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Felipe Chippiani, de Boston River, y Ramos Mingo, de Bahía, el 6 de marzo, en el estadio Centenario.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Boston River visita al Bahía por un lugar en la Libertadores

3 minutos de lectura
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El equipo de Jadson Viera va por más y buscará entrar a fase de grupos; si no lo logra, jugará la Sudamericana.

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Como está dicho, cada una de estas instancias que marcan un crescendo en la vida futbolística de Boston River se transforman en el partido más importante de la historia de este club que nació en el barrio Bolívar como la natural expresión de un grupo de botijas que querían jugar como lo hacía el equipo de la sastrería Boston en el Campeonato de los Barrios.

Desde aquel 1939, con el porteño Juan Deri acompañando a los gurises –que por eso le pusieron River de apellido al nombre de Boston, ya que el argentino era gran hincha de los millonarios–, hasta el jueves pasado –cuando se jugó el partido de ida de la tercera fase de la Libertadores por un lugar en los grupos y una millonada de dólares como premio por llegar a esa instancia– los rojiverdes han jugado cientos de partidos. Muchos fueron de aficionados, de barrio, como los que narró Mario Benedetti en “Puntero izquierdo”: “Vos sabés las que se arman en cualquier cancha más allá de Propios. Y si no, acordate del campito del Astral, donde mataron a la vieja Ulpiana. Los años que estuvo hinchándola desde el alambrado y, la fatalidad, justo esa tarde no pudo disparar por la uña encarnada. Y si no, acordate de aquella canchita de mala muerte, creo que la del Torricelli, donde le movieron el esqueleto al pobre Cabeza, un negro de mano armada, puro pamento, que ese día le dio la loca de escupir cuando ellos pasaban con la bandera. [...] ¿O qué te parece haber ganado aquella final contra el Corrales, jugando nada menos que nueve contra once?”. Pero también ha jugado cientos de partidos institucionalizados por la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), por la Conmebol y la FIFA, muchos de ellos finales del mundo, como el de este jueves.

Ni aquellos pibes de 1939 ni los jóvenes hombres de 1954 que se afiliaron a la AUF pudieron haber soñado con jugar un torneo que en esos tiempos no existía –la Libertadores es un invento uruguayo de 1960–, pero sí pudo haber sido una loca, loquísima ilusión de los últimos que jugaron antes de la desafiliación, en 1981, porque, seguro, alguien habrá pensado: “Volveremos y jugaremos la Libertadores”.

Boston River ya no es aquel equipo de cancha de tierra con agua fría en los vestuarios y el mostrador de la cantina presidido por una gran radio entre las botellas de Espinillar, grappa y caña Ancap de los años 60. Ya ha jugado siete partidos por la Libertadores entre esta y su anterior participación. Ya no es un club de barrio, sino una sociedad anónima deportiva (SAD), pero mantiene la esencia y el espíritu, por lo menos en sus futbolistas, en su gente, en su corta pero creciente lista de hinchas desde que se hizo amigo en Florida.

Comparado con Bahía, su rival de este jueves a las 21.30 en el enorme Fonte Nova de Salvador (con entradas agotadas, o sea que habrá casi 50.000 almas), Boston River, por lo menos en presupuesto y desarrollo edilicio y logístico, parece un cuadro de barrio ante un club que en los últimos tiempos gastó 50 millones de dólares que le destinó el City Football Group de Manchester City.

Sin embargo, en la cancha del estadio Centenario no hubo grandes diferencias, y el empate, el piso mínimo de las expectativas del equipo uruguayo, que se plantó con absoluta concentración y esfuerzo, extendió los sueños del conjunto de Jadson Viera, que justamente lo que quería era poder llevar la definición al último partido y dar en Bahía el golpe, tal como lo hizo en Chillán, Chile, ante Ñublense. Y todo eso sabiendo, además, que el premio consuelo puede ser una sólida participación en la fase de grupos de la Sudamericana, que es donde jugará el equipo que no logre imponerse en esta llave. Tras la igualdad en el Centenario, el que gana pasa y, si se vuelve a registrar un empate, la definición pasará a los penales.

En la cancha

Bahía llega entonado, luego de golear 5-0 a Jacuipense por la semifinal del Campeonato Baiano en condición de visitante. Disputará la final con su rival de todas las horas, el Vitória. Luciano Rodríguez estuvo en el banco e ingresó en el segundo tiempo, pero no convirtió.

El once inicial de los uruguayos formaría con Bruno Antúnez en el arco; Juan Acosta, Marcos Gómez, Gerónimo Bortagaray y Fredy Martínez en la defensa; Baltasar Barcia, Mauricio Vera y Felipe Chiappini en el medio; y Guillermo López, Valentín Adamo y Juan Manuel Gutiérrez en el ataque.

Bahía, por su parte, dirigido por el histórico arquero brasileño Rogério Ceni, pararía desde el vamos a Marcos Felipe como golero; Gabriel Xavier, Kanu, el argentino Santiago Ramos y Luciano Juba conformando la línea de cuatro final; Caio Alexandre y Jean Lucas en la mitad de la cancha con Éverton Ribeiro, Ademir y Erick Pulga por delante; y bien de punta el ex Liverpool Luciano Rodríguez.

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