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Cementerio judío de la ciudad de Lezajsk el 31 de marzo.

Foto: Sergei Gapon, AFP

La Biblia como arma de guerra

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El ataque sobre Gaza y su dimensión religiosa.

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“La historia nos eligió como punta de lanza en la lucha contra el enemigo terrorista gazatí que injuria y maldice al dios de las guerras de Israel”, dijo un comandante de infantería israelí. La literatura bíblica ha servido para justificar todo tipo de atrocidades. Hoy la derecha de ese país recurre al Antiguo Testamento para legitimar la matanza indiscriminada en la Franja de Gaza.

Al eslogan central de la guerra de Gaza, “¡Juntos venceremos!”, la derecha israelí en el poder agrega de forma sistemática los términos “con la ayuda de Dios”, confiriendo una dimensión religiosa al conflicto con el Movimiento de resistencia islámico Hamas.

Durante una conferencia de prensa en Tel Aviv el 28 de octubre de 2023, y luego el 3 de noviembre de ese año en una carta a los soldados en reconocimiento a su “lucha contra los asesinos de Hamas”, Benjamin Netanyahu citó el Deuteronomio de la Biblia hebraica (25:17): “Acuérdate de lo que te hizo Amalec”. Aun cuando el primer ministro se mantiene alejado de toda práctica religiosa. Aun cuando ello lo llevó a tener que defenderse de incitación al genocidio, en respuesta a las acusaciones de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia1.

Aunque recurrir a un registro semejante apunte a dar una dimensión religiosa al conflicto con Hamas, no se trata sólo de una reacción a las atrocidades cometidas el 7 de octubre de 2023 por el movimiento islamista. En realidad, las autoridades israelíes recurren a esta retórica desde hace algunos años, aunque, por cierto, de forma más discreta. El testimonio 482.683 de un oficial de la brigada de infantería Golani publicado por Breaking the Silence (“Romper el silencio”) –una organización no gubernamental que reúne exmilitares que se oponen a la ocupación de los territorios palestinos– es prueba de ello: durante la operación Plomo Fundido en 2008-2009, el rabino jefe del ejército Avichai Rontzki había ordenado a los soldados del “ejército de Dios” mostrarse implacables ante el enemigo, haciendo referencia a las guerras de conquista de Canaan, la Tierra Prometida. En 2014, durante la operación Margen Protector, todavía en Gaza, el general Ofer Winter, comandante de la brigada de infantería Givati, proclamó: “La historia nos eligió como punta de lanza en la lucha contra el enemigo terrorista gazatí que injuria y maldice al dios de las guerras de Israel”2. En esa época, semejantes palabras en boca de un militar de alto rango provocaron un escándalo y contribuyeron a acortar su carrera como oficial.

Pero hoy causarían menor impacto. El discurso nacionalista-religioso se ha banalizado. Algunos ministros de extrema derecha lo sostienen –Itamar Ben-Gvir, un supremacista judío a la cabeza de la Seguridad Nacional, o Bezalel Smotrich, responsable de Finanzas–, pero también es el caso de otros miembros del gobierno y diputados afiliados al Likud, el partido de Netanyahu. También se lo escucha en el ejército, en particular en los escalafones subalternos, así como en las unidades combatientes en las que tiende a aumentar el número de oficiales provenientes de academias religiosas premilitares.

La Tierra Prometida

Dos videos se volvieron virales en las redes sociales. En el primero, de inicios de noviembre de 2023, Amichai Friedman, rabino en el centro de instrucción de la brigada de Nahal, afirma que la guerra debe permitir el restablecimiento de los asentamientos de Gush Katif desmantelados tras el repliegue israelí en 2005, en la Franja de Gaza y mucho más allá. “Este es nuestro país, Gaza incluida, Líbano incluido, es la Tierra Prometida”, declara el capitán ovacionado por los soldados. Reprobado en un primer momento por el comando militar, suspendido durante 30 días, luego se le otorgó otro puesto rabínico en el mismo regimiento.

