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Jornada de vacunación (archivo, octubre de 2016).

Foto: Santiago Mazzarovich

Vacunarse contra el HPV antes de los 17 reduce en 88% las posibilidades de contraer cáncer de cuello uterino invasivo

5 minutos de lectura
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Un estudio en Suecia determinó una asociación entre la vacuna tetravalente contra el virus del papiloma humano y la prevención de este tipo de cáncer en sus etapas más severas.

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La vacuna tetravalente contra el virus del papiloma humano (HPV) se asoció con un riesgo “sustancialmente menor” de contraer cáncer de cuello uterino invasivo en mujeres jóvenes, según un estudio realizado en Suecia. Los resultados forman parte del estudio “La vacuna contra el HPV y el riesgo de cáncer de cuello uterino invasivo” publicado a comienzos de octubre en The New England Journal of Medicine.

La investigación es un estudio de cohortes retrospectivo que incluyó a 1.673.000 niñas y mujeres de entre diez y 30 años. Mediante registros de datos de todo el país, los investigadores hicieron el seguimiento entre 2006 y 2017 de las mujeres hasta su cumpleaños número 31. Para el análisis, las participantes fueron divididas en dos grupos; aquellas a las que se les administró al menos una dosis de la vacuna tetravalente contra el HPV durante el período de estudio (527.871 mujeres) y las que no fueron vacunadas (1.145.129 mujeres). Entre las vacunadas se diagnosticó cáncer de cuello uterino invasivo a 19 mujeres, en comparación con 538 mujeres entre las que no fueron inmunizadas. Entre las mujeres que recibieron la vacuna, 83% (438.939) lo hizo antes de los 17 años. En esos casos, el estudio establece, que el riesgo de contraer cáncer de cuello uterino se redujo 88%. Asimismo, cuando la vacuna se administró entre los 17 y los 30 años, el riesgo de padecer cáncer de cuello uterino invasivo se redujo 53% en comparación con las mujeres que no se vacunaron.

Con los datos obtenidos, los autores observaron que “la incidencia acumulada de cáncer de cuello uterino aumentó rápidamente a los 23 años” tanto entre las mujeres no vacunadas como entre las vacunadas, y señalan que esta es la edad en la que el Estado invita “por primera vez a las mujeres suecas a participar en el programa de detección del cáncer de cuello uterino”. De todas formas, hay diferencias en la incidencia del cáncer entre los grupos de mujeres definidos. Mientras que “la incidencia acumulada entre las mujeres no vacunadas aumentó bruscamente a 94 casos por 100.000 personas a los 30 años de edad”, entre las mujeres que fueron vacunadas al menos una vez la incidencia fue “de 47 casos por 100.000 personas a los 30 años de edad” y en el caso de las mujeres que habían iniciado la vacunación antes de los 17 años “la incidencia acumulada fue de cuatro casos por 100.000 personas a los 28 años”.

“Nuestros resultados también respaldan la recomendación de administrar la vacuna tetravalente contra el HPV antes de la exposición a la infección por HPV para lograr el beneficio más sustancial, ya que la vacuna no tiene ningún efecto terapéutico contra la infección por HPV preexistente”, concluyen los investigadores. De todas formas, advierten que en el desarrollo del cáncer de cuello uterino hay otras variables que deben tenerse en cuenta que forman parte del “estilo de vida y los factores de salud en las mujeres”, como el tabaquismo, la actividad sexual, el uso de anticonceptivos orales y la obesidad, entre otros.

“Fortaleza enorme”

En diálogo con la diaria, Edgardo Sandoya, cardiólogo y profesor de medicina basada en evidencia de la Universidad Claeh, –que comentó la investigación en su blog humamed.info– sostuvo que el estudio tiene “una fortaleza enorme” y demuestra, a través del análisis de una base de datos muy grande, que la vacuna tetravalente contra el HPV aplicada antes de los 18 reduce de “manera sustancial el desarrollo del cáncer de uterino invasivo”, que está asociado a los casos de mortalidad. Como fortalezas de la investigación, Sandoya destacó el hecho de que haya cubierto a toda la población de un país dentro del rango de edad establecido –lo que “elimina el sesgo de selección”–, el seguimiento que se le hizo a cada una de las niñas y mujeres, y que no haya habido intereses económicos detrás que determinaran el contenido de la publicación.

