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Migrantes: Acciones socioeducativas con uruguayos en el viejo continente

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Al comenzar este trabajo no había sucedido aún el atentado terrorista del 17 de agosto en Barcelona. En medio de un momento político complejo, intentamos pensar y repensar nuestras prácticas sin que el miedo y la paranoia nos invadan. Difícil, en un mundo lleno de paranoicos y loquitos por las armas. Para los migrantes, esto es un nuevo golpe, porque sabidas son las restricciones que vienen detrás de hechos tan repudiables y dolorosos como los acontecidos. Dicho esto, trataremos de centrarnos en lo que nos convocó hace unos meses: escribir sobre las migraciones, ciertas acciones socioeducativas y los uruguayos.

Viaje de ida, y posible vuelta

Pensar en los diversos efectos de la migración teniendo como ejemplo la vida de los futbolistas de la elite internacional es una percepción de la realidad poco acertada. Ser ciudadano del mundo incluye algunos problemas más profundos. Una vez estando en territorio extranjero “como extranjero” (lo señalamos así porque la diferencia entre los que viajan con documentos que autorizan la estancia, residencia y vida en el país de acogida y los que no los tienen es abismal) se comienza a visualizar la real existencia, magnitud e impacto de la segregación social en nuestra subjetividad.

Así, la conformación casuística o intencionada de colectivos en términos étnicos, lingüísticos, religiosos, económicos o sociopolíticos genera una búsqueda constante de respuestas para afrontar una nueva realidad. El impacto de la migración tiene su “firbag” (feed back), reacción, encanto o desasosiego para todas las partes.

El marco multicultural que se puede encontrar en los países de acogida guarda un lugar para los que emigramos; eso nos otorga, en cierto sentido, un lugar social preestablecido. De todas formas, hay un grito politiquero para la tribuna, que alimenta a las facciones más reaccionarias afines al antiinternacionalismo y contrarias a la multiculturalidad, obedientes de un orden mundial imperante, que genera fricciones constantes en la vida cotidiana de los migrantes del mundo. En este escenario tan diverso y complejo, ciertas prácticas socioeducativas que se desarrollan en algunos territorios pueden llegar a ser de protección para el compatriota. Y algunas de estas nos pueden dar algunas pistas para continuar trabajando en profundidad la categoría de “migrante” en Uruguay.

Causa y efecto

Las migraciones son vistas en ocasiones como un fenómeno laboral, socioeconómico o cultural (este último en muy menor medida), y no como un hecho social global. En el panorama actual, donde nos encontramos viviendo un período de incertidumbre a nivel mundial (la crisis en los estados y en las comunidades nacionales, conflictos diversos, distancia cada vez mayor entre norte y sur) es preciso reconocer que la ciudadanía ya no es un factor de inclusión y de igualdad.

Actualmente, la aplicación de las políticas públicas debería tender a abordarse –por lo menos– desde dos vertientes: la económica, con lógica globalizadora y de integración a una nueva realidad (con la jurisprudencia correspondiente); y una vertiente política y sociocultural en la que prime la lógica de protección de los derechos fundamentales de una humanidad común.

Concretamente, en España sucede que subyace una interrogante constante: ¿puede el Estado español incorporar la figura del inmigrante desde un lugar de protección? ¿Podrá –o querrá– la sociedad toda integrar pacíficamente al altísimo contingente de inmigrantes?

Es una constante con la que nos encontramos a diario, un reto frontal a las políticas sociales y toda su estructura. Órganos rectores de políticas públicas, organizaciones no gubernamentales, técnicos de áreas municipales, profesionales del servicio social y de las propias comunidades de inmigrantes; todo es parte de este entramado complejo.

Esa clave del arraigo

Cuando a lo lejos queremos saber de Uruguay y leemos en las noticias sobre los problemas que le ha traído a nuestro país la inclusión de inmigrantes y viceversa, nos trae como espejo lo que vivimos a diario por otras latitudes, y, a decir verdad, no es una linda impresión. Faltará un cúmulo de políticas con perspectiva histórica y la consolidación de herramientas jurídicas (en Uruguay, la Ley 18.250, entre otras), tal vez, de un sostén para la extranjería que comience a regular y ordenar lo que no se reguló hasta el momento, sin olvidar, como ha pasado en otros países, la perspectiva de derechos.

Algunos retos asumidos

En este escenario, se presentan sólo algunas de las diversas áreas de trabajo a nivel socioeducativo en España con inmigrantes uruguayos. Esto posibilita seguir pensando las perspectivas de trabajo a nivel global con una lectura fiel de lo que sucede día a día. Deliberadamente tomamos algunos ejes de trabajo, por lo que hay otros que en esta ocasión no son expuestos.

