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Verano Educativo en el Sindicato Único de Telecomunicaciones (Sutel). Foto: Alessandro Maradei

Una propuesta de Verano Educativo de Primaria mezcla el trabajo sobre TIC y género con piratas y aventuras

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“Daniela es mujer. ¿Ella puede ser pirata? ¿Puede ser la capitana de nuestro barco?”, preguntó un hombre alto con parche en el ojo y sombrero de ala ancha a unos 70 niños que lo miraban sentados en el piso. La respuesta fue unánime y positiva: Daniela podía ser su capitana sin importar que fuera mujer. Cuando preguntó por qué, una niña de no más de diez años lo increpó sin escrúpulos: no seas machista. Enfocados en trabajar sobre género y las Tecnologías de la Información y la Comunicación, el equipo docente de la escuela especial 254 elaboró un plan de acción para todo el mes que dura el programa Verano Educativo del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP).

Más de 12.000 niños de 139 escuelas públicas de todo el país pasan sus jornadas de verano entre risas y actividades lúdicas que ofrece cada centro. A los alumnos de la escuela 254 del barrio capitalino Tres Cruces se sumaron algunos más de otras escuelas cercanas. Todos acuden de lunes a viernes al complejo del Sindicato Único de Telecomunicaciones (Sutel), que ofrece en sus instalaciones la infaltable piscina, amplios patios techados, salones acondicionados y una gran cancha cerrada. Allí se encontraban desde niños de cuatro años hasta adolescentes de 16, que escuchaban atentamente las palabras del capitán; la concentración va y viene y, cuando estaba cerca de irse del todo, apareció por la ventana la pirata Daniela, que con el garfio los atrajo de nuevo a la ronda. Los más chicos se pararon y trataban de tocarla; los más grandes se limitaron a comentar su llegada.

El equipo de maestras, talleristas y profesores que contienen a los niños tienen todo planificado; basados en sus numerosos años de experiencia, saben medir los tiempos de los más chicos. La discusión sobre si Daniela podía ser una buena capitana se saldó en menos de 15 minutos; es que no había muchas dudas, era obvio para ellos que no había diferencia alguna entre el varón y la mujer: ambos eran buenos piratas, algo que quedó en evidencia después de que superaron la prueba más difícil que pudo pensar el grupo y que constaba de cinco lagartijas.

La directora de la escuela, Patricia Píriz, que también es la coordinadora de Educación Sexual del Instituto de Formación en Servicio del CEIP, explicó a la diaria que trabajaron desde el inicio del programa, la semana pasada, con el tema género. Por eso, en parte, no hay dudas sobre la igualdad de los piratas; sin embargo, “en lo pequeño y cotidiano siempre está el varón que le dice al otro: ‘esto es de varones’ o la nena que dice: ‘no, esto no te lo pongas’. Esos comentarios están, son como los micromachismos: están implícitos y hay que empezar a detectarlos y trabajarlos”, afirmó.

La clave del éxito está en que los niños no vean a la colonia de verano como una extensión de la escuela, detalló el equipo de trabajo en su planificación. “El eje lúdico es fundamental y está presente en todas las propuestas, también hacemos mucho hincapié en la agenda. Contamos lo que vamos a hacer hoy para que sea un gancho de motivación. Cuando volvemos, recapitulamos lo que hemos pasado y vemos lo que vamos a hacer mañana para mantener el interés del niño”, comentó la directora.

Píriz consideró que el programa Verano Educativo es muy importante para demostrar que “la escuela pública puede ser diferente: se puede enseñar y aprender en verano, y no tenemos por qué seguir el formato tradicional”. Además, resaltó que “para los niños y las familias es un espacio necesario, en el que pueden disfrutar de un verano de vacaciones, del pasto y el aire libre; para ellos es realmente una oportunidad única”.

De colores y música

El pirata Maxi tiene una mano de garfio y está luchando contra un mar embravecido que empujó su barco hacia los tiburones. Por suerte, encontró los cañones del navío con los que salvó a todos los amigos de los filosos dientes del enemigo y pudo encontrar el tesoro que tenía “todas las joyas y monedas que tienen los jugadores de fútbol”. Ese es el cuento que escribió y dibujó Maxi, de cinco años, en el taller de arte. Para él, ir a la colonia es lo más divertido que pasa en verano, y “lo mejor del mundo” es la piscina.

“La capitana Priscila y sus amigas piratas” es el título de la ópera prima de Priscila. La pirata principal tiene pie de palo en una pierna y sandalia de taco en la otra, las amigas se llaman Ema y Sia, y son “lindas, hermosas e inteligentes”. Después de enfrentarse a un negro mar, las protagonistas pudieron encontrar el tesoro que aún no había sido dibujado pero que, según la autora, va a tener “juegos, diamantes, libros y joyas”. El importante final de la historia llegará cuando las tres amigas vuelvan a la casa y le muestren a su mamá y a su papá lo que encontraron.

