Cuando faltan apenas 19 días para que abran las urnas, en Chile la incertidumbre es total. “Líquido” es uno de los adjetivos que los analistas usan para describir el escenario previo a las elecciones presidenciales que se celebrarán el domingo 21 de noviembre, y es que es la primera vez desde el retorno a la democracia que hay tanta falta de certeza con respecto al resultado.
“Con el estallido social, el sistema político chileno se removió por completo”, explica Mariana Ardiles Thonet, integrante de la Red de Politólogas. “En las elecciones anteriores teníamos identificados los liderazgos principales, que además eran expresidentes –Michelle Bachelet en 2013 y Sebastián Piñera en 2017–, en cambio ahora no sólo no está eso, sino que además se ha visto que la ciudadanía chilena podría moverse hacia cualquier lado”, explica.
Es lo que quedó de manifiesto el 15 y 16 de mayo, cuando se eligió a los 155 convencionales constituyentes encargados de redactar una nueva Constitución. El resultado fue totalmente sorpresivo: la centroderecha no alcanzó el tercio de representantes que le vaticinaban las encuestas, y 56% de los elegidos fueron candidatos independientes, algo inédito en la historia electoral chilena. “Esa elección permitía a los independientes competir en listas, y eso generó una gran sorpresa en los resultados. Aunque una elección para escoger a un órgano colegiado con representantes territoriales es muy distinta de una presidencial, sí muestra la posibilidad de que la ciudadanía escoja de manera distinta”, amplió Ardiles.
También fue sorpresivo lo que ocurrió en las primarias presidenciales del 18 de julio. Un mes antes de la elección, la encuesta Cadem –una de las mediciones con mayor trayectoria en el país– vaticinaba que en Chile Vamos la coalición de centroderecha que hoy está en el gobierno, el ganador sería el entonces alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, integrante de la pinochetista Unión Democrática Independiente (UDI). En la interna de Apruebo Dignidad, pacto formado por el Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC), el favorito era el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue. Pero el día de las elecciones el escrutinio de votos contradijo las predicciones: Lavín perdió ante 49% de sufragios obtenido por el independiente Sebastián Sichel, exministro de Piñera, y Jadue quedó por debajo del 60% de preferencias alcanzadas por el diputado Gabriel Boric (FA).
Ese fin de semana, los analistas políticos dijeron que en la historia chilena siempre los triunfadores de la primaria eran quienes pasaban al balotaje, pero ahora ni siquiera esa noción parece asegurada.
Hoy las mediciones siguen mostrando a Boric como favorito, pero el lugar de Sichel fue reemplazado por José Antonio Kast, un exintegrante de la UDI que abandonó este sector para fundar el Partido Republicano, un sector situado ideológicamente todavía más a la derecha. Debajo, peleando el tercer lugar, aparece la senadora demócrata cristiana Yasna Provoste, la única mujer y descendiente indígena en la carrera electoral.
Un camino difícil de sondear
Cuando mira lo que ha pasado en las últimas semanas, el sociólogo Pablo Beytía emplea adjetivos como “dinámico” y “peleado”. “La opinión pública, en la era de las redes sociales, es mucho más adaptativa y reacciona inmediatamente”, explica. “Hay más volatilidad y lo que pasa en los diez días previos a una elección es clave para definir el resultado”, dice. En las dos semanas anteriores, de hecho, está prohibida la publicación de encuestas, aunque ellas se encuentran hoy, quizás, en su peor momento.
Según la Encuesta PAIS 2021 de la Dirección de Estudios Sociales de la Universidad Católica, 43% de la población dice tener “nada” o “poca confianza” en las encuestas.
Según Beytía, los sondeos tienen una serie de problemas que se han ido volviendo más evidentes con el paso del tiempo. “Primero, los contesta poca gente. Se hacen muestras de 100 personas, pero terminan contestando 40, una cifra que es poco representativa. Lo otro es que son fotos estáticas y no captan lo dinámico que es el proceso de la opinión pública”, dice.
Ardiles complementa: “No tenemos números confiables para saber qué está pensando la gente. Sumémosle que el voto es voluntario y no sabemos cuántos ni quiénes van a ir a votar. Se dice que la ciudadanía que vota por la derecha es disciplinada, pero al sector no le fue bien en la elección de convencionales. En resumen, hay mucha incertidumbre con respecto a cuál va a ser el resultado”, comenta.
Beytía busca enfrentar esa incertidumbre con su proyecto Monitor Social, que se define como “una plataforma de escucha sistemática y continua”. “La encuesta es un método intrusivo, que interactúa con el encuestado. Nosotros, en cambio, buscamos acceder a otras fuentes de información: el comportamiento de la gente hacia los medios digitales –por ejemplo, lo que comunican en redes sociales o lo que se dice en la prensa, que es lingüístico y reflexivo– y el comportamiento en lo digital, que es algo más espontáneo, inconsciente y honesto, como las búsquedas en Google y las visitas a Wikipedia”, explica.
Su método tiene una particularidad: hay acceso no sólo a lo que la gente dice que piensa, sino también a lo que le interesa pero no necesariamente comunica, aquello que queda entre el internauta y su barra de búsquedas. Tuvieron su primer triunfo cuando, al mediodía del domingo de las primarias, Beytía ya predecía que Sichel sería el ganador de Chile Vamos debido a una “tendencia clara” de dominar la atención en base a esos dos indicadores, cuando ninguna encuesta tradicional logró adelantar ese hecho.
Hoy, dice Beytía, el Monitor Social y las encuestas muestran lecturas similares. Según el sondeo de Cadem más reciente, Kast lidera la carrera con 24% de las preferencias y le sigue Boric con 19%. La tendencia se repite en la encuesta Criteria: Boric aparece con 26%, pero Kast le sigue con 17%. En tanto, Pulso Ciudadano de Activa Research le da a Kast el primer lugar con 29% y el segundo a Boric con 27%. Desde hace unos diez días, dice Beytía, Kast y Boric pelean el primer y el segundo lugar en su monitor.
La subida de Kast se debe, en parte, a equivocaciones en la campaña de Sichel, que ha sido cuestionado por hechos como oponerse al retiro de 10% de los fondos de pensiones, pero haber pedido el suyo, y particularmente por la publicación de un reportaje que mostró que una antigua campaña suya para diputado fue financiada con aportes irregulares a través de facturas falsas emitidas por empresas pesqueras.
La caída de Sichel también podría representar una oportunidad para Provoste, aunque ambos candidatos son víctimas de un mismo fenómeno: el descuelgue de figuras de su coalición para apoyar a otro. En el caso de la izquierda, fue la diputada socialista Maya Fernández –nieta de Salvador Allende– y otros militantes, quienes optaron por no apoyar a Provoste y se sumaron a la campaña de Boric. En la derecha han sido varios parlamentarios de la UDI y de Renovación Nacional quienes se fueron con Kast.
“Existe temor por el resultado, porque cada posible gobierno significa cosas muy distintas. Se está jugando mucho y eso genera desesperación de los distintos sectores”, observa Ardiles. Kast, por ejemplo, ha planteado eliminar el Ministerio de la Mujer y rebajar impuestos, mientras que Boric promete terminar con las Administradoras de Fondos de Pensiones y condonar las deudas estudiantiles.
La incertidumbre se disipará de forma definitiva cuando el Servicio Electoral entregue los resultados la noche del 21 de noviembre.
Consuelo Ferrer, desde Santiago.