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Laboratorio de activación de la economía del cuidado, en la ciudad de Cali, en Colombia.

Foto: Difusión

La Cuida: una caravana de los cuidados que camina por América Latina y ahora llega a Montevideo

7 minutos de lectura
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El laboratorio de activación de la economía del cuidado, impulsado por el Instituto Procomum de Brasil, trabajará en noviembre con iniciativas de diferentes departamentos de Uruguay.

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La Cuida es el nombre de un laboratorio de activación de la economía del cuidado que busca visibilizar y estimular iniciativas comunitarias latinoamericanas que desarrollen prácticas de cuidado en la cultura, la economía o la política. Es impulsada por el Instituto Procomum, una organización de la sociedad civil brasileña, y el mes que viene, con el apoyo de Cotidiano Mujer y el Laboratorio de Innovación Ciudadana de la Intendencia de Montevideo, aterrizará en Montevideo.

El laboratorio comienza el 9 de noviembre y se extenderá durante diez días. Allí, representantes de diez iniciativas de innovación ciudadana uruguayas que fueron seleccionadas previamente harán un trabajo de diálogo y construcción de soluciones para los desafíos de su territorio y cotidianidad.

Las iniciativas surgen de los departamentos de Montevideo, Durazno, Cerro Largo y Salto. Lia Lopes, gerenta del proyecto La Cuida, cuenta en una entrevista con la diaria que las personas involucradas en estas iniciativas ya están trabajando en sus comunidades en tareas que tienen que ver con los cuidados, muchas veces sin remuneración y sin ser valoradas. “Nuestra intención con este laboratorio es darles visibilidad a estos proyectos”, agrega.

¿Qué es la economía del cuidado?

Desde Procomum consideran que la economía del cuidado es toda práctica o iniciativa de cuidado que fortalezca la existencia económica, social y cultural de las personas, haciendo posible y productiva su participación en la sociedad, tal como describen en el sitio web de La Cuida.

Para que se entienda mejor el concepto, la organización da un amplio y variado abanico de ejemplos, como pueden ser las luchas y prácticas de agroecología por el buen vivir, cocinas comunitarias, estrategias de cuidado con quien cuida, prácticas de defensa de la memoria, soluciones cooperativas para el trabajo reproductivo, luchas y prácticas por estrategias para el envejecimiento y la enfermedad, y la lista continúa.

“Vamos a suponer que en tu barrio no hay guardería para los niños y que tus vecinas, familiares o amigas te ayuden cuidando a tu hijo en el horario que salís a trabajar”, describen en la página web para aterrizar el concepto más en el día a día de las personas en comunidad. Así explican que esa es una red de apoyo de cuidado que alimenta un sistema social y económico, y que de alguna forma reemplaza a quienes cuidan de forma remunerada a niños o ancianos, así como a los espacios de cuidados especializados, como escuelas o casas de acogida.

También ponen como ejemplo a las curanderas o parteras, que en las comunidades asisten a las personas enfermas o a los partos con sus conocimientos y saberes, mientras que en los hospitales o enfermerías de las ciudades esas prácticas tienen un alto costo. Finalmente, en el sitio web explican que el laboratorio La Cuida tiene el objetivo de evidenciar esas prácticas y, al mismo tiempo, ayudar a que tomen formas contemporáneas que permitan su sustentabilidad, ya sea reclamando inversiones al Estado o en el reconocimiento de los mercados.

Según Lopes, en la pandemia de covid-19 el asunto de los cuidados se extendió a otros niveles, como el de la salud mental o las redes de afecto. Ella asegura que en ese período “las redes de cuidados se ampliaron”: “Muchas personas sobrevivieron a la pandemia gracias a redes de colaboración y cuidados comunitarios. Sin una vecina que comparte agua y comida, o elementos de cuidados y de higiene, muchas personas más habrían fallecido por covid-19”.

Ella considera que parte de la economía del cuidado son esos trabajos de “manutención de la vida” o de “reproducción de la vida” que no son remunerados. Sin embargo, afirma que “sin cuidado no hay personas vivas”, y que los cuidados pasan por muchas etapas de la vida de las personas, como la niñez, las personas adultas mayores y las personas con discapacidades.

Justamente, con La Cuida intentan “priorizar los cuidados comunitarios”, dice Lopes, así como “poner el cuidado en el centro de las políticas públicas de América Latina con una mirada regional”. Por eso, desde el equipo de Procomum evalúan las coyunturas regionales y analizan lo que está debatiendo y poniendo en práctica cada país con respecto a los cuidados. También valoran una mirada decolonial en el proceso de los cuidados. Es decir, consideran fundamental mirar el cuidado a través de aspectos sociales, raciales y culturales.

“Acá, en Brasil, quienes se dedican a los cuidados mayoritariamente son mujeres afro. Lo vimos también en Colombia [donde se realizó la primera edición de La Cuida]. En Uruguay va a ser distinto. Imaginamos que esta mirada va a estar presente, pero no quizás desde las políticas públicas”, explica Lopes. “Sabemos que hay mucha presencia de mujeres indígenas y campesinas que practican el cuidado de manera ancestral. Estas son prácticas estructurales que están normalizadas por la sociedad, pero sin remuneración ni valorización, cuando esto tiene valor, tiempo de vida, dedicación y tecnología ancestral. Vamos a mirar estas prácticas en el laboratorio”.

¿Quién cuida a las que cuidan?

