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Carmen Asiaín.

Foto: Mara Quintero

Iglesia Evangélica Armenia se expresó en contra del proyecto de feriados religiosos: “El papel del Estado debe ser el más neutro posible”

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“Los feriados no laborables deberían ser solamente los que resulten de relevancia para la construcción de la identidad nacional”, argumentó la delegación que concurrió al Parlamento por el proyecto de la senadora blanca Carmen Asiaín.

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Leído por Andrés Alba.
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La Comisión de Población, Desarrollo e Inclusión del Senado continúa recibiendo delegaciones para escuchar opiniones sobre el proyecto de festividades religiosas de la senadora nacionalista Carmen Asiaín, que desde agosto de 2022 está a estudio en ese ámbito y que procura garantizar los días de descanso, precepto o celebración religiosa a las “minorías” religiosas. Esta semana, en la sesión del miércoles, se recibió a una delegación de la Iglesia Evangélica Armenia Esperanza en la Ciudad, que se manifestó en contra de la iniciativa con varios argumentos, entre ellos, “que el papel del Estado debe ser el más neutro posible en cuanto a las decisiones religiosas de los ciudadanos”.

La delegación, integrada por Pedro Lapadjian y Miguel Machado, leyó un documento a los legisladores en el que, en diez puntos, plasmó su punto de vista. A modo de introducción, los representantes de la comunidad religiosa recordaron que “el proceso de secularización que vivió nuestro país concluyó con la sanción de la reforma constitucional de 1917, [y] contó con el apoyo decidido del protestantismo” y que “la idea de un Estado laico que no profese religión alguna, pero que asegure la libertad de cultos, se constituyó en los sueños y aspiraciones de los primeros protestantes, quienes, junto a otras corrientes de pensamiento liberal, se unieron para combatir lo que consideraban el excesivo poder de la iglesia católica, a través del clero”.

En ese sentido, la delegación señaló que “la adopción de un Estado laico es reconocida como la mejor plataforma para que las distintas religiones o creencias puedan celebrar sus cultos y eventualmente expandirse”. Asimismo, consideraron que “los evangélicos no pueden ser considerados ni se perciben a sí mismos como una ‘minoría religiosa’” porque “posiblemente la convocatoria dominical es la que reúne al mayor número de uruguayos que tienen alguna forma de creencia religiosa”.

Entre sus argumentos en contra del proyecto, el documento indica que, “más allá del noble impulso que se encuentra detrás” de la idea de “ofrecer facilidades en el entorno laboral y/o educativo para participar en actividades religiosas”, su aplicación “puede resultar perjudicial para el desarrollo del grupo al cual se pretende ayudar”. Asimismo, se apunta que “si se otorgaran beneficios o privilegios por convicciones religiosas, aquellos que no las tienen se verán en desventaja y se habrá de producir desigualdad”, lo que “traería repercusiones negativas con el empleador, el educador o los pares”.

“Entendemos que no es correcto imponer a los empleadores la obligación de modificar y/o adecuar sus lógicas de trabajo para contemplar a cada individuo en el ejercicio de sus ritos religiosos. Hay empleadores que son evangélicos y otros que no, pero en todos los casos, si en una empresa se encuentran trabajando varias personas que profesan un mismo credo, la ausencia por motivos religiosos puede cortar la cadena de producción y traer perjuicios”, se argumenta también.

Al entender de la Iglesia Evangélica Armenia, “para el desarrollo tanto individual como colectivo de las religiones, es suficiente el marco legal que existe actualmente”, y “no se ve producente un registro de expresiones religiosas”. La creación de un registro de cultos, según señalaron los legisladores al término de la exposición, se decidió quitar de la iniciativa, dado que fue cuestionado también por delegaciones que habían concurrido antes, como el Ministerio de Educación y Cultura.

Otro argumento en contra de la iniciativa que se plasma en el documento es que “en el transcurso de la vida de un individuo este puede cambiar de religión o abandonarla por completo”, lo que implicaría que, “en caso del cambio de religión, se vería en la obligación de volver a realizar el trámite que corresponde y, en caso de abandonarla, utilizaría el nombre de una organización religiosa a la cual ya no pertenece para obtener un beneficio”. En consecuencia, “esto va a llevar a que algunos ciudadanos accedan a privilegios sin que nadie pueda verificar que cuente con los requisitos para acceder a los mismos o que fehacientemente el día libre lo utilizará para su práctica religiosa”.

La Iglesia Evangélica Armenia entiende que el Estado debe ser lo “más neutro posible en cuanto a las decisiones religiosas de los ciudadanos” y que “es responsabilidad del individuo gestionar los obstáculos que pueda encontrar para el desarrollo de las mismas”. En ese sentido, considera “injusto exigir al país, sus empresas e instituciones educativas que adapten sus actividades a una incontable variedad de expresiones religiosas”.

“Entendiendo que Uruguay no tiene feriados religiosos, esto coloca en igualdad de condiciones a quien practica una religión con convocatoria numerosa y quienes son expresiones casi desapercibidas”, afirma la delegación, que, por último, expresa que “los feriados no laborables deberían ser solamente los que resulten de relevancia para la construcción de la identidad nacional, la cual nos privilegia y nos responsabiliza a todos los ciudadanos por igual”.

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