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Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS

Políticos del oficialismo coinciden en elevar el límite de alcohol para conducir, pero el ministro de Salud es partidario de mantener la tolerancia cero

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La OPS recomienda a Uruguay continuar con la “tolerancia cero” de alcohol para manejar.

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“Si a nosotros nos toca ser gobierno vamos a impulsar que se vuelva al 0,3 para que se pueda tomar una copita de vino”, dijo el actual presidente de la República, Luis Lacalle Pou, durante un acto de campaña en 2018 en referencia a la Ley 19.360, de finales de 2015, que inhabilita a conducir vehículos a aquellas personas que tengan alcohol en sangre, cualquiera sea su cantidad.

En la misma línea, dos nuevos jerarcas manifestaron que es necesario salir de la llamada “tolerancia cero” para dar un impulso a la industria vitivinícola: el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte, y el presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, Ricardo Cabrera. Uriarte dijo que la industria sufrió “un duro golpe” y propuso elevar el límite a 0,3 o 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre, mientras que Cabrera aseguró que la actual normativa “ha sido realmente un problema”.

Copita sí, copita no

la diaria consultó a tres integrantes de la Comisión de Salud del Senado: la frenteamplista Sandra Lazo, la nacionalista Carmen Asiaín y la colorada Carmen Sanguinetti. Al no estar planteada formalmente la discusión sobre el límite de alcohol en sangre para manejar, ya que no ha ingresado al Parlamento ningún proyecto de ley en ese sentido, las tres senadoras advirtieron que opinaban a título personal y no en representación de su fuerza política. Para Lazo, es necesario mantener la normativa actual, mientras que Asiaín se mostró proclive a elevar el límite a 0,3 y Sanguinetti dijo estar dispuesta a evaluar la modificación.

422 personas murieron en Uruguay en 2019 por siniestros de tránsito.

“Nunca estuve a favor de la fijación del cero tolerancia para conducir; estoy de acuerdo con una limitación, creo que el 0,8 que había antes era mucho, un 0,3 sería razonable”, apuntó Asiaín. “En algunos países existe la tolerancia 0,3, que equivale al consumo de un vaso de cerveza o una copa de vino, y entiendo que no inhabilita a una persona para conducir”, argumentó. Sin embargo, al ser consultada sobre si este cambio debería impulsarse para dar apoyo a la industria vitivinícola y la de producción de otras bebidas alcohólicas, Asiaín manifestó que este no debe ser el motivo: “No torcería una posición que tiene que ver con la salud y la integridad de las personas que puedan verse afectadas por accidentes nada más que por promocionar a una industria”. La senadora llamó a no usar esa línea argumentativa, aunque es “cierto” que la medida “complicó a la industria”. Según dijo, esto no debe usarse “como un motivo para levantar la tolerancia cero”, sino sólo “como un insumo adicional”.

Sanguinetti, por su parte, opinó que “lo ideal” sería tener estadísticas de varios años para analizar si la normativa “realmente está teniendo los resultados buscados”. Sin embargo, al haber pasado pocos años desde que comenzó a regir, “se hace difícil evaluar si la medida ha tenido el impacto que se esperaba”. La senadora llamó a pensar, además, “que como mensaje no está bueno ir para adelante e ir para atrás en estos temas”. “Cuando se aprobó esta ley el sistema político mandó un mensaje claro a la sociedad de que el que tome no puede manejar; es un mensaje contundente”, añadió. No obstante, recordó el “dato importante” de que “son pocos los países que están en tolerancia cero”. “Yo entiendo que hay espacio para revisar lo que se ha sancionado y hacerlo más razonable si fuera necesario; hay espacio para eso, pero probablemente no es ahora el momento”, concluyó.

Lazo dijo que por ahora mantiene “la misma postura” que cuando se aprobó la ley en 2015, y recordó que el cambio fue “producto de un acuerdo multipartidario”. “No vemos por qué modificarlo”, cuestionó. Consultada acerca de las argumentaciones de que flexibilizar el nivel de alcohol en sangre para manejar podría servir de impulso a la industria de la bebida, tal como plantearon las autoridades, Lazo respondió: “No nos parecen lógicas”. “Aquí lo que se está prohibiendo no es consumir, no es beber, simplemente no conducir si uno ha hecho una ingesta de alcohol”, añadió.

Lazo opinó que la efectividad de la ley puede verse “desde lo cotidiano”: “Ha sido efectivo sobre todo en los jóvenes”, dijo. Al respecto, puso como ejemplo que se instaló “una cultura de designar un conductor” que se compromete a no tomar para poder manejar luego.

Consultado por la diaria, Daniel Salinas, ministro de Salud Pública e integrante de Cabildo Abierto, aseguró que la postura de su cartera “es mantener el límite cero para conductores”.

“Es la mejor medida de salud pública”

En diálogo con la diaria, Giovanni Escalante, representante en Uruguay de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se manifestó a favor de la normativa vigente y llamó a mantenerla tal cual está, ya que tuvo “efectos positivos”. “Es una ley que regula adecuadamente el consumo del alcohol”, señaló, y agregó que con la llamada “tolerancia cero” se “están protegiendo los derechos de todos los ciudadanos”.

25.114 personas sufrieron lesiones en siniestros de tránsito en Uruguay en 2019.

