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Colocación de puente prearmado en el Viaducto de la Rambla Portuaria (archivo, julio de 2021).

Foto: Pablo La Rosa, adhocFOTOS

La dinámica del crecimiento uruguayo

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Algunas precisiones de cara al dato de crecimiento que se publicará el próximo jueves.

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El Banco Central del Uruguay (BCU) dará a conocer esta semana cuál fue el desempeño de la economía uruguaya durante el último trimestre del año pasado y, por ende, cómo cerró el balance anual de 2022. En ese sentido, no se esperan sorpresas: el PIB se habría expandido más de un 5% anual. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, de ese crecimiento, al menos 3,6 puntos se explican por un “efecto de arrastre estadístico” asociado al repunte registrado durante la segunda mitad de 2021.

¿Qué significa el arrastre estadístico? En breve, que el cierre de 2021 fue mejor que el promedio de ese año, y como los datos toman en cuenta la comparación entre los promedios anuales, hay una parte del dinamismo de 2021 que queda contabilizada en el 2022. En otras palabras, hay un crecimiento legado que no tiene que ver con lo que pasó en 2022. Quizás un ejemplo sencillo contribuya a comprender este concepto, que no sólo es relevante desde la perspectiva del PIB, sino que también explica las dos visiones que se han desplegado para caracterizar la dinámica del mercado laboral durante el año pasado.1

El arrastre estadístico: un ejemplo sencillo

Como es sabido, el tránsito de la actividad económica por 2021 no fue parejo. Por un lado, durante el primer semestre la crisis sanitaria pegó fuerte e impidió que muchas actividades funcionaran con normalidad. Por el otro, el segundo semestre se caracterizó por un comportamiento opuesto, en tanto la economía exhibió un fuerte repunte que tomó impulso sobre el último tramo del año.

Imaginemos entonces que el nivel de actividad para los primeros seis meses de 2021 se mantuvo incambiado en 100 y que luego escaló hasta 110 durante el segundo semestre. De esta manera, aunque la actividad haya concluido el 2021 en 110, el promedio anual se ubicó en 105, dado que el desempeño durante la primera mitad no fue bueno y tiró para abajo el promedio.

Supongamos ahora que en 2022 la economía permaneció estancada sin cambio alguno, es decir, el nivel de actividad comenzó en 110 y finalizó en ese mismo nivel. En este caso, el promedio para todo el año fue justamente ese, 110. Ahora bien, ¿qué pasa cuando comparamos ambos promedios anuales para estimar cuál fue el crecimiento del PIB en 2022? Nos da que la economía creció cerca de un 5%. Pero ¿cómo puede ser, si asumimos que la actividad no se movió de 110 porque la economía permaneció estancada? Bueno, ese es justamente el efecto del arrastre estadístico que emerge cuando consideramos los valores promedio para ambos años: hay una parte del crecimiento que queda computada en 2022, pero pertenece a 2021.

Volviendo a la realidad: el balance de 2022

Según las estimaciones oficiales presentadas en febrero por la ministra Azucena Arbeleche, Uruguay habría crecido 5% durante el año pasado. Esta estimación es menor si la comparamos con la que se desprende de la última encuesta de expectativas relevada por el BCU entre los analistas económicos, que se sitúa en el entorno de 5,5%.

En cualquier caso, podemos descomponer esas cifras en dos partes: una parte asociada al arrastre estadístico y otra asociada al crecimiento genuino que tuvo la economía en el correr del año. Si el primer componente es del orden del 3,6%, tenemos que la economía uruguaya exhibió un modesto desempeño durante 2022, con un registro similar a lo que se estima es su crecimiento potencial (2,1%).

¿Y qué es ese crecimiento potencial? Es algo así como la capacidad de crecimiento teórica que tiene un país considerando un horizonte de mediano y largo plazo; un dato inobservable que surge de considerar cuál es la dotación de factores productivos con los que cuenta el país (trabajo y capital) y en qué medida logra combinarlos de manera eficiente (productividad).

Más allá de 2022

Pensando en el corto plazo, las estimaciones que recoge la encuesta realizada entre los analistas para el mes de febrero ubican el crecimiento para este año en el entorno de 2,5% (2% es la estimación oficial), aunque podrían no estar recogiendo completamente los impactos asociados a la sequía −dado el momento en el que fue realizada−. Este panorama no cambiaría significativamente en 2024

Como alertó días atrás el socio de CPA Ferrere, Alfonso Capurro, la actividad se desaceleraría más rápido de lo esperado producto de un escenario internacional más complejo, con “señales externas a la baja por estrés financiero y desaceleración” que podrían ser parcialmente compensadas por la recuperación de China. En particular, las últimas estimaciones de la consultora indican que Uruguay crecería 1,4% este año, lo que supone una corrección a la baja de nueve décimas a raíz del impacto de la sequía. Para 2024, por su parte, las previsiones arrojan un crecimiento de 1,9%.2

Si bien todavía persiste la incertidumbre en torno a las consecuencias del déficit hídrico sobre la actividad, las estimaciones presentadas por la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA) dan cuenta de la gravedad de la situación: el impacto por las pérdidas directas en fase primaria sería equivalente a 1,9% del PIB (25% del PIB del sector). En términos históricos, este es uno de los impactos más grandes asociados a este tipo de fenómenos que se registran en las últimas décadas.

En efecto, más allá de los vaivenes cíclicos pospandémicos, Uruguay crece y crecerá poco. ¿Poco con relación a qué? Con relación a los desafíos que hemos ido acumulando en los últimos años, que se profundizaron ante las consecuencias sociales de la pandemia, y sus efectos disruptivos sobre el capital humano y el mercado de trabajo. En otras palabras, un crecimiento anual del entorno de 2% durante las próximas décadas es insuficiente para consolidar avances adicionales en materia de desarrollo y promoción del bienestar. De hecho, un desempeño tan magro podría comprometer incluso los avances alcanzados.

Como sugería Adrián Fernández hace algunas semanas en este suplemento, en referencia a las estimaciones de crecimiento de largo plazo que fueron presentadas en el marco de la discusión previsional (1,7% anual promedio hacia 2100):3 “Lo que me llama la atención es que se presenten estas proyecciones y no exista una conmoción pública, no suenen las alarmas en el gobierno, en la oposición, en actores sociales. Tanto o más importante que la reforma de la seguridad social es buscar mecanismos para incrementar la tasa de crecimiento de la economía a largo plazo... 1,7% de crecimiento anual como proyecto de país, de crecimiento a largo plazo, es un desastre. Para atender los desafíos y los casos más urgentes en términos sociales, de mercado de trabajo y ambientales, tenés que estar creciendo por lo menos al 3% anual. Se necesita eso y más para poder llevar adelante acciones para afrontar estos desafíos”.


  1. Si se considera la comparación entre los promedios anuales, la economía uruguaya sumó cerca de 38.000 empleos en 2022. Sin embargo, al tomar la comparación “punta a punta” lo que se constata es una retracción del empleo en el correr del año. Es decir, el efecto arrastre traslada empleos creados durante la segunda mitad de 2021 y los computa en 2022. 

  2. Presentadas en el marco de la reunión del Servicio de Análisis y Pronósticos Económicos que tuvo lugar el 14 de marzo. 

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