Este sábado vuelve el fútbol al estadio Köster de Mercedes. Lo hace con la instancia más preciada que cualquier futbolista o aficionado de las competencias de la Organización del Fútbol del Interior (OFI) puede tener: la final, finalísima de la Copa Nacional de Selecciones, la final del campeonato del Interior, la de #NuestroMundial.
Hace menos de 100 días, en algunas de nuestras mágicas noches de verano, iluminadas por unas pocas o unas muchas hileras de focos, empezaba en todo el país el campeonato masculino de fútbol que potencialmente más futbolistas tienen la posibilidad de jugar. Cualquiera de los que participan en los más de 600 clubes afiliados a la OFI es elegible por alguna de las 35 selecciones que pueden participar, que este año jugaron en su totalidad. Arrancaron 35 camisetas con la ilusión de más de 50 pueblos, pero este sábado en Mercedes sólo dos saldrán a la cancha con la ilusión de quedarse con el título más preciado.
El estadio Luis Köster, uno de los más grandes del interior –y hermoso además–, que este año cumplirá 70 años de existencia, ha quedado habilitado después de tres partidos de suspensión que impidieron que Soriano pudiese jugar allí la final del Litoral y los cuartos de final y semifinal de la Copa Nacional, por lo que debió mudarse a Dolores para jugar con Río Negro y Maldonado.
Ahora sí podrá recibir a Paysandú, que en la final de ida le ganó 2-1. El título máximo se definirá por mayor cantidad de puntos en las dos finales, por diferencia de goles y, si quedaran igualados en ambos ítems, en un alargue de 30 minutos que puede desembocar o no en penales.
La semana de Paysandú
En Paysandú son las ocho de la noche. La gente sigue llegando al estadio Artigas, que ya tiene su aforo –las tres tribunas que enfrentan a la que en 1995 se transformó en la principal– completamente a pleno. En tres tribunas rebosantes de hinchas, de fútbol pero sobre todo de estas noches, de estos días en los que la adhesión a la tierra en donde nacieron, se instruyeron, o la que los recibió como forasteros y los adoptó como hijos, son únicas, hay miles de vecinos de la ciudad de Paysandú, pero también de El Porvenir, de Casa Blanca, hay un millar de sorianenses que en autos, combis y ómnibus fletados llegaron para apretujarse entre bollos y chorizos al pan y refuerzos de milanesas para tratar de conectar con la gloria allá, lejos de casa.
Es la final del interior, la final de la Copa Nacional de Selecciones, pero definitivamente es la final de nuestro Mundial. Pero ya no sólo el de los canarios –en su amplia acepción que involucra a todos los que no han sido criados en Montevideo–, sino que es #NuestroMundial para todos los gozamos del fútbol más que como elemento de competencia, como vehículo de lo nuestro.
¿Y saben por qué está lleno como pocas canchas muchos domingos? Porque define todo a pesar de que no se define nada. Porque, ganes o pierdas, ese día en tu estadio o en la cancha de ellos –que no sé qué se creen, ese día–, esa noche queda marcada en tu almanaque de la vida como la noche aquella que jugamos la final con… Porque ahí está la magia de la adhesión, de la vecindad, de la igualdad, es el plural que nos representa y nos iguala. En este caso aglutina a sanduceros y mercedarios; los de la cancha y también los de la tribuna y los que están frente a la pantalla o, aunque más no sea, poniéndole el oído a la radio están –otra vez en plural– en condiciones de igualdad ante algo irrepetible y único.
Como la primera vez (pero al revés)
La final de ida del domingo en Paysandú se sumó a la larga o corta historia de finales que mantienen la misma magia que aquel día en el que todo empezó, el 10 de setiembre de 1922. Ese día en Paysandú se jugó el primer partido oficial entre selecciones del interior, el primer partido del campeonato del Litoral, que fue justamente entre Paysandú y Soriano. Hace 102 años ganó Soriano y fue campeón, relegando a Paysandú al segundo lugar.
El domingo fue un nuevo empezar pero del final. Esta vez ganó Paysandú 2-1 en un partido que estuvo realmente bueno. Los locales en las dos instancias eliminatorias anteriores, de ida y vuelta, en cuartos de final ante Colonia y en semifinales ante Lavalleja, habían jugado primero en casa y ganado con buen margen.
La blanca, al influjo del fútbol desequilibrante de Juan Ignacio Nachito González –que a los 30 años sigue pleno como el que apareció en Danubio y jugó en Argentina, España y Grecia–, empezó imponiendo condiciones y cargando sobre el arco de Soriano, que no encontraba respuesta. Se veía que el gol estaba por llegar cuando apareció de manera imprevista, porque fue un gol en contra de Claudio Lemos, que intentó interponerse a un peligroso centro pase de Juan Andrioli que iba a encontrar a Robert Rossi solo. Parece mala la de Lemos, pero esa pelota, si no era interceptada, dejaba a Rossi solo frente al arco de Bacciarini.
Hubo más de Paysandú, pero también una inmediata respuesta de Soriano. Un gran remate de Bruno Bauhoffer nos hizo conocer las virtudes de Martín de los Santos, el arquero sanducero, que, sin espoilear mucho, una hora y pico después, cuando ya los protagonistas estaban en las duchas, se convertiría en una de las razones principales por las que Paysandú se quedó con los tres puntos.
Hubo más: el director técnico mercedario, Javier Pica Pérez, en medio del primer tiempo hizo un cambio para tomar cuerpo ofensivo y puso al crack de Alain Batto para agarrar los espacios detrás de los delanteros. Desde ese instante ya fue un partidazo. Paysandú siguió atacando y, antes de que se cerrara la primera parte, producto de una ofensiva profunda le llegó la pelota por la izquierda a Nachito González, que garabateó y metió el zurdazo para marcar el segundo ante el intento desesperado de cierre en la línea de Nicolás Brum.
En el segundo tiempo, con dos goles de ventaja, Paysandú debió soportar la estupenda embestida mercedaria, que además, pasado el cuarto de hora, se potenció con un increíble golazo de Batto que no sólo los ponía a un gol de distancia, sino que los ilusionaba para ir por lo mejor.
Atacó y atacó Soriano, pero reapareció la figura del arquero sanducero para mantener la victoria para la de Paysandú, que con la victoria planta una buena base para la definición final del sábado próximo en el Köster de Mercedes. Aunque derrotado, Soriano quedó a un gol de estirar la definición de la copa en un alargue, o a dos de coronarse como el mejor de nuestro mundial. Su gente hizo los 120 kilómetros que separan Paysandú de la Coqueta del Hum en paz y creyendo en que es posible.
¡Ni les digo lo que va a ser el sábado!