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Voluntarias en la Fundación Canguro.

Foto: Federico Gutiérrez

Fundación Canguro: lo fundamental de la nutrición afectiva en los primeros días de vida

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Desde 2016 acunan a bebés de contextos vulnerables que nacen en el Pereira Rossell.

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Leído por Abril Mederos.
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Desde julio de 2016 en el Centro Hospitalario Pereira Rossell (CHPR) existe Fundación Canguro. Primero funcionaba en la sala de maternidad y ahora cuenta con un espacio propio; acunan durante los primeros días de vida a los bebés que nacen en el hospital y que tienen un contexto familiar crítico. El principal objetivo de la fundación es que además de la atención clínica reciban afecto y atención. Hasta ahora han pasado alrededor de 600 recién nacidos por el espacio y la mayoría de los primeros bebés que pasaron por la fundación, al crecer, la siguen visitando junto a sus familias.

“Era voluntaria en Cevip, un centro de 24 horas del INAU [Instituto del Niño y Adolescente de Uruguay] y notaba que los bebés llegaban con dos o tres meses, entonces me empecé a cuestionar cómo estaban antes”, contó a la diaria Pamela Moreira, directora y fundadora de Fundación Canguro. Luego de averiguar, Moreira descubrió que los bebés pasaban sus primeros días, incluso los primeros meses, en el Centro Hospitalario Pereira Rossell, en cuidados moderados, bajo el cuidado del personal de enfermería.

Al entender que el componente afectivo es fundamental durante los primeros meses de vida, Moreira se acercó al hospital y gestionó su plan de comenzar a acunar y dar afecto a los recién nacidos mientras permanecían en cuidados moderados. “El hospital tenía la falta, y los primeros que conformamos el grupo teníamos la voluntad de cumplir ese rol, así que nos juntamos y empezamos a ir”, recordó. Al principio, los voluntarios o “las y los canguros”, como se autodenominan, apenas eran 20. “Desde el comienzo hubo una buena recepción del hospital, sobre todo de Daniel Borbonet, el director del departamento de Neonatología”, resaltó Moreira.

Luego, quisieron dar un paso más y gestionaron su propio espacio, el mismo que usan ahora y que luce nuevo –porque se reformó en 2020–. “Con el paso del tiempo fuimos cambiando y nos trasladamos a nuestro espacio porque estar en esa sala [de cuidados moderados] nos limitaba mucho: al compartirla con bebés con patologías, los demás se contagiaban, entonces conseguimos nuestro espacio”, explicó.

La sala de la fundación cuenta con un espacio con ocho cunas, una adaptación en el medio para estimular a los recién nacidos, pizarras que contienen las necesidades específicas de cada uno, como la cantidad de alimento que toman o lo que les gusta y hace sentir cómodos. También una cocina para preparar el alimento, dos baños, espacios para lavar y acondicionar la ropa, cambiadores y una sala de reuniones. En el espacio de los bebés suena la misma música las 24 horas del día. “El sector está adaptado para los bebés y para las familias que se acercan y están con ellos. Tenemos un protocolo muy respetuoso que hace a su confort, por ejemplo la música, para que a pesar de que varias veces al día cambian de canguro igual puedan sentir que están seguros, en el mismo espacio”, detalló Moreira.

Además, la fundación creó una sala de lactancia. “Otra de las necesidades que detectamos era que el alimento les llegue a los que están con nosotros y a los que están en cuidados moderados o intensivos”, acotó. Por eso, un piso más arriba de la fundación se ubica la sala de lactancia, que está abierta desde las 9.00 hasta las 21.00 y brinda los elementos necesarios para que las madres que se acercan puedan extraerse leche. También la atienden voluntarias de Fundación Canguro, que reciben formación en lactancia.

Los recién nacidos del Pereira Rossell que ingresan a la fundación son los que tienen el alta médica, pero si el equipo del CHPR detecta una fragilidad en el entorno familiar que podría entorpecer su cuidado, lo informa al juez de familia. “La vulnerabilidad familiar puede tener que ver con consumos, depresión, una madre en situación de calle. Se puede sumar la situación de un padre ausente, entre otras cosas”, agregó Moreira.

Mientras se desarrolla el proceso judicial, los recién nacidos quedan al cuidado de la fundación. Luego, después de un promedio de 30 días, en el egreso pueden darse varias situaciones: “Se van con familiares que, al enterarse de su existencia, desean hacerse cargo; se van con familias de acogimiento o son institucionalizados por el INAU, a pedido del juez”. Cualquiera de ellas son situaciones transitorias, “mientras se termina de evaluar el futuro definitivo del bebé”, detalló.

