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Talleristas durante el encuentro sobre masculinidades en el salón Azul de la Intendencia de Montevideo (archivo, noviembre de 2019).

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Las masculinidades y la construcción de la violencia

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Especialistas coinciden en la importancia de trabajar las masculinidades desde los feminismos para transformar la sociedad.

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La Intendencia de Montevideo (IM) hizo un Seminario de Masculinidades. Participaron expertas y expertos de Uruguay y el País Vasco, que en 2019 no registró ningún homicidio de mujeres por parte de sus parejas o ex parejas. El diálogo fue en mesas y talleres, se abordó la problemática y se aportaron perspectivas para construir una sociedad más libre e igualitaria.

Patrones y conductas

Probablemente, la primera palabra que se les ocurra a las personas al pensar en un hombre es “fuerte”, “decidido” o “valiente”. Nada de eso es casual, mucho menos natural. Forma parte de una construcción social. Las diferencias sociales asociadas al género establecen claros patrones de comportamiento para varones y mujeres. Estas conductas incluso son medibles. Diego Pieri, sociólogo responsable del Sistema de Información de Género del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), del Ministerio de Desarrollo Social, presentó datos de 2017 que ilustran algunas de las conductas que componen el estereotipo de masculinidad hegemónica y sus consecuencias.

80% de las personas que se suicidan son varones.

Los varones tienen una menor esperanza de vida respecto de las mujeres. Para Pieri, esto tiene relación con que los hombres hacen menos consultas médicas a medida que crecen e ingresan en la edad adulta. Los varones también tienen un consumo y un uso problemático más altos de sustancias psicoactivas y son quienes mayoritariamente consiguen las drogas en el mercado ilegal. Del total de suicidios en Uruguay (tercero en América Latina), los hombres representan 80%. Sin embargo, las mujeres tienen más intentos de autoeliminación que los varones, lo que demuestra, según el sociólogo, que “existe una barrera en la masculinidad hegemónica para demostrar sentimientos, pedir ayuda o mostrar la intención de suicidarse”. Otro dato relevante es que 82% de las personas fallecidas por accidentes de tránsito son hombres. El sociólogo reconoció que existen diferencias entre varones y mujeres en la forma de conducir. Los hombres constituyen, además, 95% de la población carcelaria. En el caso de los adolescentes privados de libertad, la cifra asciende a 97%.

En el estudio se les preguntó a hombres y mujeres cuál creen que es su responsabilidad en el trabajo. La cantidad de hombres que cree que su responsabilidad es trabajar remuneradamente duplica a la de las mujeres. Mientras, el triple de las mujeres respecto de los varones piensa que el cuidado de hijas, hijos y otros familiares forma parte de su trabajo. El desequilibrio en la repartición de los trabajos domésticos y no remunerados persiste: dos tercios del trabajo total de las mujeres es no remunerado y dos tercios del trabajo total de los varones es remunerado. Además, más del doble de las mujeres no tiene ningún tipo de ingreso propio.

80% de las personas que mueren en accidentes de tránsito son varones.

Alianza estratégica

“Cuando planteamos que los hombres se revisen a sí mismos desde el lugar de poder y desde el ejercicio del poder, no siempre es bien recibido, porque interpela e incómoda”, señaló Solana Quesada, directora de la Asesoría por la Igualdad de Género de la IM. Para la jerarca, el abordaje de las masculinidades es un tema de hombres y mujeres. Planteó que las mujeres “empezamos a repensarnos y trabajarlo desde nuestros lugares como en situación de subordinación y exclusión”. Por esta razón, a veces se pierde la “perspectiva relacional”. “Los hombres tienen que ver con la igualdad de género. Para que estas relaciones se transformen y sean igualitarias, ambos deben ser parte de este proceso transformador”, señaló. Y puntualizó que el patriarcado también afecta a los varones. Por eso, “todos debemos sentirnos parte del problema y de la solución”, y formar una alianza estratégica por el cambio.

A su turno, Mariella Mazzotti, directora del Inmujeres, explicó que es deber del Estado intervenir en la desigualdad de género, ya que si se permite “que la sociedad siga con su propia dinámica”, el resultado será la reproducción de la desigualdad. “Nos corresponde a las mujeres comprender mejor qué sucede con lo masculino y las masculinidades, pero, sin dudas, esperamos que haya varones que asuman estos estudios e investiguen”, inquirió la jerarca feminista. Señaló que es fundamental que los hombres que se sumen a la causa de la justicia y la igualdad lo hagan “desde un compromiso feminista”, debido a que se reproducen dinámicas en las que grupos de varones pretenden colaborar con las mujeres “ayudándonos a salir de la desigualdad”, sin notar que reproducen, “quizás de muy buena fe, una posición paternalista para con nosotras”.

