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Actividad por la semana del parto respetado, el jueves 19 de mayo en el Hospital de Clínicas.

Foto: Federico Gutiérrez

La historia del parto respetado en el Hospital de Clínicas y las prácticas recomendadas para lograrlo

6 minutos de lectura
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En la Semana Mundial del Parto Respetado, distintos especialistas hablaron sobre cómo aliviar el proceso para las madres y la importancia de la tarea médica en esa instancia.

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“El nacimiento es sagrado, ¡no más violencias!” es el lema de la Semana Mundial del Parto Respetado 2022. En el marco de esa concientización, el Hospital de Clínicas de la Universidad de la República (Udelar) llevó a cabo varias actividades, como este jueves una jornada de extensión abierta al público en la que diversos especialistas vinculados a la ginecología y la natalidad, junto a estudiantes de la institución, se refirieron a la historia del parto respetado dentro del Hospital de Clínicas y las acciones de los equipos de salud para que el nacimiento sea una instancia de respeto para las familias.

“Juan José Crottogini fue quien introdujo el parto sin dolor al país en 1962, también el respeto a la maternidad desde un abordaje científico y una implementación de diversos controles durante el embarazo”, recordó en la actividad el neonatólogo y pediatra José Díaz Rosello. En aquel entonces, en el Hospital de Clínicas se fundó una línea de atención vinculada a la maternidad, que continúa hasta hoy.

Díaz Rosello continuó rememorando que después de Crottogini, el experto en perinatología Roberto Caldeyro Barcia “generó un nuevo modelo de atención perinatal hace 50 años, cuando incorporó un equipo de enfermería neonatal y médicos pediatras” que se dedicaban a dar continuidad desde el momento del parto hasta el alta de la familia. La sala conjunta para la madre y el hijo se creó en el Hospital de Clínicas en 1972.

Además de un equipo de profesionales y la capacidad de que permanecieran en el espacio el recién nacido con su madre, el área contaba con un esquema de continuidad para bebés con y sin complicaciones. Otras de las posibilidades que brindaba el espacio eran reuniones en las que la madre que se iba de alta le contaba a la que llegaba cómo era el proceso luego del ingreso al hospital. “Se cumplen 50 años de una primera propuesta en la que los profesionales trabajaron en conjunto e igualdad de condiciones por la primera sala de alojamiento del Hospital de Clínicas”, resumió Díaz Rosello.

Remarcó que el espacio no era sólo para usuarias con carencias ni únicamente para quienes se atendían en la salud pública. “La esposa de Caldeyro Barcia optó por tener a su hija en el hospital universitario”, recordó. “No sabíamos nada de cuidados parentales y de crianza. Hemos recorrido un largo proceso, fuimos pioneros y también por eso valoramos estas reuniones de extensión en las que repasamos y continuamos trabajando”, evaluó Díaz Rosello.

En su exposición también repasó algunos estudios -en los que participó o que ideó- sobre la importancia del contacto de la madre con el recién nacido para un buen desarrollo de la maternidad y del bebé. Según Díaz Rosello, en los inicios de la neonatología en el mundo, alrededor de 1970, los bebés eran separados de sus madres luego de nacer y los llevaban a una sala en la que se los podía observar a través de un vidrio. “Pero a partir de 1970 y en los años siguientes, a la par de lo que pasaba en Uruguay, se empezó a tomar conciencia de los múltiples beneficios que tiene el contacto entre la madre y el bebé”, explicó Díaz Rosello.

En el siglo XXI esos beneficios se profundizaron por medio de diversas investigaciones que explican la interacción del bebé con la madre y el padre, las consecuencias de la estimulación temprana, más lo fundamental del contacto físico; y eso se puede comprobar “incluso, dentro de los primeros cuatro años de vida”, acotó Díaz Rosello. Por último, haciendo referencia a otro de los trabajos académicos en los que participó y en resumen de su bagaje histórico, concluyó que “cuando nace un bebé nace una madre”.

La vigencia del concepto

Aunque puede entenderse que el parto respetado es un concepto nuevo o “moderno”, la ginecóloga Luciana Miranda puntualizó que en 1981 Caldeyro Barcia definió el parto respetado y la asistencia del recién nacido destacando la importancia del acompañamiento de la embarazada, la preparación previa de la madre, así como la libertad, el movimiento y el contacto con el bebé desde la primera hora de vida.

También recordó que en 1985 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la condición de embarazo no es una enfermedad. Luego también hubo una transformación en el modelo de atención, con leyes que hacen a la defensa de la salud y a los derechos de la salud sexual y reproductiva, que trajo un reflote de los conceptos por medio de buenas prácticas que asocian la experiencia asistencial con la evidencia científica.

