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José Mujica, durante el acto de SI en Maldonado.

Foto: Virginia Martínez Díaz

Mujica dijo que el “apuro” con el que se hizo la LUC es “irresponsable” y que le preocupa porque “abre una etapa peligrosa en la historia nacional”

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Criticó que el gobierno confundió “gobernar con mandar” y señaló que no se respalda a la Policía, sino que se la hace “odiar por pavadas”.

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Leído por Andrés Alba.
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“Les quiero transmitir que no creo en blanco y negro, no creo en la cosa perfecta, ni creo en la cosa inmunda que no sirve”, expresó José Mujica durante el acto de cierre de campaña por el Sí a la derogación de los 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC), en Maldonado. El mensaje se asemeja a otros que el frenteamplista ha enunciado en las últimas semanas, cuando demostró una mayor presencia en la discusión previa al referéndum, que se llevará a cabo el domingo 27 de marzo. Con un tono conciliador, señaló que el referéndum “no es un pretexto para odiarnos entre el pueblo”, sino que es “una discusión de familia”.

En rueda de prensa, Mujica contó que, en medio de la crisis sanitaria, priorizó su salud y por eso no estuvo tan presente en la campaña por el Sí. “Amo la política, pero más la vida”, dijo. Sobre el escenario, que se instaló en la explanada del Centro Cultural de Maldonado Nuevo, uno de los barrios más grandes al norte de la capital fernandina, lo dijo con otras palabras: “Algunos aman la humanidad, yo voy más allá: amo la vida. En el silencio del universo muchas especies han desaparecido, pero la vida está más allá, siempre en lucha, siempre permanente”.

Indicó que la LUC tiene “importancia desde el punto de vista de los derechos de la gente” y, sobre todo, que le preocupa la utilización del mecanismo de urgente consideración, que fue introducido en el artículo 168 de la Constitución de la República. “Este mecanismo de colgar un paquetón abre una etapa peligrosa en la historia nacional. Si mañana viene un gobierno diciendo lo contrario, va a contestar con una herramienta parecida y, entonces, este país se empieza a parecer a Argentina: un guascazo pa’ acá y otro guascazo pa’ allá”.

“Un país no es un juguete. Por haber ganado la elección no tengo derecho a hacer lo que se me cante. Un país es de todos y, si es de todos, no es de ‘nadie’”, sentenció, en alusión a la forma de gobernar del presidente Luis Lacalle Pou. Antes, en rueda de prensa, había dicho que la LUC es “un guiso: el chorizo artesanal con una ley fiscal. Y en 70 días discutís en ruso y nadie entiende un carajo”.

Mujica recordó que, desde su creación en 1967, las leyes de urgente consideración modificaron unas 90 leyes y que, en cambio, al emplear de una sola vez 476 artículos, con la LUC el gobierno “confundió” la tarea legislativa con la ejecutiva, porque tenía “un apuro bárbaro”. “Por algo hay separación de poderes”, consideró. Y evaluó: “Algunos señores confunden gobernar con mandar”.

En esta oportunidad, el expresidente se refirió directamente a las implicancias de los artículos de la LUC en los temas de seguridad y derechos laborales. También habló del respaldo de los gremios patronales a la LUC en un contexto favorable para el sector agropecuario que, a pesar de la crisis sanitaria, “anda viento en popa”, pero no distribuye la riqueza.

El apoyo de los gremios patronales a la LUC y los “carneros” de las huelgas

“He visto derramar la leche cuando no tiene mucha agua, pero la riqueza no he visto que se derrame. Siempre hay que pelearla y arañarla”, observó Mujica. Según el expresidente, a diferencia del turismo, en los dos años de pandemia la actividad agropecuaria “anda viento en popa”. No obstante, “no se justifica de ninguna manera que, con los precios que se han trabajado, no le hayan subido [el salario] al trabajador rural, por lo menos pa’ empardar la inflación”.

Mujica rememoró la frase “Yo estoy con el campo”, que dijo Lacalle Pou en la Expo Prado 2020. “Estarás con los dueños del campo”, apuntó. Dijo que los que “mueven la aguja de la economía” son las grandes empresas del agro, que dependen de los peones rurales. En esa línea, criticó que las organizaciones gremiales patronales apoyen la LUC, pero en el pasado no le quisieron “reconocer las ocho horas [a los trabajadores rurales]”, al igual que “algunos de los que están en el gobierno”.