Entre los logros desde la aplicación de esta ley, Escalante destacó los datos de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev), que muestran un descenso de espirometrías positivas entre quienes participan en siniestros de tránsito. El informe Espirometrías positivas desde que rige el alcohol cero para conducir, presentado en abril de 2016, indica que al comparar la presencia de alcohol en sangre en conductores que participaron en siniestros de tránsito en los períodos de enero a marzo de 2015 y de enero a marzo de 2016, se registró “una disminución en la incidencia”, que pasó de 8% a 6,1%. “Ese es un indicador positivo de que la población está cumpliendo progresivamente con esta disposición. Se han reducido dos puntos porcentuales, ese es un hallazgo muy importante”, consideró Escalante. Valoró, además, que la ley es “mucho más progresiva” que la normativa que tienen otros países, y apuntó que Uruguay “es ejemplo en América Latina” en esta materia, por lo que “debería valorarse continuar” con la legislación actual.

“El límite cero es el más adecuado. Una persona que conduce bajo los efectos del alcohol, aun una cantidad infinitesimal, está afectando su propia salud en cuanto al nivel de alerta que pueda tener al momento de conducir un vehículo y estaría afectando al resto de la población, a los peatones, a los otros conductores, porque su capacidad de discernimiento baja”, afirmó Escalante. Argumentó, además, que más allá de cuál sea la cantidad de alcohol que pone en peligro la salud de los ciudadanos, “decir que ningún conductor debe utilizar un vehículo bajo los efectos del alcohol es la mejor medida de salud pública”, y en ese sentido Uruguay “estaba marcando la pauta”. Escalante dijo que “toda ley se reexamina”, pero que “si tiene un efecto positivo debería continuar”.

También resaltó la importancia de estar cada vez más “atentos a la conducción”, debido a que se incrementó el número de vehículos en circulación. Aparte de no consumir alcohol, el representante de la OPS mencionó “otras medidas complementarias”, como el “uso del cinturón de seguridad”, “el casco [para andar] en moto”, “medios reflectivos” para conducir bicicletas, mantener una “distancia prudente”, entre otras acciones necesarias para reducir la siniestralidad. “Ni que decir el uso de otras sustancias, como la marihuana. Todo eso afecta al sistema nervioso central y la capacidad de reflejos”, aseguró.

La siniestralidad en números

El Informe Anual Siniestralidad Vial 2019 de la Unasev, publicado en febrero de este año, indica que desde 2011 “Uruguay ha reducido en forma sostenida sus índices de siniestralidad, pasando de tener una tasa de mortalidad de 17 cada 100.000 habitantes a una de 12 y una constante disminución de lesionados”. De hecho, en 2019 se registró “la tasa de mortalidad más baja del decenio, siendo de las más bajas de Latinoamérica”.

El informe señala que “la evolución conjunta de los indicadores utilizados con relación a la siniestralidad (venta de combustibles, parque vehicular, ingreso de turistas) muestra una tendencia general al alza a partir del año 2011” y que, a pesar de ello, la cantidad de fallecidos “muestra una tendencia a la baja”. Sin embargo, el informe advierte que “se debe seguir profundizando el trabajo en esta materia para sostener la reducción de la siniestralidad en el largo plazo”.

Los factores de riesgo sobre los que pone la lupa el informe son el no uso de casco entre los conductores de motos y el consumo de alcohol. En el capítulo referido a este segundo factor que agrega un riesgo al tránsito se detalla que “de un total de más de 11.679 controles realizados a conductores que participaron en un siniestro de tránsito, el 93% registra 0 g/L de alcohol en sangre”, lo que refleja un leve aumento en comparación con 2018 (92,5%). “A 821 conductores que participaron en siniestros de tránsito durante 2019 se les detectó presencia de alcohol en sangre”, dice el informe, y señala que la proporción equivale a 7% del total, pero el porcentaje entre los hombres (9%) es muy superior al de las mujeres (2,1%). Departamentos como Flores, Cerro Largo, Tacuarembó y Rocha muestran porcentajes ampliamente superiores al promedio nacional de 7%, mientras que otros, como Río Negro, Montevideo y Paysandú, figuran bastante por debajo.

7% de los conductores que participaron en siniestros de tránsito en 2019 tenía presencia de alcohol en sangre

Otro dato que agrega el informe es que el porcentaje de espirometrías positivas entre quienes protagonizan siniestros de tránsito se triplica los sábados con respecto a los días de entre semana y se quintuplica los domingos. Se agrega que “es elevada la presencia de alcohol en sangre” en los siniestros que ocurren entre la medianoche y las 7.00 y que alcanza su máximo a las 4.00, “donde la participación de espirometrías positivas alcanza el 40%”.

Al final del informe, la Unasev elaboró una serie de conclusiones y recomendaciones entre las que se destaca que “el alcohol sigue teniendo incidencia en el período crítico de la semana (viernes desde las 20.00 hasta domingo a las 8.00)”, por lo que considera que “es fundamental continuar con la política de alcohol instrumentada hasta ahora”. “Insistimos en seguir trabajando en base a los lineamientos planteados, basados en evidencia científica, recomendaciones de los organismos expertos a nivel mundial y a la experiencia internacional con resultados positivos comprobados. El hecho de haber conseguido un descenso histórico en la mortalidad por siniestralidad vial no debe llevar a la conclusión de que el tema está resuelto. Primero, porque estamos aún lejos de conseguir números acordes a los países con mejores resultados; segundo, porque cuando una política pública comienza a mostrar eficacia no se la retrae ni se la estanca, muy por el contrario, se la reafirma e intensifica”, concluye el informe.

Límite de alcohol para conducir

En 2007, cuando se aprobó la Ley 18.191, de Tránsito y Seguridad Vial, el límite permitido de concentración de alcohol en sangre era de 0,8 gramos (ocho decigramos), y la norma le encomendó al Poder Ejecutivo reducir en forma gradual ese valor hasta llegar a 0,3 gramos. En diciembre de 2016 se dio un paso más, cuando la Ley 19.360 modificó la disposición de 2007 y fijó el límite en 0,0 gramo de alcohol por litro de sangre.

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