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El secretario de la presidencia, Álvaro Delgado, el presidente Luis Lacalle Pou y el intendente de Florida, Guillermo López, durante el desfile militar en Florida.

Foto: Alessandro Maradei

Lacalle Pou encabezó acto por la Declaratoria de la Independencia entre reclamos de diversos grupos

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“Casi 200 años después, sigue siendo el tiempo de la libertad”, dijo la ministra Arbeleche; el abogado Gustavo Salle se manifestó en el lugar munido de su megáfono.

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Leído por Mathías Buela.
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“La libertad fue un concepto transversal a todo el recorrido revolucionario. Desde la revolución artiguista hasta el proceso iniciado en 1825, pasando por la Convención Preliminar de Paz, en 1828, y culminando con la Constitución de 1830, la libertad fue una verdadera convicción política, ligada a la formación del ciudadano y a la identidad de nuestra nación. Casi 200 años después, sigue siendo el tiempo de la libertad”, dijo Azucena Arbeleche este viernes en Florida. La ministra de Economía y Finanzas fue la encargada de dejar el mensaje del Poder Ejecutivo, en la Piedra Alta, en el acto por el 198° aniversario de la Declaratoria de la Independencia.

La celebración tuvo la presencia de Luis Lacalle Pou tanto en la Piedra Alta como en el desfile por la calle Alejandro Gallinal —pasando por donde estuvo el rancho del pulpero Basilio Fernández que, en 1825, se convirtió en sede de la Sala de Representantes—, y aunque con menos público que en 2022, así como con menos núcleos movilizados manifestándose allí respecto de ese año, repitió la característica de ser condicionado por la presencia de Gustavo Salle y su megáfono. Este año Salle incluso parece haber motivado alguna línea en uno de los discursos pronunciados desde el estrado, además de incidir, con su presencia dada por descontada, en el diseño de aspectos del acto en sí.

Música de frente para cualquier fiesta animada

Lacalle Pou arribó a las 10.00 en punto, y pudo llegar sin mayores contratiempos hasta la alfombra roja que año a año se coloca no como pasarela, sino como una ancha franja en la que deberán pararse las autoridades, una al lado de otra, mirando hacia el estrado.

Sin tantas solicitudes de selfies en el trayecto desde el cortejo militar hasta la alfombra, luego de bajar la interminable escalinata que permite descender a la explanada de la Piedra Alta, el presidente recibió algún presente, así como una carta dada en mano por una mujer que viajó desde Colonia específicamente a eso. De fondo, un nuevo elemento: desde la amplificación, música a todo volumen —algo así como un jazz de los habituales en el paisaje sonoro de cadenas de supermercados—.

Una música que sonaba cuando el presidente llegó a la explanada cesó cuando el Coro de la Catedral cantó el himno —sorpresivamente el director, ya avanzada la interpretación, le dio las espaldas al coro para emerger como solista durante algunas estrofas—; música a todo volumen que se reactivó cada vez que los oradores recorrieron los 30 o 40 metros que separaban la alfombra roja del estrado.

Desaparecieron así los huecos sonoros que, año a año, llena Salle con su megáfono. De todos modos, su presencia fue inevitable. Aprovechó cada ínfima pausa en los discursos de Arbeleche y del secretario general de la Intendencia de Florida, Marcos Pérez Machado, para encastrar enunciados relacionados a lo que estos venían diciendo, incluso a veces tomando como pie la última palabra dicha.

Se escuchó la voz de Salle cuando Pérez Machado terminó una oración en “independencia” —“¡independencia que estamos perdiendo en los acuerdos con la élite!”, acotó—, o cuando el mismo orador dijo que la Piedra Alta es el “cimiento de nuestra nación” —“¡hay que honrarla en la práctica!”— y que se construyen “rutas de calidad y seguras” —“¡condenando a empleados y obreros!”.

