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Expositores y docentes en la sala Lazaroff.

Foto: Alessandro Maradei

FPB Audiovisual de UTU en el barrio Borro presentó una muestra fotográfica en la sala Lazaroff

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La muestra puede verse hasta el 31 de julio y tiene como tema la infancia.

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Leído por Mathías Buela.
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Si bien la incursión en la fotografía era sólo una exploración para controlar la entrada de luz a la cámara, terminó ocupando buena parte del primer semestre del tercer año del taller de Audiovisual del programa de Formación Profesional Básica (FPB) de la UTU del barrio Lavalleja, que funciona en un anexo en el Centro Juvenil Obra Ecuménica Barrio Borro. El punto de inflexión para que se terminaran dedicando a la fotografía fue una visita que los estudiantes hicieron junto con la profesora, Romina Obregón, a la sala Lazaroff, teatro y centro cultural dependiente del Municipio F, ubicado en el Intercambiador Belloni. Según contó Obregón a la diaria, allí vieron que estaba montada una muestra del Centro Juvenil Bella Italia y, a modo de chiste, se planteó la idea de que también pudieran exponer sus fotos.

Con la prueba para ensayar sobre la exposición ISO y la apertura del diafragma de la cámara ya tenían material inicial. De todas formas, en la medida en que el asunto comenzó a tornarse serio, los propios adolescentes plantearon que debían tomar fotos especialmente pensadas para la muestra. Cuando se planteó la idea, la docente les propuso enviar un correo electrónico a los responsables de la sala para ver cómo era montar una muestra y la respuesta los alentó a seguir adelante. Desde la sala Lazaroff les respondieron que los soportes estaban a disposición, que ellos se harían cargo del ploteo de un cartel y de la invitación digital a la muestra, y que también era posible articular con el Centro de Fotografía (CDF) de la Intendencia de Montevideo.

Luana Lombardo.

Foto: Alessandro Maradei

Comenzaron por definir las etapas de trabajo que serían necesarias para montar la muestra, que colocaron en una línea de tiempo; allí incluyeron desde la solicitud de presupuesto para la impresión de las fotos hasta su colocación en la sala. Además, tuvieron que elegir el tema de las fotos. Para ello, Obregón planteó una dinámica en la que presentaba distintas temáticas a los estudiantes y estos debían moverse en función de las que consideraran más cercanas o más lejanas. También vieron la película Quién quiere ser millonario para analizar los temas que surgían y luego buscar en revistas fotos que hablaran de esos asuntos y explicar por qué los relacionaban con las imágenes.

Entrada en el tema

Después de pasar por temáticas como pobreza, amistad, adolescencia y hasta corrupción, la más cercana para los estudiantes fue la relacionada con la infancia. La docente pensaba que el tema elegido sería otro, pero fue notorio que los adolescentes querían contar historias sobre esa etapa de sus vidas, por lo que se pusieron a trabajar en eso.

Lady Silva.

Foto: Alessandro Maradei

“Al principio ellos querían mostrar niños; era muy difícil romper la linealidad de que, como el tema es la infancia, tiene que haber niños. No teníamos niños y tampoco íbamos a conseguir permisos para fotografiarlos. Ahí empezamos a buscarle la vuelta y surgió preguntarnos a qué jugaban de niños, y empezamos a hacer la lista de los juegos, a ver qué cosas conservamos, qué cosas eran conseguibles. Aparecieron miles de juegos que no eran tan sencillos”, contó Obregón, e ilustró que en el listado estaban la cometa, el trompo y la bolita, pese a que pensaba que correspondían a generaciones anteriores.

Para trabajar en las fotografías tuvieron distintas instancias con el CDF, que les acercó el trabajo del proyecto Casabó por Casabó, que habían desarrollado liceales de ese barrio para romper con el estigma de la zona. Después empezaron a planificar el momento de tomar las imágenes, para lo que tuvieron un escrito en el que los estudiantes debían dibujar sus fotos ideales, de forma de empezar a visualizar los encuadres.

Luciana Álvarez.

Foto: Alessandro Maradei

En suma, organizaron una visita al Jardín Botánico para tomar las fotografías, pero sólo fueron algunos estudiantes. Obregón señaló que la planificación de actividades en los cursos del programa FPB en ocasiones es un tanto incierta. Se trata de un programa dirigido a adolescentes previamente desvinculados del sistema educativo y muchas veces ellos o sus familias no tienen como prioridad la asistencia a las clases y, por ejemplo, sí priorizan la atención de tareas de cuidados en los hogares. De todas formas, quienes faltaron al Botánico después hicieron sus fotos en el patio o en la plaza que queda enfrente del centro juvenil, al que en buena parte los estudiantes del FPB también asisten, más allá de la cursada de la propuesta que les permite acreditar el ciclo básico.

A la obra

El CDF costeó la impresión de las fotografías y les dio pautas para su colocación y manipulación. Por ejemplo, gracias al centro de fotografía supieron que debían moverlas con guantes, porque, de lo contrario, las huellas digitales quedarían marcadas. Además, para seleccionar las imágenes tuvieron la ayuda de un fotógrafo amigo de un educador del centro juvenil, a quien los estudiantes fundamentaron sus elecciones personales.

Nazareno Fernández.

Foto: Alessandro Maradei

De a poco, los adolescentes se fueron apropiando cada vez más de las fotografías y de la organización de su exhibición, lo que fue evidente en el armado y la inauguración, que fue en plenas vacaciones de julio. Al respecto, Obregón planteó que ello representaba un riesgo, pero despejó cualquier duda cuando vio el compromiso de sus estudiantes de cara al armado de la muestra. Un día antes de la inauguración, desde la sala Lazaroff le avisaron que se habían caído algunas fotografías, pero notó que ella sola no podría volver a colocarlas, y dos de sus estudiantes fueron en ómnibus a auxiliarla aunque estaban de vacaciones.

Ese compromiso también se vio reflejado en la inauguración de la muestra, en la que los estudiantes no ocultaron su alegría. Según señaló Obregón, todo el proceso de trabajo será importante para el segundo tramo del año, en el que los adolescentes deberán armar un proyecto de egreso. “Fue como un campamento a mitad de año”, comentó la docente con otros profesores que también se involucraron en el trabajo, en referencia a que fue posible un mayor acercamiento entre los estudiantes y de ellos con los educadores. Por ejemplo, trabajaron el proceso de revelado de la fotografía analógica en Química, el armado del presupuesto con Matemática, y hablaron sobre la infancia en la materia Espacio Social y Artístico.

Maikol Álvez.

Foto: Alessandro Maradei

La docente agregó que el hecho de haber sido parte de un proyecto de este estilo les da la pauta a los estudiantes que son capaces de entregar el proyecto final de egreso. Al respecto, señaló que muchos jóvenes dejan la cursada poco antes de fin de año porque no se creen capaces de llevar adelante un proyecto.

Si bien el trayecto audiovisual del FPB no suele ser la primera opción de los estudiantes y no es asociada tan directamente a una salida laboral, es en la que tienen mayor posibilidad de expresarse y exhibir el trabajo desarrollado. Ello ha llevado a que jóvenes que cursan esa opción participen constantemente de certámenes como el de Un minuto, un Derecho, e incluso han llegado a ganar premios.

Belén Pereira.

Foto: Alessandro Maradei

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