En el otro video, filmado el mismo mes durante una ceremonia que se llevó a cabo tras la devastación de la ciudad palestina de Beit Hanun, el comandante Yair Ben David, oficial de reserva del batallón 9208, hace un llamado no sólo a erradicar a Hamas –el objetivo oficial de la campaña israelí–, sino también a la destrucción de Gaza. Recurriendo al Antiguo Testamento, traza un paralelo entre la destrucción de esta ciudad del noreste del enclave y la terrible venganza ejercida por los hijos del patriarca Jacob, Leví y Simeón, contra los habitantes de Shjem (el nombre en hebreo de la actual Nablus en Cisjordania), tras la violación de su hermana Dinah por el hijo del rey de la ciudad. La Biblia cuenta que los dos hermanos pasaron por el filo de la espada a todos los hombres de la ciudad, a pesar de la promesa de mantenerlos con vida (Génesis 34). “Simeón y Leví habían comprendido que en Oriente Próximo el honor está por encima de todo. Hicieron en Shjem lo que nosotros hicimos en Beit Hanun. Pero la tarea no terminó –advierte el comandante–. Gaza entera debe sufrir el destino de Beit Hanun [...] con la ayuda de Dios, Shjem o cualquier otra ciudad que ose levantarse contra Israel sufrirá el destino de Beit Hanun”. No obstante, el oficial omite mencionar la continuación del relato y la reprobación de Jacob respecto de esta masacre y este perjurio. Está escrito en la Biblia que en su lecho de muerte “maldijo la ira” que se apoderó de sus dos hijos “porque era maligna” y exhortó a sus otros hijos a “no unirse a sus designios” (Génesis 19:6).

Mientras el video circula, una parte de la opinión pública teme que a su vez alimente la acusación “de incitación al genocidio” y degrade aún más la imagen de Israel en el escenario internacional. La indignación no es sólo por la forma. También alcanza el contenido. Prueba de ello es un comentario satírico publicado en el diario de gran tirada Yediot Aharonot el 22 de diciembre de 2023. “Asesinen, saqueen, destruyan: de esta manera se adoctrina a los soldados sobre la Biblia y la tradición judía. Se les miente tanto acerca de las consignas dadas al ejército como sobre los relatos bíblicos”.

Depuración étnica

Los ultranacionalistas no hacen ninguna distinción entre Hamas y el resto de la población palestina acusada de apoyarlo, una amalgama mortífera llevada a cabo en nombre de una supuesta visión ética. “La guerra no es un juicio. No se mata a un enemigo porque es culpable y no se lo perdona porque sería inocente. Es una confrontación de un colectivo contra otro, una nación contra otra”, sostiene una de las figuras más populares de esta corriente, el carismático rabino Oury Cherki, originario de Argelia. Al colocarse del lado del mal, actuando para la destrucción del pueblo de Israel del mismo modo que los nazis, los palestinos de Gaza habrían perdido, afirma este autor de numerosas obras sobre el alcance universal del judaísmo, el derecho de formar parte de “la comunidad de las naciones”. A sus ojos, la acción llevada a cabo por el ejército israelí en Gaza sería por ende “totalmente ética”, y lo que no lo sería es la exigencia de salvar a cualquier precio a los civiles3.

El 28 de enero en Jerusalén, ante miles de entusiastas seguidores, la extrema derecha, liberada de las restricciones de lenguaje impuestas por la unión nacional de inicios de la guerra, lanzó una campaña para retomar la colonización en la Franja de Gaza y un “traslado de población” hacia Egipto –lo cual fue rechazado por las autoridades de El Cairo– o hacia otro país, un eufemismo para designar una expulsión masiva, una depuración étnica.

