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Miguel Asqueta, director general de salud.

Foto: Federico Gutiérrez

El MSP presentó la “Guía de fragilidad en personas adultas mayores”, con criterios para la atención de esta población en el primer nivel

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El director general de Salud manifestó que el sistema “no favorece” la aplicación de estas guías pero que el ministerio está “tratando de colaborar”.

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Este martes en el Ministerio de Salud Pública (MSP) se presentó la “Guía de fragilidad en personas adultas mayores: criterios prácticos e instrumentos de pesquisa en el primer nivel de atención”, creada por el programa del adulto mayor del MSP. En la instancia estuvieron presentes algunas autoridades del ministerio, entre ellos, el director general de Salud, Miguel Asqueta, y el representante del Programa del adulto mayor, Ítalo Savio.

“Ojalá que para los profesionales sea de mucha utilidad porque me consta la profundidad y la cantidad de evidencia que contiene”, remarcó Asqueta, e indicó que “el concepto de fragilidad surgió de la propia evidencia”. No obstante, agregó que no es “demasiado optimista” en cuanto a que todos los profesionales vayan a incorporar la guía porque “la forma en la que los sistemas de salud están organizados no favorecen a la aplicación de este tipo de documentos”.

Asqueta deseó que se pueda implementar. Para ello, dijo, el MSP “está tratando de colaborar”. “Si seguimos haciendo siempre las mismas cosas lo seguro es que nada va a cambiar”, opinó.

En la misma línea, Savio dijo que el equipo del programa del adulto mayor también se compromete a contribuir en la aplicación de una herramienta que es útil en un marco en el cual se espera que “la región sea la que más rápido envejezca en los próximos 20 años”, algo en lo que Uruguay “es pionero”.

Es una realidad que en principio “supone el reconocimiento del logro de la longevidad” pero también “un desafío si no queremos que se transforme en una tragedia” y para ello hay que lograr “establecer programas de contención”, reflexionó Savio.

La guía contiene criterios prácticos e instrumentos para atender a las personas mayores en el primer nivel de atención, y brinda recomendaciones de prevención, diagnóstico e intervenciones para el personal de la salud. Los Objetivos Sanitarios Nacionales 2030 incluyen la pesquisa y abordaje de la “fragilidad en las personas mayores”, según el documento, y este material es una contribución.

La guía explica varios conceptos, entre ellos, el de fragilidad. En principio aclara que no se trata de una patología si no de un síndrome geriátrico “multifactorial; es decir, es un conjunto de síntomas y signos” tales como caídas, deterioro cognitivo o declinación funcional. Además, “constituye una forma de presentación atípica y más frecuente de las enfermedades en la vejez”. Por otra parte, indica que la fragilidad en las personas adultas mayores da cuenta de “necesidades sanitarias complejas y sociales” de un grupo “vulnerable de la población”, lo cual “supone desarrollar la coordinación socio sanitaria”.

En resumidas cuentas, según la guía, la fragilidad es un síndrome geriátrico caracterizado por una menor reserva funcional y homeostática que incrementa la probabilidad de consecuencias adversas en la salud de las personas mayores.

Herramientas

El documento detalla aspectos conceptuales, definiciones, factores de riesgo, instrumentos y métodos de pesquisa de la fragilidad, para articular medios y recursos disponibles en el primer nivel de atención y en la atención especializada “en torno a una mejor gestión de casos en territorio”.

Entendiendo que “la pesquisa es una etapa clave que contribuye a mejorar la capacidad y resolución del primer nivel de atención y su coordinación” con respuestas especializadas en geriatría, la guía detalla escalas “aplicables tanto en la comunidad como en entornos hospitalarios”, para captar personas mayores, especialmente aquellos prefrágiles y frágiles, en el marco de estrategias específicas.

También contempla otros puntos como fragilidad vinculada a nutrición y remarca aspectos específicos de la valoración nutricional en la “persona mayor frágil”. En este punto aporta a los profesionales de la salud herramientas “sencillas y rápidas de cribado de malnutrición” que permiten predecir situaciones de riesgo nutricional y aproximarse al diagnóstico de fragilidad contribuyendo a la captación e intervención más precoz y oportuna.

Por otra parte, contiene una serie de puntualizaciones con pautas y recomendaciones generales para la atención a personas mayores frágiles. El objetivo es explicar que “fragilidad en la persona mayor merece un modelo de atención específico y diferenciado”, que debe coordinarse con los sistemas de salud tradicionales.

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