“Ojalá [que] les vaya bien, ojalá que sigan vendiendo bien, pero que se acuerden del pobrerío y de los que trabajan por el salario, porque pertenecemos a la misma familia. Y si no se acuerdan, les tenemos que recordar que se tienen que acordar”, exhortó.

También señaló el crecimiento de los depósitos bancarios. Según el informe de la Asociación de Bancarios del Uruguay, en 2021 se registró una “mayor concentración” de la riqueza, los depósitos aumentaron en “forma récord” con cuentas con más de un cuarto de millón de dólares.

Entre risas, Mujica dijo: “No son la gente que está acá. Ninguno de los que está acá puede tener 200 o 250.000 dólares en el banco. Ni en pedo”. Por eso, según Mujica, “hay una cuestión de clase”. Ironizó, además, con la denominación “malla oro” para referirse a los ricos. “Ahora se usa otro lenguaje y se dice que hay que cuidarlos… no tocarlos”, para que inviertan y se derrame la riqueza. “Eso es lo que creen”, planteó.

Mujica también se refirió al artículo 392, que estipula que el Estado garantiza “el derecho de los no huelguistas a acceder y trabajar en los respectivos establecimientos y el derecho de la dirección de las empresas a ingresar a las instalaciones libremente”. Al respecto, preguntó: “¿Ustedes saben lo que es el lockout de una fábrica?”. Para explicar el concepto recordó el caso de Sudamtex, la planta textil de Colonia que fue subastada en 2010 para que los trabajadores pudieran cobrar la deuda salarial que habían dejado los dueños antes de emigrar a Israel.

“[El dueño] dejó el pozo y andá a cobrarle a Magoya. En esos casos, a veces sacan el equipo para venderlo en otro lado y los trabajadores, que tienen cuentas pa’ pagar, tiran la bronca [...] ¿Y a esos qué les van a decir si hacen un piquete? Si van y se ponen en la puerta pa’ no dejar sacar las herramientas, que las lleven pa’ vender en un remate [..] ¡Ah, no! Están agrediendo la libertad y el trabajo. Papá, cada cual defiende su puchero”, reflexionó.

Otro caso hipotético que utilizó para señalar las consecuencias de este artículo es la contratación, por parte de los empleadores, de crumiros (o en “lenguaje tradicional: carneros”), es decir, trabajadores que no son de la empresa y a los que “se les paga unos pesos” para “tapar el agujero”. “Es natural que haya tensiones y bronca porque cada cual está defendiendo la suya, eso es humano. Tenemos esas contradicciones. Pero ¿tenemos que manejarlas a prepo?”, cuestionó.

La LUC y la Policía: “con la moral no llenás la olla”

Al comienzo de su alocución, Mujica advirtió que la rapidez con la que se aprobó la LUC puede “terminar en barbaridades que nadie pensó”. Aclaró que no cree que se haya diseñado con esa intención, pero dijo que el apuro es una “irresponsabilidad”.

Se refirió al capítulo III de la LUC sobre “Legislación profesional policial” y criticó la disposición que refiere al derecho de la Policía a solicitar el documento de identidad en la vía pública. “¿Quién dijo que [antes] no se podía pedir el documento? [...] No precisamos que pongan una ley para apretar… Pa’ que el policía apriete”.

Según Mujica, el gobierno no ha dado “respaldo moral” a la Policía, como han defendido los actores de la coalición en la campaña por el No, sino que hace “odiar a la Policía por pavadas”. “No hay que odiar a la Policía, es al revés. Respaldo moral y le bajaste el salario. Mirá que con la moral no llenás la olla”, dijo en tono burlón.

También apuntó contra Luis Alberto Lacalle, “el padre” del presidente, quien durante su gobierno (1990-1995) presenció una huelga policial, en noviembre de 1992, cuando el personal policial “estaba muerto de hambre”, según Mujica. “Eso del respaldo me suena a bandera política”, evaluó.

“No tenemos que hacer que [la Policía] sea odiada o temida por la gente, por el contrario, tienen que ser apoyados y tienen que ganar el corazón y la confianza de la gente. No es eso de que reparto garrote a diestra y siniestra. ¡No! Porque no hay cosa que indigne más que un garrotazo que no se merece. Eso es calentar a un muerto y ganarte un enemigo, que va a estar supurando. ¡No! Eso parece un triunfo fácil, pero a la larga es al revés porque van juntando bronca y odio”, concluyó.

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