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Evacuación de un área inundada en Jersón, Ucrania (07.06.2023).

Foto: Aleksey Filippov, AFP

Estados Unidos, Reino Unido y Francia condenaron la destrucción de la represa sobre el Dnipro, pero no responsabilizaron a Rusia del hecho

2 minutos de lectura
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Moscú y Kiev se siguen acusando mutuamente del ataque a la importantísima central hidroeléctrica y sus impactos.

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Tres personas muertas, al igual que millones de animales y una catástrofe ecológica inevitable, son algunas de las consecuencias directas de la destrucción de la represa de Kajovka, ubicada en la provincia de Jersón, en el sur de Ucrania, sobre las costas del río Dnipro.

El ataque que sufrió el lunes la enorme central hidroeléctrica, de gran importancia para el abastecimiento de agua potable, para riego y para energía a vastas zonas del sur ucraniano y también para la península de Crimea, territorio bajo control ruso desde 2014, es el episodio más relevante de los últimos tiempos en la guerra, a casi 16 meses de su inicio.

Pero mientras los equipos de rescate evacuan a miles de personas de la zona, la mayor parte de ellas habitantes de la zona de Jersón bajo dominio ruso, 4.000 contra casi 2.000 que habitan en localidades gobernadas por autoridades ucranianas, sigue sin quedar claro quién fue el responsable del ataque. Representantes de los gobiernos de Moscú y de Kiev, empezando por sus respectivos presidentes, Vladimir Putin y Volodímir Zelenski, se acusan mutuamente de la acción, pero la cuestión no está clara.

Prueba de ello es que los representantes de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, que integran de manera permanente el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, evitaron en su sesión del miércoes atribuir el ataque a ninguna de las partes en conflicto. De acuerdo a lo que informó Efe, en sus discursos los representantes de estos tres países se refirieron a la gravedad de la situación, remarcaron que toda ella se deriva de la agresión inicial de los rusos contra los ucranianos, pero no culparon directamente del hecho al Kremlin.

También siguió esta línea el primer ministro británico, Rishi Sunak, quien se encuentra de visita de Estado en Washington, donde se reunió, entre otras autoridades, con el presidente Joe Biden y tuvieron la guerra en Ucrania como tema excluyente. En una declaración a la cadena británica ITV, el líder del Partido Conservador dijo que Gran Bretaña aún no puede decir que Rusia sea el responsable de la destrucción de la represa de Kajovka. “No puedo decir eso definitivamente todavía. Nuestros servicios militares y de seguridad están trabajando en ello. Pero si es cierto, si resulta ser intencional, sería un acto atroz de barbarie por parte de Rusia”, dijo Sunak.

Palabras similares había utilizado el lunes el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, quien en una conferencia de prensa en la Casa Blanca dijo que las autoridades de su país no podían “decir de manera concluyente” quién fue el responsable del ataque. “Estamos haciendo lo mejor que podemos para evaluar”, afirmó el funcionario, que ocupa un cargo clave en la administración Biden.

La versión rusa de la cuestión fue descripta por el embajador ruso en Washington, Anatoli Antonov, quien en una conferencia el miércoles acusó a los medios de comunicación estadounidenses de estar lanzando una campaña de desinformación sobre los hechos ocurridos el lunes en la represa. “Hay muchas insinuaciones en el sentido de que Rusia supuestamente ha volado la instalación de esa infraestructura tan importante”, expresó Antonov. El diplomático agregó: “Hay funcionarios de la administración [estadounidense] que han enmarcado su retórica como si la Federación Rusa fuera, en cualquier caso, responsable de todos los incidentes que ocurren durante el conflicto ucraniano”.

Por último, el representante del gobierno ruso en Estados Unidos remarcó que “tal enfoque no resiste el análisis”, sino que se trata de otro intento desesperado de “blanquear al régimen de Kiev, que deliberadamente bombardeó la estación durante muchos meses”.

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