Mediación socio-psico-cultural

A razón de la realidad de cada sujeto, dentro de la especificidad de cada saber disciplinar, definamos ciertos marcos en la inclusión y aprestamiento social particular. Para lograr esto se han estructurado una gama de abordajes según el derecho a cubrir. La especificidad en el aspecto socioeducativo está puesta en el fortalecimiento de las redes para una circulación social amplia. El o los idiomas, aspectos legales, espacios de participación, cuidado y educación de los menores de edad, salud y vivienda, entre otros aspectos particulares. Para cada situación que se presenta hay una estrategia de trabajo particular, un proyecto individual que se centra en la transmisión de ciertos contenidos educativos significativos para la nueva realidad del compatriota.

Fortalecimiento de redes comunitarias y familiares

Brindar al migrante un espacio de participación con colectivos que están en su misma situación se vuelve un elemento central, tanto para el sostén como para la proyección. Orientación y apoyo, conjuntamente con la generación de nuevos contextos que potencien las posibilidades de residencia en un marco de protección para cada sujeto. En cuanto a las redes familiares, se dan múltiples variables, desde las más complejas vulneraciones de derechos, como trabajo a dos (o más) orillas. La ruptura temporal o permanente de un núcleo familiar tiene otras lógicas en tierras lejanas, lo que lleva a un mayor trabajo de cercanía.

Acciones socioeducativas sobre herramientas jurídico-normativas

Se trabaja en aspectos de acompañamiento o aprendizaje sobre elementos constitutivos de la ley en general y particularmente de la ley penal, como infracciones o desconocimiento de ciertos elementos jurídicos. También se hace un monitoreo de derechos básicos a ser trabajado con cada sujeto. En síntesis, se trata de un aprendizaje constante en el que se asesora, acompaña u orienta en diversos aspectos sociales, comunitarios o gubernamentales. Las modificaciones y restricciones existentes a nivel legal hacen cada vez más difícil trabajar en la brecha entre “residentes” y “sin papeles”, y lo que ello a nivel sociocultural genera en cada comunidad. Especialmente en el propio sujeto y sus redes primarias. Otra vez recurrimos al aprestamiento de la cuestión burocrática que rige el tiempo y el lugar que habita el sujeto.

A modo de cierre

Esta experiencia narrada y trabajada “a dos orillas” (parafraseando a Pablo Martinis y Patricia Redondo) es parte de un campo fértil de trabajo, que da ciertos insumos para analizar un panorama que en una línea del tiempo está más avanzado y nos sirve para ver hacia dónde vamos caminando inevitablemente, como arena en las olas.

Ligar dos orillas es un trabajo complejo; implica pensar y repensar las estrategias para intentar marcar un camino que se acerque a la protección. Podemos tomar una pequeña muestra de la distorsión que se sufre cuando un Estado comienza dividir a los ciudadanos entre “regulares” e “irregulares”, dependiendo de su lugar de procedencia. Esto desemboca en una ruleta de derechos fundamentales para unos, derechos humanos para determinados grupos, los derechos “completos” de ciudadano para otros, y en que todos ellos lleguen a coexistir con reglas diferentes.

Para cerrar, es oportuno preguntarse cómo resaltar que es un hecho la falta de reciprocidad en el trabajo a mediano y largo plazo para la categoría de migrante. Que una vez que estamos en otro país la normativa cambie sustancialmente en cosas básicas, como el fortalecimiento educativo, de sostén de las frustraciones, como cuando una madre da a luz en España y no logra entender por qué ese niño no es español, si nació allí y parece una verdad universal. ¿Cómo preparar a los uruguayos previo a la partida? ¿Cómo preparar a nuestros compatriotas para procesos de hostilidad inesperados? Todo esto debe verse y prepararse desde las políticas públicas, que actualmente parecen no visualizar esta realidad de los migrantes, que fueron y son dejados de lado por todos los estados.

El terror como orientación geopolítica que obstaculiza los procesos socioculturales de más largo aliento y desvía el eje de trabajo debe estar puesto sobre la mesa para pensar una verdadera integración. Generar nuevas fortalezas en las comunidades de migrantes es parte de nuestro objetivo de trabajo y nuestra responsabilidad al pensarlo como “objeto de estudio” (sujeto de derecho), sobre todo para generar nuevas estrategias educativas y herramientas políticas como sociedad que cuida y se responsabiliza de los suyos, sea cual sea el trozo de mundo que nos toque habitar.

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