Christian di Candia, actual intendente de Montevideo, dijo que urge que los varones sean capaces de interpelarse y deconstruirse. “La palabra ‘patriarcado’ sigue sonando extraña; cuesta instalarla entre los hombres. Pero el patriarcado es el enemigo común”, valoró.

95% de la población carcelaria adulta son varones.

Masculinidades hegemónicas

Para Andrea Tuana, especialista en políticas públicas de igualdad, el mandato social normaliza la violencia hacia las mujeres. Tuana señaló, a modo de ejemplo, el caso de la mujer abusada y filmada en el camping de Santa Teresa, por lo que denominó a los victimarios la “Manada uruguaya” (en alusión al caso de violación colectiva en España), en el que la condena social recayó en ella, y no en los violadores. Sin embargo, resaltó la experta, cuando sucede un hecho aberrante e injustificable, como las violaciones y los homicidios de niñas, la sociedad acude a “la explicación psicopatológica y construye al monstruo”. “Nos olvidamos de que el sujeto violento es un sujeto normal, un hijo sano del patriarcado”, sentenció.

Juan Bique, doctor en Ciencias Sociales y especialista en violencia de género y masculinidades, centró su intervención en las subjetividades como construcciones sociales y estructurales. “En las sociedades patriarcales existen estereotipos que naturalizan y legalizan lo que significa ser varón y lo que significa ser mujer”, explicó. Bique señaló que en las construcciones de las masculinidades hegemónicas, modelo mayoritario en nuestra sociedad, “la competencia, la rivalidad y la violencia a través de la dominación es sinónimo de masculinidad”. En ese sentido, elogió la Ley Integral de Violencia de Género, por reconocer otras formas de violencia, además de la doméstica.

El especialista se refirió al crimen de Quebracho, en el que, a la hora del entierro del femicida, “gran parte de los comerciantes paró y cerró las puertas en señal de luto”. Para Bique, la sociedad pone énfasis en las víctimas, no en los victimarios. Se sabe cuántas mujeres atraviesan casos de violencia de género, pero no se sabe a ciencia cierta cuántos hombres la ejercen.

97% de los adolescentes privados de libertad son varones.

Tuana indicó que “no puede haber debilidad en la construcción masculina”, ya que se debe ejercer el poder. Además, cuando las relaciones de poder se vuelven inestables o son cuestionadas, el poder se ejerce de forma violenta. También señaló que en la socialización temprana las niñas, los niños y los adolescentes siguen reproduciendo que “los varones son fuertes y las mujeres débiles”. Bique añadió que el mandato sobre la fortaleza que deben cumplir los varones se desarrolla en una “modalidad dicotómica que ha construido la modernidad, en la que si somos fuertes, no podemos ser débiles, o si somos masculinos, no podemos ser femeninos”. Reflexionó: “Las mujeres lloran; sin embargo, cuando un varón llora, se cree que se quiebra. Pero creo que realmente se quiebra algo: el mandato social de que no debe usar emociones que no sean expresiones de dominación”.

Otros dos aspectos fundamentales de la masculinidad son la virilidad y la potencia sexual, asociados a la incontinencia de un deseo que deben “aplacar”, como si fuera un fuego que arde sin control. Tuana señaló que la “potencia sexual” del varón es extractiva, ya que extrae el placer sexual del uso de las mujeres como objetos. Tal es el caso, para la especialista, del pago por sexo, en el que “lo que buscan los consumidores no es una gratificación sexual, sino extraer la potencia y la virilidad masculinas”.

Bique se refirió a una campaña para la prevención del cáncer de pulmón en las cajillas de cigarros: “La única alusión a varones en la cajilla de cigarros era un cigarrillo que simulaba un pene sin erección. La consigna era: más hombre o menos”. La publicidad es del Ministerio de Salud Pública uruguayo en 2009, planteó. Bique reconoció como problemático que los varones no se sientan convocados a reflexionar sobre el género, teniendo en cuenta lo que significa en sus vidas.

