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Ilustración: Ramiro Alonso

Los fundamentos del paro educativo: el gran ajuste presupuestal del gobierno

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Este miércoles hay paro de toda la educación pública.

No hay dudas de que son sobrados los argumentos para tomar esa medida. Hay tres terrenos sobre los cuales los sindicatos de la educación reclaman. Primero, una transformación educativa cuyo rumbo va en contra de una educación integral, generadora de conocimientos, fortalecedora de las capacidades de los niños y adolescentes para enfrentar la vida (y no sólo el mercado de trabajo) en el futuro. Segundo, la caída de recursos económicos y del salario real de las y los trabajadores del sistema educativo. Tercero, porque ha sido una transformación sin diálogo, sin consulta ni a docentes ni a estudiantes, es decir, un proyecto impuesto y autoritario que además ha contado con fuertes medidas represivas en particular hacia los estudiantes.

En esta nota voy a concentrarme en el segundo componente del deterioro del gobierno en materia de educación.

Previo a ello, quiero poner dos temas de contexto: el gasto educativo previo a 2020 y el gasto social en general, porque no hay sistema educativo potente sin un bienestar social adecuado, como, al mismo tiempo, no hay bienestar social integral sin un sistema educativo integrador.

El gasto educativo de 2005 a 2019

Hay tres maneras de ver la evolución del gasto educativo: en términos de precios constantes, es decir, deducida la inflación; en porcentaje del producto interno bruto (PIB); y en el gasto por alumno. A eso sumamos la evolución del salario real.

Para la evolución en precios constantes y en porcentaje del PIB, tomaremos la suma del gasto de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y de la Universidad de la República (Udelar). En el caso del gasto por alumno, sólo se cuenta el de la ANEP.

El cuadro 1 muestra que desde 2005 a 2019 (tomamos sólo los años finales de cada gobierno) el gasto de la ANEP y la Udelar se multiplicó por dos veces y media, y en términos de su participación en el PIB, pasó de 2,9% a 4,5%.

El cuadro 2 nos dice que el gasto por alumno matriculado en la ANEP aumentó poco más de dos veces y media.

Finalmente, el cuadro 3 nos trae la evolución del salario real, que se multiplicó por dos en este período.

El contexto del gasto educativo: el gasto social universal

El sistema educativo está ligado al desarrollo de una matriz de bienestar social incluyente con una visión integral y transversal de sus políticas. Es decir, no se trata de acciones aisladas de educación, ni de salud, ni de vivienda, sino de acciones que, al mismo tiempo que definan objetivos e instrumentos específicos, definan líneas de acción que posibiliten la coordinación de acciones en cada uno de los terrenos de la política social. Los resultados en materia de educación, salud o vivienda no están aislados, sino que son interdependientes, y lo que sucede en el acceso y las condiciones de vivienda, por ejemplo, influye en los resultados educativos y viceversa, y así sucesivamente.

El cuadro 4 muestra los datos de algunos incisos clave en el gasto social.

El gobierno actual realizó un gran ajuste fiscal centrado en los rubros sociales, en la reducción del salario real y en la caída de la inversión pública.

El gasto en educación en 2020 y 2021

Siguiendo la misma lógica de análisis miraremos qué ha pasado con el gasto en educación, el gasto por alumno y el salario real. Empecemos por los datos para luego hacer la interpretación de dichos datos. El cuadro 5 muestra la información sobre la evolución del presupuesto.1

Es clara la reducción presupuestal en cinco puntos porcentuales. En dinero acumulado ya lo habíamos visto en el cuadro 4, y fueron entre los dos incisos 180 millones de dólares.

La meta de este paro, así como de las movilizaciones sindicales, no es recuperar salarios, sino el crecimiento del salario alineado con el crecimiento de la riqueza.

Por otro lado, el cuadro 6 muestra los datos del gasto por alumno de la ANEP.

Coherente con lo anterior, hay una caída del gasto por alumno de orden similar a la caída presupuestal.

Finalmente, el cuadro 7 muestra la información sobre el salario real de los trabajadores de la ANEP.

El ajuste es muy claro, con una reducción del salario real muy dura en 2020 que continuó en 2021, y si bien recuperó algo en 2022, todavía está varios puntos por debajo del inicio de 2020.

En síntesis, el presupuesto quinquenal y las rendiciones de cuentas significaron un ajuste duro a la baja del presupuesto educativo; esa es la realidad de este gobierno.

El área programática de la educación

Otra manera de ver el presupuesto asignado a la educación es lo que se agrupó en la llamada área programática de la educación. Esta metodología comienza en 2011, por lo cual no la incluimos en el punto anterior, aunque sí podemos decir que entre 2011 y 2019 aumentó en precios constantes en 39%.

El cuadro 8 muestra los datos del área programática: el 80% es ANEP y Udelar, por lo que es lógico que sus tendencias sean similares a las de esos dos incisos, pero incluye además el Plan Ceibal, el subsidio al boleto estudiantil, la educación militar y policial, entre otros rubros.

También aquí el ajuste es claro, con fuerte caída en 2020.

La renta inflacionaria

Un punto especial en este análisis lo merece saber qué pasó con el dinero que recibió cada trabajador y cuánto perdió por ajustar su salario por debajo de la inflación en relación con lo que hubiese ganado si ajustaba por inflación. Por eso en 2021 y 2022 se compara el salario cobrado con el que se habría cobrado si se hubiera ajustado por inflación (2020 no se compara pues el ajuste de enero de 2020 fue por 100% de la inflación) y se calcula la diferencia. El cuadro 9 nos trae ese dato para un docente grado 4 con 30 horas.

Es decir, el cuadro 9 nos dice que en tres años (2023 aún está corriendo) una trabajadora o un trabajador docente grado 4 con 30 horas de la ANEP perderá un orden de 100.000 pesos, es decir, en el entorno de un salario y medio en estos tres años.

Lo importante de este cálculo es que esta es una cifra perdida que ya no se recuperará. Aun en caso de que el salario real al final del quinto año vuelva al nivel de 2020, esta pérdida mes a mes de dinero no se recuperará nunca.

El gobierno ha asumido un compromiso de volver en enero de 2025 al salario de enero de 2020. No es momento de discutir si se hará o no. Sí es momento de decir dos cosas relevantes de ese magro y concentrador compromiso.

1) Los ingresos perdidos ya no se recuperarán.

2) Si se llegara en 2025 al salario real de 2020, eso hay que analizarlo en el contexto económico. La economía de 2024 será, según estimaciones oficiales y de consultoras privadas, entre 8% y 9% mayor que la de 2019. Por ende, si los salarios siguen siendo 100, pues aumentaron 0, habrá concentración de la riqueza. En el caso de que los salarios no llegaran a los de 2020, nuestra conclusión empeora. Pero el debate no es si llegan o no. El debate, desde la perspectiva de la clase trabajadora, es que la propia meta genera concentración del ingreso y de la riqueza en contra de los trabajadores.

Por eso la meta de este paro, así como de las movilizaciones sindicales, no es recuperar salarios, sino el crecimiento del salario alineado con el crecimiento de la riqueza.


  1. En 2019 se modificó el dato de PIB y se hizo para atrás hasta 2016. Por eso el cuadro 1 está con el viejo PIB y el cuadro 5 con el nuevo. Por ello, el gasto sobre PIB de 2019 de cada cuadro no es igual. 

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