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Obra en construcción en el barrio Cordón, Montevideo (archivo, junio de 2020).

Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS

En 2022 habrá 21 millones más de desempleados que en 2019, según previsiones de la OIT

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Las perspectivas son más negativas para América Latina y el Caribe y para Asia Suroriental.

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Leído por Abril Mederos.
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“Es probable que en los próximos años siga siendo difícil para gran parte del mundo volver al rendimiento previo a la pandemia”, dice el informe Perspectivas sociales y del empleo en el mundo. Tendencias 2022, que publicó la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El documento asegura que la pandemia generada por la covid-19 “dominó la economía mundial por segundo año en 2021, lo que ha impedido una recuperación plena y equilibrada de los mercados de trabajo”. El ritmo de recuperación dependerá del grado de contención de la enfermedad y varía según la zona del mundo. “Sin embargo, cada nuevo brote trae consigo retrocesos”, dice el texto.

La OIT estima que en 2022 el total de horas trabajadas en el mundo se mantendrá casi 2% por debajo de su nivel prepandémico, “lo que corresponde a un déficit equivalente a 52 millones de puestos de trabajo a tiempo completo (tomando como referencia una semana laboral de 48 horas). Se prevé que el desempleo mundial se sitúe en 207 millones en 2022, es decir, que supere su nivel de 2019 en unos 21 millones”. La recuperación depende del grado de ingresos de los países: en los que tienen un índice bajo o medio la recuperación fue menor a la de los países de las economías más ricas; esto se debe al grado de alcance de la vacunación y al menor margen de maniobra presupuestario de los países en desarrollo.

“En general, los indicadores clave del mercado de trabajo aún no han vuelto a los niveles anteriores a la pandemia en ninguna de las regiones: África, las Américas, los Estados Árabes, Asia y el Pacífico, y Europa y Asia Central”, y las proyecciones señalan que seguirá siendo difícil hasta 2023. “Europa y el Pacífico serán las que más se acerquen a ese objetivo, mientras que las perspectivas son más negativas para América Latina y el Caribe y para Asia Suroriental”, afirma la OIT.

Una de las realidades que están impidiendo la recuperación es el alto grado de informalidad, porque las empresas de estas características no han podido acceder a las líneas de crédito o apoyo del gobierno; por esto las personas más necesitadas no accedieron a estos beneficios, generando una mayor desigualdad. Además, “las empresas más pequeñas han experimentado un mayor descenso del empleo y de las horas de trabajo que las más grandes”.

Las economías que han tenido más dificultades para adaptarse a la volatilidad de la demanda fueron las de los países en desarrollo que exportan bienes o productos básicos cuya elaboración requiere mucha mano de obra; en tanto las que dependen del turismo están muy resentidas por el cierre de fronteras.

“La pandemia ha llevado a millones de niños a la pobreza, y las recientes estimaciones sugieren que, en 2020, 30 millones de adultos más cayeron en la pobreza extrema (es decir, vivieron con menos de 1,90 dólares de los Estados Unidos al día en términos de paridad de poder adquisitivo) y no tenían un trabajo remunerado. Además, el número de trabajadores en situación de pobreza extrema –trabajadores que no ganan lo suficiente para mantenerse a sí mismos y a sus familias por encima del umbral de pobreza– aumentó en ocho millones”, asegura la OIT.

En cuanto a la recuperación, el texto señala que “el aumento de los servicios en línea, el incremento vertiginoso de los costos comerciales y los cambios provocados por la pandemia en la oferta de mano de obra han creado cuellos de botella en la industria manufacturera”, y esto es un impedimento para que el mercado vuelva a ser lo que era antes del coronavirus. Además, la renta se redujo por el aumento de precios que no fue acompañado por el de los ingresos. “Si hay indicios de expectativas de aumento de la inflación, es de esperar que se multipliquen los llamamientos para que la política monetaria y fiscal se endurezca a un ritmo más rápido”, sostiene el informe.

En cuanto al empleo, el texto afirma que muchas personas abandonaron su trabajo y no se han reincorporado al mercado, “por lo que el nivel de desempleo no refleja del todo las repercusiones de la crisis sobre el pleno empleo. Se prevé que la tasa de actividad, que registró un descenso cercano a los dos puntos porcentuales entre 2019 y 2020, se recupere parcialmente hasta situarse justo por debajo de 59,3% en 2022, es decir, cerca de un punto porcentual por debajo de su nivel de 2019”. Se espera que el empleo femenino, que se redujo mucho en la pandemia, empiece a recuperarse, pero seguiría por debajo del masculino. “La disparidad es más acusada en los países de ingresos medianos altos, donde se prevé que la tasa de empleo de las mujeres en 2022 sea 1,8 puntos porcentuales inferior a la de 2019, frente a una diferencia de sólo 1,6 puntos porcentuales en el caso de los hombres”, pero a esto se suma que las mujeres tienen una tasa de empleo de 16 puntos porcentuales por debajo de la de los hombres.

La OIT dice que para una recuperación centrada en las personas deberá haber crecimiento económico y desarrollo inclusivo, protección de todos los trabajadores, protección social universal y diálogo social. Además, “las políticas macroeconómicas no podrán limitarse a un papel anticíclico y a tratar de limitarse sin más a volver a los resultados anteriores a la crisis, ya que así no se solucionarían los déficits de trabajo decente”.

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