Luego, la ginecóloga pasó a las cuestiones asistenciales que en la práctica hacen al parto respetado. “Informar lo que la paciente y su acompañante necesiten saber, registrarlos y hacer un monitoreo del bienestar físico y emocional de la mamá”, son algunas de las estrategias globales que la OMS estableció los últimos años. Agregó otras prácticas, como incentivar las posiciones en las que se efectúe el parto, sobre todo, alentar las posiciones verticales, evitar el esfuerzo de pujo prolongado y no estimular antes de que la paciente tenga el reflejo de pujar. Según Miranda, el acompañamiento y la libertad de movimiento reducen el trabajo de parto y la necesidad de aplicar analgesia.

También se refirió a otras cuestiones que hacen al bienestar de la mamá durante las diferentes etapas del trabajo de parto. “No hay evidencia de que consumir líquidos o alimentos durante el trabajo de parto sea algo perjudicial”, aclaró la ginecóloga. A su vez, remarcó la importancia del respeto y el silencio durante el procedimiento, que se logra reduciendo los equipos de salud presentes en la sala e intentando que, si todo se desarrolla con normalidad, la mamá y el bebé sean manipulados por uno o dos profesionales. Concluyó que aunque se puede complicar, la tarea del equipo de salud es que la experiencia sea lo más reconfortante posible mediante las herramientas que estén disponibles.

El parto y la analgesia

Uno de los puntos que muchas veces se ponen en discusión al hablar de un parto son los métodos de estimulación, el preparto y la forma en la que se maneja la situación. Para controlar el dolor que la instancia le genera a la mamá existen métodos no farmacológicos y farmacológicos.

Sobre los métodos no farmacológicos expuso Katia Caviglia, obstetra partera y asistente clínica de la escuela de parteras del Hospital de Clínicas. “El método a utilizar para calmar el dolor se valora en conjunto en base a lo que la mamá necesita”, explicó Caviglia. Específicamente en cuanto a los métodos no farmacológicos, añadió que todos son de bajo costo: acompañamiento, masajes, utilización de pelotas, o duchas -que se están intentando implementar en el Hospital de Clínicas- por el beneficio que aporta el agua tibia al alivio.

También mencionó métodos como el libre movimiento, talleres de preparación o música que genere placer. “Al principio del trabajo de parto es recomendable ir con el alivio no farmacológico y evaluar el dolor a medida que avanza el proceso”, añadió. La especialista incentivó a los profesionales y a las usuarias a considerar posiciones que resulten cómodas, por ejemplo, valorar que estar acostada no es la única manera posible de estar en una camilla. “Hay que construir un ambiente cálido para el nacimiento y entender que de todas maneras eso no exime que sea una experiencia dolorosa”, y aunque “muchas mujeres piensan que son más o menos madres a la hora de utilizar anestesia no lo son, porque es una experiencia subjetiva que experimenta diferentes grados de dolor”.

Para las mamás a las que los métodos farmacológicos no les resulten suficientes para apaciguar el dolor que genera el parto existe la posibilidad de solicitar anestesia. Sobre eso habló la anestesista Laura Illesca. “Ofrecemos a las mamás la analgesia epidural, que es una técnica específica que saca o disminuye el dolor durante el parto hasta volverlo tolerable, aunque las contracciones se mantienen igual”, explicó.

Illesca agregó que la única indicación para aplicarla es el dolor materno; de la misma manera, la decisión de la mamá puede ser el motivo para no aplicarla. Detalló que la anestesia no se puede aplicar cuando la madre recibe anticoagulantes o tiene una enfermedad por la cual la sangre no coagula, y que alguna infección grave en el lugar donde se punciona también podría impedir la aplicación.

“Se realiza en sala de nacer o sala de parto. La posición durante la aplicación es fundamental, la mamá debe estar sentada y lo más inmóvil posible. Es fundamental la comunicación con la mamá para conocer la sensación que está sintiendo en los cinco o diez minutos que demora el proceso”, detalló. El catéter epidural queda colocado en la espalda, pegado a la piel, pero le permite hacer todos los movimientos necesarios.

La anestesista también recordó que hace unos años la anestesia generaba mucho bloqueo motor, la mamá no podía mover las piernas, lo que se relacionaba directamente con las dosis que se aplicaba, pero en la actualidad “se utilizan dosis bien diluidas que calman el dolor pero permiten la movilidad de la madre”. En cuanto a las complicaciones, manifestó que aunque pueden suceder, es raro, y se contabiliza una cada 500.000 casos.

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