Sandoya consideró que los resultados del estudio son “sólidos” y que si bien muchas veces los estudios de análisis de base datos puede generar limitaciones por falta de información, los suecos cuentan con “un buen registro en salud” y en este caso se cruzó información de varios institutos. “Esto cambia la ecuación y hace muy difícil que alguien pueda negar los beneficios de la vacuna. Por lo menos, de la vacuna tetravalente, para la bivalente y nuevevalente tendría que haber otras investigaciones que lo demuestren”, expresó el cardiólogo.

“Es absolutamente inusual que uno con un único estudio diga que esto cambia. Normalmente, esto es como un puzle con pedacitos de información de un lado y de otro”, comentó Sandoya. Pero en este caso hizo una excepción, porque “el puzle” de información estaba “muy incompleto y sesgado” por “haberse publicado la tercera parte de lo que se había investigado”. En ese marco, esta investigación, “que viene de una fuente independiente y que totaliza a todas las mujeres en un rango de edad de un país con una muy buena calidad de registro, da la certeza de que la viabilidad de los datos es muy alta”.

Investigaciones previas sobre la vacuna tetravalente no permitían concluir los beneficios que aportaba para la prevención del cáncer de cuello uterino. Sandoya mencionó que se publicaron dos ensayos clínicos: Future I, que contempló una cantidad de 5.455 en mujeres de entre 16 y 24 años, y Future II, que se basó en 12.167 mujeres de entre 15 y 26 años. Pero, según el cardiólogo, como la incidencia de cáncer de cuello uterino en ese rango de edad es muy baja, los resultados de esas investigaciones no fueron determinantes para concluir si había beneficios de la vacuna asociados a la prevención del cáncer.

El cardiólogo señaló que las investigaciones sobre las vacunas (tetravalentes, bivalentes y nuevevalentes) contra el HPV es un tema muy controvertido. “En medicina cuando le damos algo a alguien queremos generar beneficios, pero eso también puede tener riesgos asociados”, sostuvo y agregó que el problema con las vacunas contra el HPV fue que cuando se comenzaron a utilizar de “forma masiva, surgieron efectos secundarios muy severos” y “no había demostraciones de beneficios”. Mencionó un estudio publicado en 2017 que analizó los efectos adversos de varias vacunas en Japón y que identificó que las que inmunizaban contra el HPV eran las que tenían más efectos adversos: 15 y 19 casos cada 100.000 la tetravalente y 19 la bivalente, respectivamente. “Hay que ser muy cautos con administrar en esa etapa de la vida [mujeres jóvenes] algo que puede ser de riesgo y a veces con efectos permanentes, sin tener beneficios demostrados, y esperar a tener resultados que digan que sí existen beneficios”, dijo Sandoya. Con la información del estudio en Suecia, que muestra que la incidencia del cáncer de cuello uterino cae de 94 a 47 casos cada 100.000 entre no vacunadas y vacunadas, respectivamente, Sandoya señala que “el balance de riesgo-beneficio realmente vale”.

Otro motivo por el cual se ha generado controversia en torno a las vacunas contra el HPV fue que de 60 ensayos clínicos realizados en el área que evalúan la pertinencia o no de la vacuna, que incluyeron a 228.000 mujeres, sólo se publicaron 23 en revistas arbitradas a pesar de estar terminados. “Normalmente en medicina cuando no se publica algo es porque dio resultado negativo y se genera sesgo de publicación”, señaló. Para Sandoya, esta investigación sueca “viene a cambiar la controversia”.

Referencias

Artículo: “HPV Vaccination and the Risk of Invasive Cervical Cancer”
Publicación: The New England Journal of Medicine, 2/10/2020.
Autores: Lei J, Ploner A, Elfström KM, et al.

Vacuna tetravalente

Se denomina así porque se desarrolló contra cuatro serotipos de HPV: la 16 y la 18 -que producen lesiones precancerosas y son las responsable de la mayoría de los casos de cáncer anal, vulvar y vaginal- y la 6 y la 11, que generan verrugas. Producida por la farmacéutica Merck Sharp & Dohme (MSD), se comercializa con el nombre de Gardasil y fue aprobada por la agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos en 2006. Esta es la vacuna que comenzó a darse en Uruguay en 2013; fue incluida en el Certificado Esquema de Vacunación uruguayo y que es gratuita para niñas y varones de 11 y 12 años.

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