La primera edición de La Cuida se hizo en Cali, Colombia, el año pasado. Lopes dice que para esta segunda edición eligieron Uruguay “por ser el primer país de la región con un Sistema Nacional de Cuidados”. “En Brasil no tenemos algo así, y en Colombia tampoco. Queremos saber cómo se desarrolla esto en Uruguay”, agrega. La idea es que la tercera edición se haga en Brasil, para luego seguir con Chile o Argentina. Con La Cuida “estamos caminando una caravana de los cuidados por América Latina”, asegura Lopes.

Antes de aterrizar con La Cuida en cada país, el equipo de Procomum hace una visita técnica para evaluar el contexto político local. En Uruguay eso se hizo el año pasado. Luego hacen un llamado público a iniciativas y proyectos que estén haciendo trabajo comunitario de cuidados en sus territorios. El paso siguiente es seleccionar las iniciativas que recibirán una beca para trabajar su proyecto en el laboratorio, y después hacen un segundo llamado a colaboradoras y colaboradores que van a apoyar el desarrollo de esos proyectos.

Según Isabella Luz, gerenta de comunicación del Instituto Procomum, los colaboradores tienen un rol clave en La Cuida porque son personas con diferentes especializaciones (diseñadores, arquitectos, especialistas de la salud, entre otras) que vienen de distintos países de la región para apoyar en el desarrollo de las iniciativas. De cara a la edición en Uruguay, se espera a 60 participantes (quienes proponen los proyectos), 50 colaboradores y siete mentores. Uno de esos colaboradores es el Colectivo Etinerâncias, que presta si apoyo en materia de metodología. En total, serán unas 80 personas.

Las entrevistadas cuentan que muchas de las personas que asisten no se conocen entre sí previamente y que, además de Uruguay, muchas vienen de Brasil, Venezuela, Chile, Argentina y Colombia. La metodología que utilizan durante el laboratorio es “muy experimental e inmersiva”. Van a hacer mentorías especializadas, formaciones y mesas de diálogos sobre los temas que están tratando. Van a trabajar (o “prototipar”) en los proyectos seleccionados. Así lo explica Lopes: “El proyecto es una semilla y el laboratorio es el espacio donde darle las condiciones a esa semilla para que crezca”.

Al final de este proceso tendrán una presentación pública de lo trabajado en el laboratorio, donde se acercarán posibles financiadores o interesados en seguir apoyando los proyectos. Para las entrevistadas, lo importante del laboratorio es que las participantes generen contactos y redes de apoyo y trabajo para seguir construyendo en sus territorios después de La Cuida. También van a conocer de primera mano experiencias que están vinculadas a la economía de los cuidados, y a debatir sobre las perspectivas personales de las participantes sobre los cuidados, según la trayectoria de vida de cada una.

Desde Procomum también hacen hincapié en el “Sendero de Cuidados”, un espacio fundamental en La Cuida para las actividades de manutención física, emocional y espiritual de las participantes. “Las personas que hacen trabajo de cuidados también necesitan cuidados. El sendero nació de la pregunta ¿quién cuida a las que cuidan? Muchas veces, esas que cuidan de otra gente no tienen tiempo de cuidar de sí mismas. Están cansadas, tienen mucho estrés y dolores”, cuenta Lopes. En la edición uruguaya este espacio incluirá actividades relacionadas con yoga, reiki y candombe.

El sitio web de La Cuida ya cuenta con un mapeo de iniciativas seleccionadas que estarán trabajando sus proyectos en el laboratorio. Se trata de “100 años del Centro Uruguay de Melo: mujeres afrouruguayas recuperando memorias de resistencia a la segregación racial”; “Aromas de campo: jardines comunitarios”; “Café & Pick Up La Mercada: un espacio para el fomento de una economía social y solidaria feminista”; “Círculo de cuidado para mujeres trabajadoras zafrales de la ciudad de Salto”; “CuidArte: campaña de autocuidado con perspectiva de género”; “Espacio A: sistema de acceso y uso de espacio cultural para personas con discapacidad visual”; “Guardería nocturna extendida”; “Mujeres con historias: viviendas para mayores como impulso a la política pública”; “Restauración ecológica de la desembocadura del arroyo Pantanoso como paisaje ancestral”; “Volver a mi barrio: fortalecernos y ser visibles para alcanzar la reparación integral” (grupo de familias afrodescendientes de Montevideo).

El Sistema Nacional de Cuidados

En 2015, durante el segundo mandato de Tabaré Vázquez y por medio de la Ley 19.353, se creó en Uruguay el Sistema Nacional Integrado de Cuidados. Como una política innovadora en la región, el país puso en marcha un conjunto de acciones públicas y privadas que brindan atención directa a las actividades y necesidades básicas de la vida diaria de las personas que se encuentran en situación de dependencia, como son las infancias, las personas con discapacidad y las personas adultas mayores.

Si bien es una apuesta ambiciosa de política pública en el país, a ocho años de su implementación hay quienes consideran que el sistema no ha podido solucionar aún algunos de los problemas que procuraba resolver. “Hicimos una profunda investigación antes de visitar Uruguay mirando las experiencias, las prácticas y las políticas que se estaban desarrollando. Justo cuando visitamos Uruguay, en marzo de 2022, estaban pasando por el proceso de referéndum [de la Ley de Urgente Consideración]. Nos llamó mucho la atención que dentro de este referéndum había líneas que estaban en proceso de desarticulación de las políticas de cuidados”, señala Lopes.

Ella relata que visitaron las ollas populares para dar cuenta de la alta precarización en la que se encuentran estas iniciativas, y que supieron que “el gobierno no quería continuar con la política de espacios de guardería”. Por eso, reflexiona: “Entendemos que Uruguay avanzó mucho en las políticas de cuidados, pero está pasando por un proceso de revés de estas políticas, que están siendo desarticuladas o discontinuadas”.

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