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Foto: Pilar Méndez

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Desde el jueves 28 de setiembre se empezó a palpitar la marcha en un ambiente festivo en la Plaza Independencia, acompañado de colores y de carpas convocados por el Ministerio de Desarrollo Social, en las que se brindaron charlas, por ejemplo para concientizar sobre el VIH (incluyendo pruebas de detección gratuitas). Todo esto, amenizado por música y atracciones tales como puestos de artesanías, comidas caseras, juguetes y ropa.

A lo largo del día se vieron representadas todas las generaciones. El sol caía y las luces de colores de neón empezaban a adornar 18 de Julio.

El viernes 29 llegó el día: aunque la convocatoria era a las 19.00, la marcha partió desde la Plaza Independencia a las 20.15 y finalizó en la explanada de la Universidad de la República. Participé con entusiasmo. Cada voz se juntaba para ser una y cantar, reclamar y festejar los mismos derechos. Las risas se contagiaban bajo la gran bandera de colores y una llovizna que por momentos amenazaba timídamente. Las caras estaban pintadas de sonrisas de arcoíris y la gente se transformaba con máscaras y disfraces. Algunos llevaban carteles con frases como “Amar es un milagro”. Finalmente, entre fuegos artificiales, brillantina, papelitos de colores, canciones de Lady Gaga, ABBA y Thalía, estábamos unidos por diferentes motivos y un mismo fin: la igualdad de derechos ante la ley. La marcha concluía en la explanada de la Universidad, donde se prometía un espectáculo y así fue: nos esperaban música en vivo, buena onda, selfies en las que cualquiera era invitado a participar, amigos que al fin se encontraban, abrazos y besos que eran capaces de durar más de un minuto.

Para coronar la jornada se leyó una proclama cuyo tema principal fue la ley integral trans.

Belem Gallo

Artículo y fotorreportaje publicados en La fresca, publicación hecha por estudiantes de la educación media pública de Uruguay.

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