Lo mismo durante el discurso de Arbeleche; desde antes de empezar el acto, durante y después, la voz de Salle a través de su megáfono estuvo siempre presente. Incluso en el discurso de Pérez Machado, cuando este, desde el estrado, habló de “una construcción sin grietas, con una mano tendida y un oído atento”, así como de “tender puentes”, y elogió a “los que escuchan lo que el otro tiene para decir sin imponerse con pancartas ni megáfonos”. Fue la única vez que el discurso de Pérez Machado fue interrumpido por los aplausos del público.

La de Salle y otros miembros de Identidad Soberana no fue la única presencia de personas manifestándose. Hubo otros núcleos, además del repleto de pancartas en las que se podían leer consignas como “No a la agenda 2030. Agenda pro pedófila”, o “No a la perversa ideología de género”, y frente a las que emergía la voz del abogado, afirmando, por ejemplo: “Independencia, soberanía nacional: patria, valores occidentales que la élite occidental está destruyendo”.

Hubo, además, trabajadores organizados, portando una pancarta con el logo del PIT-CNT, en rechazo de la reforma de la seguridad social, y hubo, entre otros, un grupo de estudiantes y docentes del profesorado de Geografía del CERP de Florida, transmitiendo, con volantes, la preocupación por “la eliminación de ‘Geografía del Uruguay’ en 3er año de CB (9° de EBI)”, así como por “la modificación de Geografía de 5° año a un taller optativo”. “Nos parece súper importante que los estudiantes tengan conocimiento de nuestro territorio. Si bien se puede mechar en el programa de 1° o de 2°, es mechar; no estamos trabajando en profundidad lo que los chiquilines tendrían que conocer sobre nuestro territorio”, dijo a la diaria la estudiante María José Alfonso. La docente Geraldine Ramos señaló que “esto pasa en todos los niveles de la educación”. Los estudiantes “no tienen geografía del Uruguay en ningún momento. Ni en la escuela ni en el liceo. Sólo lo que el docente pueda meter”, apuntó.

Gustavo Salle, durante el acto por el 25 de agosto, en Florida.

Foto: Alessandro Maradei

Arbeleche afirmó, en su discurso, que “el eje motriz de nuestras instituciones sigue siendo la libertad”. Dijo que “ya en la LUC [ley de urgente consideración], pilar de este gobierno, encontramos ejemplos representativos de esa mayor libertad”. Puso como casos la portabilidad numérica y la inclusión financiera. “La nueva institucionalidad fiscal marcó un hito en nuestra historia económica. La regla fiscal nos ha permitido mejorar las cuentas públicas y, por lo tanto, bajar impuesto a trabajadores, jubilados y pequeñas empresas”, dijo.

Añadió que “la elección del destino del gasto público también refleja que las políticas se centran en la libertad”. “Se tomó el camino de un estado presente en la protección de los derechos básicos, especialmente en apoyar a las personas en situación más vulnerable” —“¡y al narcotráfico!”, intervino Salle—, con “medidas focalizadas en la población más vulnerable”.

También libertad

Aseguró que “la reforma educativa en marcha tiene como objetivo una mejora en el aprendizaje, que permita reducir la inequidad en la enseñanza” y que se atraviesa un período con “una inversión en infraestructura sin precedentes en los últimos años”. Remarcó que “un mayor gasto con resultados concretos en todas estas áreas es un claro avance hacia una mayor libertad de los uruguayos”, y que el nuevo sistema de seguridad social “otorga mayor libertad a quienes, después de jubilarse, quieran seguir trabajando”. También habló de libertad a “acceder a los mercados internacionales y a comercializar fuera de la región, sin dejar de ser parte del Mercosur”.

En el párrafo de síntesis, afirmó que “estamos al inicio de un proceso virtuoso” hacia “un Uruguay más creíble, que genere mayor inversión, empleo y oportunidades”. Las autoridades y el grueso del público reaccionaron al discurso con un cerrado aplauso que, de todos modos, fue diluido por el retorno del jazz, a todo volumen, que sonó hasta la marcha Mi bandera y la consecuente retirada de emblemas patrios, sin dejar escuchar lo que, con su megáfono, decía Salle.

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