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En una jornada de evaluación de los nuevos planes de estudio de la Udelar se señalaron desafíos en el reconocimiento de créditos y en la orientación al estudiante

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Más de una centena de docentes, directores de carrera y funcionarios de la Universidad de la República (Udelar) se juntaron el jueves 28 de setiembre, convocados por la Comisión Sectorial de Enseñanza (CSE), para evaluar la implementación de los nuevos planes de estudios que se crearon o renovaron con la nueva ordenanza de estudios de grado promulgada en 2011, que trajo como mayor cambio la creditización de los cursos y la flexibilidad del trayecto educativo. Entre las mayores dificultades que se señalaron en la jornada se destacan el reconocimiento de créditos ya obtenidos cuando se cambia de carrera y la falta de orientación al estudiante para que pueda hacer verdadero uso de la flexibilidad que se ofrece, dijo a la diaria Mercedes Collazo, responsable de la Unidad Académica de la CSE.

De las 124 carreras que ofrece la Udelar, 97 cuentan con un plan de estudios actualizado, mientras que las restantes 27 están en un proceso de armado que finalizará en los próximos dos años. El objetivo de esta jornada fue analizar esos nuevos planes y “elaborar una propuesta de mejora de la implementación; un cambio histórico tan importante como haber concertado una orientación general de los planes de estudio en toda la Universidad necesita irse evaluando y ajustando de forma permanente”, comentó Collazo. Los resultados de una encuesta a los directores de carrera mostró como innovación en los planes la extensión universitaria y la interdisciplina. En general, “la evaluación es muy positiva. Se han logrado buenos niveles de flexibilidad y de articulación entre las carreras”, aseguró.

En cuanto a la articulación y movilidad de los estudiantes, Collazo afirmó que hay “miradas parciales, porque no se tiene un estudio general de la Universidad que muestre el volumen de movilidad”. “Eso tiene que ver con que también se está cambiando el sistema de registro de la escolaridad de los estudiantes y terminará en 2018; cuando eso pase, se podrá ver el movimiento real de un estudiante”, agregó. Entre las acciones que se pueden tomar a corto plazo para mejorar la articulación, los participantes en la jornada sugirieron la coordinación en los calendarios de inscripciones y una cultura institucional que estimule “el enriquecimiento de la formación con diferentes programas de distintas carreras”, agregó Collazo.

Se reconoció el valor que tiene la movilidad para la vida académica del estudiante: “Era clave garantizar que se pueda pasar de una carrera a la otra con mayores facilidades que el esquema que teníamos antes, donde eran carreras tubulares sin ningún tipo de diversificación, incluso para cambiar a veces había que volver al bachillerato. Eso ya se modificó con la ordenanza que permite con un año de carrera cambiar a cualquier otra”, dijo la docente. Además, fundamentalmente entre los organismos de educación superior pública, “permitiría una movilidad muy clara con la formación docente, que está en proceso de transformación con los mismos criterios de renovación de sus planes de estudio que los manejados por la Udelar”, añadió.

Uno de los talleres propuestos en esa jornada se titulaba “Criterios de asignación o reconocimiento de créditos en las carreras”, un punto fundamental a evaluar, relacionado también a la movilidad en la Udelar. El régimen de créditos es común a todas las facultades y está definido en la ordenanza, es decir que ninguna carrera puede calcular el valor de un crédito de forma diferente.

La complejidad está en que hay varios tipos de cursos con distintos valores de crédito, y cada facultad define qué tipo de curso es el que dicta. “Por ejemplo, una carrera de medicina que tiene clínica, las carreras de ciencias con sus laboratorios o los talleres de arquitectura, son todos distintos tipos de cursos que se diferencian a su vez de uno teórico, que puede estar presente en todas las carreras”, ilustró Collazo. “Las dificultades de reconocimiento no están en esa diferenciación, sino que lo que se está haciendo a veces es no reconocer plenamente los créditos de la asignatura original de una carrera a la otra, es decir, un estudiante hace un curso en una carrera y después pide el reconocimiento en otra y se modifica el número de créditos, porque se considera que es otro tipo de curso”, explicó la docente, que cree que este problema se puede solucionar “afinando el lápiz”.

El sistema de créditos de la Udelar respeta la tendencia mundial de reconocer el tiempo de trabajo académico completo del estudiante, incluido el tiempo fuera del aula. El sistema tiene un “valor de crédito más común al crédito latinoamericano que al europeo, pero no significa un problema a la hora de la movilidad con el extranjero, porque en los casos que están establecidos ya tenemos un sistema de conversión y no hay dificultad”, destacó Collazo.

Flexible pero no elástico

Entre los ejes temáticos de los talleres se incluía la discusión sobre los niveles de flexibilidad y diseños curriculares acordes. La flexibilización, según explicó la docente, depende de cada tipo de perfil de formación: “Para algunos, como las ingenierías –que históricamente son las que han creado la flexibilización en la Udelar–, se trata de diversificar las trayectorias del estudiante en la carrera, y se acuerda con la comisión de carrera un perfil desde la mitad de la carrera hacia adelante según los intereses particulares de formación. Otras carreras definen trayectorias sugeridas, mientras que otras lo que hacen es dejar la posibilidad de elección al estudiante en un número específico de créditos”, ejemplificó.

Hay carreras, como las relacionadas a la salud, que requieren “un perfil general único para todos los estudiantes”. En ese caso las optativas se ven como “un complemento de formación” y no hay tanta flexibilidad en la elección de cursos: en estos casos el estudiante “avanza por niveles de complejidad, si no se aprende el nivel de complejidad anterior para desarrollar las destrezas no se puede ir al siguiente”. En otros casos las previaturas se discutieron y se repensaron en función de los distintos trayectos de formación; sin embargo, “la eliminación de las previas no es viable, menos en condiciones tan masivas; eso implicaría que da lo mismo hacer cualquier cosa en cualquier momento, algo que no es posible desde el punto de vista del aprendizaje, y además no es posible en las carreras más masivas desde el punto de vista de la gestión educativa”, expuso Collazo.

Para los asistentes a la jornada la flexibilidad, “se valora muy positivamente, porque es una manera de permitir a los estudiantes incidir en su ruta de formación: se están formando profesionales que tienen capacidad de autonomía”, manifestó la docente, quien resaltó que “el debate se sitúa en cuánto estamos logrando en cada caso, por eso la necesidad de esta jornada de seguir generando acuerdo”. El objetivo que se persigue, pero no se termina de alcanzar totalmente, es que el estudiante pueda tomar decisiones en su carrera de forma sustantiva e informada: “En la jornada quedó muy claro que hay que mejorar muchísimo, mediante muy diversos mecanismos: uno es mejorar enormemente el sistema de información de la propia oferta educativa, que es enorme, y después las orientaciones personalizadas, que el estudiante pueda tener un docente que los ayude a orientarse. Para eso están las comisiones y los directores de carrera”.

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