Por el contrario, las agrupaciones ultraortodoxas (que representan el 12 por ciento de la población judía de Israel), el partido Shas (tradicionalmente sefardita) y Judaísmo Unido de la Torá (partido azquenazí), piedras centrales de la coalición gubernamental, no manifiestan ningún interés por el restablecimiento de colonias en Gaza. Habían aceptado su desmantelamiento de forma tácita en 2005 y sus rabinos desconfían de los móviles mesiánicos de los ultranacionalistas... sin por ello denunciarlos de manera abierta, teniendo en cuenta la creciente popularidad de la extrema derecha en el seno de su feligresía.

No obstante, según varias encuestas concordantes, la coalición actual no se renovaría en caso de elecciones legislativas anticipadas, una posibilidad que Netanyahu –cuya popularidad cayó en picada– quiere evitar a cualquier costo. La derecha más dura entonces no cosecharía los frutos de las frustraciones de la población judía desde el desastre del 7 de octubre de 2023, llegando a un techo de una quincena de bancas sobre 120 en la Knesset [Parlamento]. Quedaría excluida de un futuro gobierno, que seguiría siendo de derecha, pero menos extremo que el actual.

La retórica de la venganza

Las ideas que profesan sus seguidores de todos modos encuentran eco en una sociedad israelí afectada desde hace décadas por la “deshumanización” de los palestinos que viven bajo ocupación, como señala el sociólogo Yagil Levy4. Para este investigador, la dimensión religiosa que se le confirió a la guerra de Gaza sirve ante todo para justificar una sed de represalias, a la vez que se le da un “sentido superior a la misión” de los combatientes. “El discurso de la venganza se ha vuelto predominante en el ejército desde el inicio de la guerra, mientras que hasta entonces era excepcional”, explica, con consecuencias desastrosas sobre la conducción racional de las operaciones. Levy observa que, a inicios de la ofensiva israelí, el comando militar se limitó a notificar a las tropas la prohibición de saquear.

Hubo que esperar a que tres rehenes israelíes fueran asesinados por error en Gaza para que el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, insistiera, el 16 de diciembre de 2023 en varios canales de televisión, sobre “la prohibición de abrir fuego sobre aquellos que alzan una bandera blanca y piden rendirse”. Y no fue hasta un mes después de que Israel recibiera la orden de la Corte Internacional de Justicia de impedir actos genocidas cuando el general llamó a sus soldados “a no usar la fuerza cuando no sea necesario, a distinguir entre terroristas y civiles”, sosteniendo que el ejército israelí, contrariamente a Hamas, está colmado de valores humanos y que no se dedica “a matanzas, acciones de venganza, a cometer un genocidio”5.

“La venganza, esa reacción instintiva, no sirve para nada. Por el contrario, es probable que nos destruya desde el interior aun cuando ganemos en el terreno”, señalaba en enero el rabino del Instituto Matan de Jerusalén, Daniel Epstein. Conforme con la tradición del Talmud, este filósofo advierte contra los espejismos de la fiebre mesiánica, “una solución fácil que nos permitiría escapar de las duras realidades y de las preguntas planteadas por el 7 de octubre. Esta tragedia sigue aturdiéndonos...”.

Marius Schattner, periodista (Jerusalén), autor de Histoire de la droite israélienne, Complexe, Bruselas, 2001. Traducción: Micaela Houston.


  1. Anne-Cécile Robert, “Un revés para Tel Aviv”, Le Monde diplomatique, edición Uruguay, febrero de 2024. 

  2. Citado por René Backmann, “L’armée israélienne en danger de ‘théocratization’?”, Confluences Méditerranée, 122, París, 2022. 

  3. Entrevista a Oury Cherki, “Sur l’éthique de la guerre à propos de ce qui se fait à Gaza”, www.yozevitch.com

  4. Yagil Levy, “El surgimiento del discurso de la venganza” (en hebreo), telem.berl.org.il, 20-12-2023. 

  5. Orden del día 4 del 20-02-2024. 

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