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Inés Moreno, Lucía Naser y Antonio Romano.

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Reeditan “La expresión creadora del niño”, de Jesualdo Sosa

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El libro, que condensa la experiencia de Sosa en la escuela rural Canteras de Riachuelo, es uno de los textos más importantes de la pedagogía nacional.

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La colección Pedagogía Nacional, del Consejo de Formación en Educación de la Administración Nacional de la Educación Pública (ANEP) y de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, reeditó La expresión creadora del niño, un texto clásico del maestro Jesús Aldo Sosa, más conocido como Jesualdo Sosa. El libro fue presentado el martes 27 en la sede de la Sociedad Uruguaya de Historia de la Educación, en una sala llena de maestros, estudiantes de magisterio, estudiantes o investigadores en Historia de la Educación. Antonio Romano, investigador en esta área y director de Planificación Educativa de la ANEP, consideró que Sosa es “uno de los pedagogos más importantes que ha tenido nuestro país” y, en particular sobre este libro, opinó que es “el texto de pedagogía más importante que se haya escrito”, el “más logrado” de la historia de la pedagogía nacional.

Jesualdo Sosa (1905-1982) es un maestro reconocido por su experiencia pedagógica en la escuela rural de Canteras de Riachuelo, en Colonia, donde estuvo entre 1928 y 1935. Romano apuntó que con los textos de Sosa se marca “un antes y un después” en relación con el lugar de enunciación del discurso sobre la educación: “Antes de Jesualdo, los que intervienen en el campo de la educación no son necesariamente maestros”, mencionó, y parafraseó al propio Sosa cuando decía que quienes escribían sobre educación antes que él planteaban su teoría antes que su práctica, “y en mi caso es al revés”, decía. “Eso definió el campo de la educación”, añadió el investigador, que explicó que la producción en educación “está estrechamente vinculada con el ejercicio de la profesión docente, al punto tal que a los actores del campo nos cuesta mucho reconocer legitimidad, para hablar de educación, en otros que no sean docentes. Aunque lo que ocurre habitualmente es que frente a la opinión pública quienes más hablan de educación no son precisamente los docentes. Ahí tenemos una tensión interesante, me parece que Jesualdo marca un antes y un después”.

Por otro lado, mencionó que otra clave de la obra de Sosa es que “el acto que constituye al maestro es un acto de transgresión o rebeldía. Él se vuelve maestro no por admirar a su figura de referencia, sino todo lo contrario. Su figura de referencia era el maestro Pascual, a quien detestaba, por lo que el acto que constituye al maestro es el acto de rebeldía contra esa manera de ejercer el magisterio”.

Tanto Romano como Lucía Naser, docente de la Licenciatura en Danza de la Udelar, e Inés Moreno, doctora en Filosofía, destacaron la reedición del libro de Sosa, cuya edición original es de 1950 por la editorial argentina Poseidón. Romano explicó que hubo una “interrupción de la transmisión de la memoria del legado de Jesualdo”, y entre varias razones, apuntó que una tiene que ver con que fue un maestro comunista. “Con la dictadura hubo una interrupción, un corte que dificultó la apropiación de Jesualdo, y por eso celebro que podamos discutirlo y debatir”. Puntualizó que “no quiere decir que todo está ahí. Decir que todo está en el pasado es una cosa absurda, pero creer que las cosas de las que podemos aprender están sólo en otro lado también lo es”.

Una forma de conocimiento

Moreno destacó la publicación, que abona a la “tarea de reconstrucción del pensamiento nacional”, y contextualizó cómo fue la experiencia pedagógica de Sosa en Canteras de Riachuelo, un lugar “muy duro”, donde los pobladores trabajaban de picar la piedra y atravesaban, en esos años, una crisis importante. “Prácticamente sin recursos, alguien se propone hacer una experiencia novedosa y revolucionaria, que no tiene el signo de la improvisación y del ‘hagamos lo que podamos’, sino que tiene el signo de la puesta en práctica de una concepción muy firme”, con “la convicción de que solamente con esa manera de trabajar es que se puede generar las condiciones para el aprendizaje”.

Moreno explicó el concepto de expresión creadora de Jesualdo, que puede parecer “algo contradictorio” en Canteras de Riachuelo si se vincula a la creación con el dibujo, la música, la poesía, a expresiones “que desde el punto de vista de nuestra cultura son productos artísticos, como un excedente de nuestras actividades o algo lujoso si se quiere”. “Sin embargo, la expresión creadora es algo que tiene que ver con la manera que él concibe que debe ser el aprendizaje, desde ese concepto de expresión. Un concepto que tiene un compromiso con la capacidad de desarrollar conocimiento de manera auténtica. Él cree, con razón, que todo lo que provenga del exterior del niño, impuesto, sin que el niño tenga la curiosidad, la necesidad, la intuición o la motivación por buscarlo, puede resultar completamente ajeno o aburrido”, explicó.

Frente al modelo de aprendizaje que apunta a incorporar conceptos universales, lógicos, la experimentación de Sosa se opone a eso y apunta a la expresión. “Es otro camino, y es el camino más adecuado para determinadas circunstancias, para ciertas edades”, acotó Moreno, que explicó que la expresión es “la representación de lo particular, de lo individual, de las situaciones que nos rodean, y que nos permiten abordarlas y conocerlas desde otro lugar”. “Eso significa que determinadas formas del lenguaje, de representación del dibujo, la pintura, la poesía o la música, van a ser formas que permitan abordar el mundo, representar el mundo tanto exterior como interior, de una manera diferente de lo que hace el pensamiento teórico conceptual, y por lo tanto permite que sea a partir de las necesidades del niño, de la búsqueda del niño, de eso que se llama intuición y que no puede ser representado ni expresado de otro modo más que de ese modo plástico, musical o poético”, explicó la investigadora.

Naser destacó el valor que le daba Sosa a lo expresivo, “no como algo ad hoc”, y consideró que La expresión creadora del niño debe ser una “lectura fundamental desde el campo del arte”. Valoró que el maestro rechazaba el “dibujo para niños” y rescató el lugar en el que ponía al niño, por ejemplo, al citar frases de sus alumnos “valorando esa sabiduría”. Eso, a su vez, coloca al maestro “en un lugar de experimentación”, con un rol de “escuchar”, apuntó.

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