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Familias de unas 20 escuelas se reúnen para discutir su participación en la educación

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Plantean que el reglamento de las comisiones de fomento se contradice con la Ley de Educación.

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¿Las familias pueden opinar sobre la educación de los niños? Padres de alrededor de 20 escuelas de Montevideo y Canelones se reunirán esta mañana en el teatro de la Escuela Experimental de Malvín para intercambiar sobre el rol que tienen las familias en la educación pública y qué maneras tienen de participar. El encuentro fue iniciativa de varios padres que integran las comisiones de fomento de las escuelas, y apuestan a convocar a otras familias que participan en estas organizaciones para intercambiar experiencias.

Lo cierto es que muchos de los padres se encontraron con un primer escollo para participar activamente en la escuela de sus hijos: el reglamento de las comisiones de fomento establece que la única finalidad de estas organizaciones es “la colaboración armónica con las autoridades escolares”, y que tienen “expresamente prohibido intervenir en las actividades docentes y demás funciones que específicamente están a cargo del personal docente de la escuela”.

Según Gabriela Sarasúa, una de las organizadoras del encuentro, el reglamento es “muy limitante”, y se contradice con la Ley de Educación de 2008, ya que “vulnera el derecho a la participación”. “La ley plantea que estudiantes y familias pueden participar activamente en todas las decisiones del centro educativo, y el reglamento de las comisiones de fomento dice que lo único que estas pueden hacer es ‘colaborar armónicamente’, lo que termina siendo, en muchas escuelas, ‘arreglame el picaporte’, ‘comprame el vidrio’; siempre depende del espacio que le dé a la comisión el director”.

Para Sarasúa, la Ley 18.437 plantea un abanico “más amplio” de acción a las familias, integrándolas a los consejos de participación de cada centro educativo, desde donde pueden hacer propuestas sobre el proyecto educativo, la suscripción de acuerdos y convenios con otras instituciones, sobre obras, la obtención de donaciones, pueden proponer acciones sobre el funcionamiento de la escuela y actividades sociales y culturales. El reglamento, cuya última actualización es de 2004, “es sumamente acotado”, opinó Sarasúa, ya que deja a la comisión de fomento subordinada a “lo que la dirección habilite para poder opinar o proponer”. “Cuando hay buen diálogo no pasa nada, pero cuando no hay se complica”, resumió.

De hecho, varias de las comisiones de fomento que se reunirán hoy, de escuelas de Jacinto Vera, Centro, Pocitos, Tres Cruces, Punta Carretas, Reducto, Parque Batlle, Atahualpa, La Comercial, La Blanqueada, Malvín, Carrasco, Shangrilá, Canelones y Lomas de Solymar, han solicitado ante las direcciones la creación de los consejos de participación, algo que no se ha logrado. Una traba importante es que los consejos sólo pueden instalarse si todos los órdenes están dispuestos a integrarlos (los estudiantes –en las escuelas los delegados son de los últimos grados–, los docentes, la dirección, las familias, los vecinos y el presidente de la comisión de fomento), y basta con que uno de ellos no acepte integrarse para que no se conforme.

Sarasúa destacó el papel que cumplen las comisiones en muchas escuelas, que permiten obtener diversos insumos –desde aire acondicionado o televisiones hasta material de laboratorio o deporte–, refacciones y, entre otras cosas, la creación y funcionamiento de espacios como bibliotecas. Incluso, en algunas escuelas los padres que integran la comisión de fomento organizan campamentos educativos para distintas clases. Sarasúa reconoció que la participación “es compleja”, pero aseguró que es “muy enriquecedora”: “Vamos a tener una mejor escuela pública si participamos todos activa y comprometidamente”.

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