Lo que también sucede muchas veces es que la madre, que al principio no deseaba o no estaba en las condiciones aptas para cuidar a su hijo, termina queriendo hacerlo. “A veces se acercan mamás que plantean no querer hacerse cargo de su hijo, pero luego acá las acompañamos y contenemos. Ninguna se va igual a como entró, eso también es parte de nuestro rol”, fomentamos “otra forma de criar”, contó Moreira. “Cuando la mamá está presente ella sostiene al bebé y nosotras a ella”, graficó. Para ingresar a la fundación, los familiares, sea la mamá o no, no tienen horario. “Estamos para recibirlos, nos parece que priorizar el vínculo con el núcleo familiar es fundamental”, acotó Moreira.

Lo fundamental del cuidado

Moreira habló sobre la importancia de la nutrición afectiva de la madre o de “un cuerpo que sostenga” luego del nacimiento, y la visión social que eso tiene. “Cuando uno entiende lo que sucede en el cerebro del bebé al dejarlo en la cuna sin atender sus necesidades afectivas, no se vuelve atrás”, opinó. También explicó que desde la posguerra hasta ahora son diversos los estudios que demuestran que “un bebé privado del cuidado afectivo, en situación de hospitalización, sufre daños irreparables en su desarrollo”, según Moreira.

Esto sucede porque “cuando un bebé nace está preparado para ir al encuentro con el cuerpo de su madre, cuando ese cuerpo no está y tampoco hay nadie que lo sostenga, asume que ingresó en un medio que no es el esperado”, puntualizó. Por otra parte, agregó que eso genera mecanismos de defensa en el recién nacido porque empieza a buscar mecanismos para lidiar con el estrés que genera no tener a su mamá. “Pueden tener una depresión severa. Todo lo que tiene que suceder naturalmente en el desarrollo de ese bebé deja de suceder porque para un recién nacido no hay peor estrés que estar privado del afecto”, “acunar tiene un efecto directo en el desarrollo de un bebé, por ejemplo, para desarrollar vínculos de apego seguros”, detalló Moreira.

Además, consideró que “hay un paradigma cultural que interpreta la carencia de afecto o las necesidades del bebé como un capricho y eso no es así: un recién nacido no tiene la capacidad de razonar o manipular a un adulto”. Por eso, con esa base como misión de Fundación Canguro, Moreira deseó que “ojalá en el futuro eso se cuestione cada vez menos, se entienda que el apego es fundamental para la vida y que se priorice a las infancias dándoles lo que necesitan”. En resumen, los principales objetivos de la fundación son que el bebé egrese del hospital con una buena salud integral, buena adaptación al entorno, estado de ánimo y descanso saludable, y reducción de algún tipo de daño a consecuencia de la hospitalización.

La misión es posible gracias a los voluntarios que acunan las 24 horas del día, los 365 días del año. “Lo que nos une a todos es la conciencia social, sabemos que los bebés y las familias necesitan ese apoyo”, resumió Moreira. Agregó que las y los canguros son voluntarios que sin importar feriados, días festivos o cualquier circunstancia que se presente, asisten a la fundación con total compromiso, que es lo que fundamentalmente los une al espacio. “Sabemos que si faltamos, los bebés son los más perjudicados”, subrayó. Los voluntarios se inscriben en el CHPR o en la página web de la fundación y el único requisito es ser mayor de 18 años.

Luego y según la demanda que haya, son convocados a una serie de evaluaciones que, de aprobarse, culminan en que la persona se compromete en acunar a los bebés una vez a la semana durante cuatro horas diarias. Firman un único contrato y en caso de que tengan que dejar su lugar, quedan en una lista de espera preferencial por si en algún momento pueden regresar.

El vínculo de los “bebés canguro” rara vez termina cuando egresan; de hecho, ellos y sus familias suelen quedar en contacto. “Nos invitan a los cumpleaños, quieren venir a festejar acá”, contó Moreira, y agregó que incluso hay niños que te dicen “su nombre y su apellido y que fue canguro, es una característica más de ella”.

En cuanto al futuro de la fundación y a la expansión del voluntariado, Moreira adelantó que así como hace alrededor de un año se sumaron al Hospital de Maldonado, en el que encontraron “personal de salud abierto a recibir apoyo, en un contexto bastante parecido al del Pereira”, planean poder expandirse a las maternidades de otros hospitales del país. “Siempre que haya interés, vamos a llegar. En el caso de Maldonado enseguida se anotaron voluntarios y cubrimos todos los turnos”, agregó. Por último, dijo que a la brevedad la fundación llegará a más hospitales del interior del país.

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