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Lanzamiento del 5º Campamento Científico Latinoamericano en el Museo de Historia Natural del CES. Foto: Pablo Vignali

Jóvenes uruguayos y de la región participan en el quinto campamento científico latinoamericano, que se lleva a cabo en Minas

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Por quinto año consecutivo, el departamento de Cultura Científica del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) reunió a alumnos de la educación media uruguaya con pares regionales. Desde el lunes y hasta mañana se desarrolla el campamento científico, en el que, junto a docentes e investigadores, los jóvenes encaran su propio proyecto: desde las preguntas bases, pasando por el trabajo de campo hasta la comunicación de resultados finales. Este año, son 31 los jóvenes de entre 15 y 18 años que participan: 23 son uruguayos y el resto llegan desde Argentina, Brasil, Colombia, Paraguay y Venezuela; todos pasarán sus días en el campamento del cerro Arequita, en Minas, Lavalleja.

El campamento tiene diversos objetivos, según explicó a la diaria Gustavo Riestra, director de Cultura Científica del MEC. Uno de ellos es “acercar el conocimiento en ciencias, tecnología e innovación a estudiantes de educación media para que les pierdan el miedo a la ciencia y al emprendedurismo”, destacó. Además, estos campamentos tienen un fuerte componente de socialización: “Muchos de los chicos que están participando en este campamento es la primera vez que pasaron por Montevideo o que llegaron al Arequita”, señaló Riestra. El director destacó que también buscan “que ellos se lleven aprendizajes para la vida, que desarrollen competencias, habilidades y destrezas que quizá ni siquiera sabían que tenían, y que sean fortalezas para un camino muy complejo como el que nos puede tocar vivir. Apunta a la construcción de ciudadanía de nuestros jóvenes”.

El tiempo es tirano en los campamentos, y la agenda está cargada de actividades, con el propósito de aprovechar al máximo el tiempo juntos. El director de Cultura Científica comentó que la idea es promover una capacitación en la elaboración de proyectos científicos y de innovación. Para eso, comenzaron con “una aproximación teórica al trabajo en proyectos, qué significa una investigación; luego ellos tuvieron que valorar, en equipos, preguntas de investigación, algo que es difícil al principio; una vez que lograron formularlas, empezaron a plantearse objetivos, estrategias de muestreo que les permitieran llevar adelante las salidas de campo y recoger datos necesarios”, detalló. Las salidas fueron al río Santa Lucía y a las playas de Punta del Este; Riestra explicó que el trabajo de campo está enfocado en la diversidad biológica, tanto de pequeños invertebrados como de plantas, y también en la contaminación antropogénica.

Hoy y mañana los jóvenes deberán procesar los datos obtenidos y arribar a conclusiones para la presentación final. “Tendrán que presentar formalmente un proyecto escrito y compartirlo con el resto de sus compañeros, porque también se trabaja en torno a la importancia de la comunicación científica, no solamente en la escritura, sino también en la comunicación oral”, subrayó el director.

La Dirección de Educación del MEC, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Embajada de Estados Unidos abrieron la convocatoria a participar en el campamento en diciembre y “la cantidad de gente que se presentó fue mucho más de la esperada”, dijo Riestra. El hecho de que haya la misma cantidad de hombres que de mujeres en este campamento es “algo muy alentador, porque siempre buscamos que las mujeres tengan interés por las actividades científicas”, dijo el director.

La participación extranjera se concretó por intermedio de los órganos similares al MEC en los distintos países de la región, que eligieron a los estudiantes por sus iniciativas, como las ferias científicas. Por su parte, los docentes que participan en la actividad pertenecen a la ANEP, al MEC o son talleristas investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

Con una mirada retrospectiva a las ediciones anteriores, Riestra aseguró que los campamentos “son instancias muy fuertes no sólo para los jóvenes que participan, sino para los adultos, [y es algo en lo que concuerdan] los observadores internacionales que siempre nos acompañan. Los encuentros anteriores nos han dado la oportunidad de ver qué les interesa a nuestros jóvenes y la forma de atraparlos para que estos campamentos sean un escenario apasionante para ellos, desde todo punto de vista”.

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