Políticas públicas

Josetxu Riviere y Ander Bergara son dos expertos en masculinidades, miembros del gobierno vasco, que llegaron a Uruguay para exponer su experiencia en el trabajo con varones. Riviere es magíster en igualdad de hombres y mujeres. Su actividad profesional se ha centrado en el género y las masculinidades, ha colaborado en diversos proyectos en Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer y actualmente es miembro de Hombres por la Igualdad del Estado Español. Para Riviere, el marco teórico relacionado con las masculinidades se forma cada vez más desde intervenciones y estudios hechos por los feminismos. Sin embargo, señaló que ese marco teórico se da en un contexto determinado, que es blanco y occidental, es decir: incompleto. “Debemos abordar prácticas concretas, las relaciones entre las masculinidades y el poder, porque nuestras identidades se construyen en función de ocupar lugares en la sociedad. Vamos a tener que hablar sobre cómo construimos nuestras ventajas y las mantenemos, sobre cómo nos identificamos con ser un hombre o no ser una mujer”, subrayó.

65% de las mujeres son asesinadas en delitos de género.

Según Riviere, las masculinidades constituyen un ideal, una construcción binarista y sexista, en la que los cuerpos son leídos y catalogados de determinada manera. Para el experto, existen categorías que, para aprobar el examen o los mandatos de género de la masculinidad, tienen que cumplir. Planteó que, además, “hay una crisis constante de la masculinidad”, debido a los avances y “el empuje de las mujeres”. “Mi abuelo tenía muchos menos permisos que los que tengo yo, además de aprobaciones e impresiones distintas”, valoró.

Riviere puntualizó que, desde la lectura patriarcal, las niñas, los niños y las mujeres son categorías “peores”. Estas categorías no son deseables, en el caso de las niñas y los niños, por su “vulnerabilidad, falta de madurez y dependencia”. En tanto, las características consideradas femeninas “nos alejan mediante el proceso de socialización”. Además, explicó que la homofobia constituye una conducta de la masculinidad hegemónica. Se dirige a los hombres gays, pero existe también una homofobia compleja, en la que los hombres heterosexuales limitan sus acciones “por miedo a que los confundan con hombres gays”. También hipermasculinizan sus acciones, se alejan de los comportamientos que puedan “parecer sospechosos”. Se desarrolla una “vigilancia de género”, en la que los hombres se dirigen a otros hombres heterosexuales marcando la forma patriarcal de comportamiento. “Es muy importante la demostración que te da acceso a la planta del poder, que te da permiso para ir ascendiendo en la escala patriarcal. Ser sólido, ser fuerte, ser valiente”, destacó Riviere.

Bergara contó sobre las políticas públicas que ha llevado adelante Emakunde. Bergara es licenciado en derecho y ha coordinado la ley vasca para la igualdad de hombres y mujeres. Explicó que lo prioritario para el desarrollo de políticas de igualdad en Emakunde es el empoderamiento de las mujeres. “El trabajo con los hombres se plantea como complemento y refuerzo del empoderamiento de las mujeres, nunca en detrimento de ese trabajo”, aclaró. “Si queremos cambiar el comportamiento, debemos transformar el pensamiento. Si pensamos de forma machista, nos comportaremos de forma machista”, reflexionó.

60% de los varones son asesinados en homicidios asociados a conflictos criminales.

El objetivo que persiguen desde hace 12 años en Emakunde en el trabajo específico con hombres es el cuestionamiento del poder y los privilegios masculinos. Buscan que los hombres se corresponsabilicen en el trabajo doméstico, repartan el poder y el trabajo no remunerado, apoyen las reivindicaciones de los derechos de las mujeres, se impliquen en la lucha contra la violencia hacia ellas, no la ejerzan y no la toleren. Para Bergara, “todo esto tiene mucho que ver con la renuncia”. Pero si esa renuncia “es sincera y sostenida en el tiempo”, cree firmemente que hará a los hombres más libres, completos y justos. “Nos hace menos poderosos, pero mejores personas”, puntualizó.

El vasco analizó que “no todos los hombres se benefician igual del privilegio masculino”. Por esta razón, el enfoque de las políticas públicas en el abordaje de las masculinidades debe ser interseccional, ya que no es lo mismo trabajar hacia políticos que hacia trabajadores sociales, educadores, trabajadores en general o estudiantes. Algunas de las políticas de Emakunde fueron dirigidas especialmente a la concreción de una paternidad responsable e igualitaria. Una de ellas consistió en entregar 30.000 mochilas a hombres que iban a ser padres. También recolectaron firmas para una carta de compromiso por la igualdad. Crearon una plataforma informática en la que los varones pueden hacer un test para evaluar su nivel de sexismo y encontrar propuestas de compromisos personales que pueden llevar a cabo para mejorar. La herramienta informática controla esos compromisos y les pregunta: ¿realizaste lo que te habías propuesto?

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