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Dayana González y Alejandro Rubbo, durante la presentación de la muestra “Con espíritu femenino: El carnaval y sus artes”. Foto: Alessandro Maradei

El Museo del Carnaval expone trabajos en artes carnavaleras, elaborados por mujeres privadas de libertad que, tras capacitación, hacen pasantías remuneradas

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Entre 100 y 120 mujeres participaron durante 2017 en talleres de maquillaje artístico, escenografía y vestuario en artes carnavaleras, y actualmente unas seis están haciendo pasantías en una murga y en el Museo del Carnaval. La particularidad de estos talleres es que se llevan a cabo en el centro de privación de libertad Unidad Nº 5, más conocido como la cárcel de mujeres de Colón. Ayer el Museo del Carnaval inauguró la muestra Con espíritu femenino: el carnaval y sus artes, en la que se exponen los trabajos elaborados por las mujeres en los distintos talleres; ayer también se mostró la escenografía del tablado, que fue elaborada por ellas. Todos quienes vayan al Tablado del Museo en febrero podrán visitar la muestra.

El proyecto El carnaval y sus artes comenzó a mediados de 2016, con un convenio entre el Instituto Nacional de Rehabilitación, el Museo del Carnaval –por intermedio de la Intendencia de Montevideo (IM)– y el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), que financió la capacitación de las mujeres. El primer año, unas 90 mujeres concurrieron a los cursos, y en 2017 se resolvió reeditar la formación y se llegó a entre 100 y 120 mujeres. “Está funcionando muy bien; es parte de las políticas generales del Inefop en materia de apoyo a la cultura del trabajo y del carnaval”, comentó el director del instituto, Eduardo Pereyra, quien informó que el año pasado, mediante distintos programas de capacitación en todas las cárceles del país, se capacitó a cerca de 2.000 personas privadas de libertad.

Iván Arroqui, diseñador y realizador teatral, es uno de los cuatro talleristas del proyecto y el encargado del taller de vestuario en artes carnavaleras. Contó a la diaria que los talleres se llevan a cabo dos veces por semana, tienen una duración de cinco horas cada uno y se extienden todo el año. El objetivo, apuntó, es brindar capacitación en diferentes oficios, con el interés de reinsertar laboralmente en la sociedad a las mujeres cuando logren su libertad. El primer atractivo de estos talleres, como todas las propuestas educativas en las cárceles, es que al asistir a ellos las mujeres pueden redimir parte de su pena. Pero surgen otros ganchos propios del ámbito carnavalero, destaca Arroqui. “Trabajamos en equipo, se hace la escenografía para el tablado, el vestuario para vestir a los niños que se acercan para conocer el museo, se hacen muestras con los trabajos, y esas cosas empiezan a generar interés, porque muchas de las mujeres que están privadas de libertad tienen interés en rehacer su vida, en adquirir un oficio y salir adelante”, comentó. Además de las herramientas y técnicas en las que se brinda capacitación, para el tallerista las actividades constituyen un aporte en otro sentido: “Estos trabajos se ven por televisión, se hacen talleres por el Día del Niño y van de visita los familiares de las internas; además, el carnaval tiene que plus: va por todos los barrios, entonces las familias también sienten orgullo, en su entorno las mujeres intentan recuperar la dignidad”.

Daniela González, una de las reclusas que hicieron la capacitación y que ayer concurrió a la inauguración de la muestra, valoró los talleres: “Es re productivo. Además, el día de mañana nuestro currículum no está vacío”, dijo, y destacó que en las clases “se dan a conocer talentos que están escondidos detrás de personas que se equivocaron”.

Arroqui destacó que en su desarrollo profesional es “muy exigente” consigo mismo, “y para los demás igual”, por lo que en estos talleres “intento que progresivamente vayan llegando a la excelencia”. Cada una de las asistentes es diferente, y muchas parten sin saber coser ni enhebrar, “pero se genera la idea de superarse, de que podés mejorar, de que mañana tu puntada puede ser mejor que la de hoy”.

Este año, a los talleres se sumó la posibilidad de hacer pasantías remuneradas. Seis mujeres se postularon para hacerlas: cinco que aún están presas y una que salió en libertad hace poco. Las pasantías se realizan en convenio con la IM y son para trabajar en la elaboración del carro que trasladará a la Figura del Carnaval en el desfile de este año, en la elaboración de parte de la escenografía que se utilizó durante el evento de elección de las Figuras del Carnaval, y en la fabricación de los gorros de la murga La Gran Muñeca. Arroqui opinó que la inserción laboral en el ámbito carnavalero presenta un potencial importante. Comentó que años atrás estuvo a cargo, en Maldonado, de una capacitación en maquillaje social a personas trans, pensado para que se insertaran en el mercado de los salones de belleza, pero en esos ámbitos encontraron cierta resistencia de los empleadores. Al año siguiente, se capacitó en maquillaje artístico para carnaval y “la inserción fue directa, sin tanto preconcepto”. El carnaval es, en ese sentido, “un vehículo muy interesante” para la integración, consideró.

En vistas al Carnaval 2019, la IM propuso estudiar la posibilidad de incluir en el convenio que las mujeres de la Unidad Nº 5 también se hagan cargo de la decoración de la avenida 18 de Julio. Si bien todavía no hay nada definido, Pereyra consideró que la idea es “muy interesante”, ya que permitiría “aumentar de manera considerable el número de mujeres involucradas” en las capacitaciones.

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