El taller de arte es uno de los cuatro por los que transitan los pequeños en la semana cuando se separan en tres grupos distintos. Durante los 45 minutos del taller de ese día, los niños tenían que terminar lo que habían empezado antes: ayudar a los piratas. A los más chicos les llegó una carta en pergamino en la que se explicaba que a los navegantes de los siete mares les gustaba mucho leer pero no podían cargar los libros debido al peso. Por lo tanto, ellos debían escribir y dibujar pequeñas historias para poder mandárselas y salvarlos del aburrimiento.

En los talleres se da otra de las diferencias que tiene la colonia con la escuela: los niños no están con los mismos compañeros. Se dividen por edades, pero con un límite muy flexible: el grupo de los más pequeños va desde los cuatro años hasta los siete, en otro grupo están los niños de ocho y nueve, mientras que los mayores de diez años integran un mismo equipo. Sin embargo, Píriz explicó que “se van cambiando, más que nada, por intereses y afinidades o por el propio desarrollo de los niños”. “A su vez, los martes y los jueves, que no hay piscina, se hacen otros agrupamientos; la idea es que haya otro tipo de interacciones entre edades”, agregó.

Además de Arte, los niños pasan su tiempo entre Literatura, Ajedrez y Música. En este último es difícil mantenerse sentado: la música de la guitarra del profesor sonaba alto en el patio techado. A pesar de la sombra, el calor ya se sentía sobre las 11.00, pero a algunos niños de ocho y nueve años no les importó y se dedicaban a saltar. La misión del día consistía en que cada subgrupo de cuatro o cinco niños dijera el siguiente verso de la estrofa que comenzaba con “la lluvia viene bien”. Las respuestas caían como gotas, la inspiración no era tanta cuando faltaba tan poco para irse a comer, pero algunos de los grupos que permanecían sentados lograron terminar la canción con ideas como “hace crecer las flores”, “ayuda al charco” y “nos refresca”.

Los mayores de diez años tenían una misión más complicada por ser los más grandes: debían preparar el campamento. Armar los souvenirs, organizar la intervención del principio, ultimar los detalles para asegurar la diversión de irse tres días a El Pinar, donde los recibirán recreadores del CEIP, con todo incluido. Los más chicos también tendrán su salida de la ciudad: irán por una noche a Parque del Plata y pasarán una jornada organizada por las maestras.

Verano Educativo

Las propuestas de actividades educativas en enero no son nuevas, pero Verano Educativo fue reformulado el año pasado y se convirtió en una opción diferente para niños y familias de las escuelas públicas durante los meses de más calor. Con una carga horaria de cinco horas, y en algunos casos de ocho, gracias a un acuerdo con las intendencias de Canelones y Maldonado, más de 12.000 niños pasan sus vacaciones con diferentes actividades, creadas teniendo en cuenta su propio interés. Piscinas, talleres, campamentos, recorridas en las playas, parques y salidas didácticas son algunas de las opciones ideadas para los estudiantes de primaria. Además, todos los niños reciben el desayuno y el almuerzo de forma gratuita. El CEIP trabaja en coordinación con los ministerios de Desarrollo Social y de Educación y Cultura, las intendencias de Montevideo, Canelones, Maldonado y Rocha, Antel, el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay y el Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública. También colaboran con la propuesta la empresa Unilever, desde el sector privado, y el movimiento sindical con el aporte de Sutel.

Píriz explicó que para ellas es importante que los más chicos también tengan la experiencia del viaje: “Cualquier salida didáctica en el año abre otros mundos, otros espacios que son de todos y que a veces ellos ni siquiera conocen. Para la mayoría es la primera vez que se alejan de su familia, y muchos no conocen la costa”. Además, la docente enfatizó los beneficios del campamentos: “A los muchachos les cambia la autonomía, la autorregulación, su maduración; estas instancias también dan otros espacios afectivos para nosotras: otro vínculo con ellos, levantarse, ver a la maestra en pijama, verse entre ellos, compartir otros espacios, empezar a ser responsables de la cama, de la cabaña; ese tipo de cosas que hacen a la construcción del ciudadano”.

A medida que los talleres cerraban sus actividades, se iba llenando la plaza de juegos con que cuenta Sutel. Hamacas, subibajas, jaula de los monos y otros desafíos escalables terminaron abarrotados de pequeños piratas que, equipados con gorros, parecían haber encontrado el tesoro.

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