fundó en Rabat en 1932 y continuó hasta 1944 cuando sus miembros participaron en operaciones comando de resistencia y utilizaban al club como almacén de armas.

En la década del 40 las demandas de independencia se sucedían, el movimiento nacional se organizaba y tenía sus ecos dentro de una cancha. Cuenta Le Magoariec: “En 1939 nace el Wydad Casablanca fundado por Mohamed y Abdellatif Benjelloun, un club de mayoría marroquí, por lo que los marroquíes se reunieron en torno a él y lo llamaron ‘El equipo de la Nación’ y se convirtió en el representante oficial de Marruecos en las canchas de fútbol. La creación del Wydad contribuyó a allanar el camino para el resto de los clubes marroquíes. En la segunda mitad de la década de 1940 se crearon varios clubes, como Raja Casablanca, Al-Fateh Al-Rabati y Al-Maghrib Al-Fassi”.

El clásico del Wydad sería el Raja, que significa “esperanza”, adoptaron el color verde (del Islam) y desde un comienzo se convertiría en el equipo del pueblo. Fundado por figuras del movimiento sindical marroquí, adoptó como política jugar sólo con futbolistas marroquíes.

En 1950 el sultán Mohammed V (abuelo del actual rey) pide la independencia de Marruecos y dos años después es tratado el tema por la ONU. La respuesta de Francia fue enviarlo exiliado a Madagascar y sustituirlo por Mohammed Ben Aarafa. La situación empeoró, la resistencia se hizo armada y en 1955 Ben Aarafa renuncia y Francia accede a la vuelta de Mohammed V. Se ponen en marcha las negociaciones de independencia. Cuando los marroquíes celebran su independencia, lo hacen bajo el nombre de “La revolución del rey y su pueblo”, tal es la importancia de Mohammed V.

Por eso, no sorprende que una de las primeras competencias autóctonas llevara por nombre “Copa del Trono”. Explica Le Magoariec: “El año 1946 marcó el primer punto de inflexión hacia la independencia del fútbol marroquí, cuando Muhammad Al-Yazidi y Abd Al-Salam Bennani crearon la Liga de Fútbol Libre, y también se fundó en esa época la Copa del Trono, competición en la que sólo podían participar equipos marroquíes”.

Finalmente, Marruecos conseguiría su independencia en marzo de 1956 y los jugadores de fútbol tuvieron su gesto: se negaron a iniciar aquel campeonato del 56 hasta que no estuviera firmada, decretada y establecida la independencia de su país.

Se enfrentarán en una semifinal de un mundial metrópoli y antigua colonia. Los lazos son familiares, más de un millón de marroquíes viven en Francia y tres de ellos están en la selección defendiendo los colores de la patria de sus padres. Desde el entrenador, Walid Regragui, pasando por el zaguero y capitán, Romain Saïss, hasta Sofiane Boufal, que tuvo la posibilidad de jugar por Francia pero eligió el país de su madre. A ellos se le suma otra cantidad de jugadores criados futbolísticamente en suelo francés. Algo es seguro, alguien festejará en Francia, gane quien gane.


  1. Una historia popular del fútbol, Mickaël Correia. 

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