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Obra de teatro a cargo de los alumnos del liceo 46, de Paso de la Arena. Foto: Alessandro Maradei

Suban el telón

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Son utileros, escenógrafos, actores, guionistas, directores y vestuaristas. Los estudiantes de tercero del liceo 46 de Paso de la Arena lo hacen todo. La muestra de fin de año fue el viernes. Ante un auditorio lleno de compañeros, docentes y familiares se estrenaron seis obras, algunos clásicos del teatro nacional y otras escritas desde cero por los estudiantes. La idea fue presentada por los profesores de literatura Matías Rótulo y Lucía Falero, pero tomó impulso y se hizo realidad en los grupos de jóvenes, de entre 14 y 15 años.

La perla y Familia tipo son las obras que surgieron de la pluma de los estudiantes a partir de procesos de improvisación. El logro del pato es una fusión entre un trabajo de Mauricio Rosencof y Adela Basch. El desalojo y Canillita fueron las obras de Florencio Sánchez elegidas para interpretar en la muestra, y cerró la jornada una versión 2.0 del clásico shakesperiano Romeo y Julieta, que incluía canciones y un diálogo bilingüe de inglés y español, producto de la escritura creativa de Rótulo.

“Yo trabajé en Familia tipo, que habla sobre la homosexualidad y qué pasaría si una joven a quien le gustan las chicas se lo dice a sus padres. Un par de compañeras plantearon la obra y el tema, y a todos nos gustó, porque vemos que esa es la realidad. Ellas escribieron la obra, otra compañera la dirige, otros actuamos e hicimos la escenografía”, comentó a la diaria Franco, de 15 años. Romeo y Julieta es “una de las mejores obras que hicimos”, aseguró Rocío, también de 15 años; para ella el trabajo comenzó cuando Rótulo presentó el texto en la clase que dicta en dupla con la docente de inglés: “Ahí empezamos a dividirnos los roles: actores, directora, el vestuario, las luces; todo lo hacemos nosotros, con la ayuda de los profes. Después sólo tuvimos un mes de ensayo, porque ya teníamos algo de experiencia con las otras obras que hicimos”.

La preparación para la muestra de fin de año empezó en marzo. “Para este año la apuesta fue un poco más grande que el año pasado, porque decidimos trabajar teatro desde el arranque. Desde el punto de vista creativo fue un proceso súper enriquecedor, pero también desde el punto de vista del vínculo entre los chiquilines, en cada grupo, en cada turno, y también interturno, porque hacíamos salidas al teatro con todos los compañeros”, afirmó Falero. En esta línea, Rótulo comentó que el trabajo generó que “algunos estudiantes se destacaran como líderes positivos, que se generara un gran compañerismo, se organizaran para hacer cosas, compartieran opiniones, se diera el intercambio”. Ejemplo de esto son los terceros de la tarde: “Los grupos estábamos muy conectados. Los tres terceros teníamos que hacer una parte de la obra, tuvimos que tener mucha coordinación y colaboración entre todos”, destacó Rocío.

Cuando las luces se apagaron y la puerta se cerró, ya no se podía entrar al auditorio: “La obra ya empezó, los compañeros están actuando y no se puede entrar”, explicó la subdirectora, que supervisaba la entrada. Todos estaban en sus puestos, el sonido de los equipos de Plan Ceibal ya se había probado, los actores estaban caracterizados y todo el público estaba expectante por el comienzo. El teatro es algo que todo el liceo 46 se toma en serio: “A mí me gusta decir que somos un ciclo básico artístico. Tenemos un gran coro, hacemos actividades culturales de todo tipo, somos un liceo donde el arte está muy presente”, declaró el profesor.

Mejor de a dos

Este año, en el liceo de Paso de la Arena, el plantel docente decidió empezar a trabajar en duplas. Cuando se acomodaron los horarios y los salones, Rótulo comenzó a tener sus clases junto a Nicole Peralta, docente de inglés, circunstancia que permitió que Romeo y Julieta terminara en una versión bilingüe. Para el profesor de Literatura la opción de trabajar en dupla significa “conocerse con el otro, vernos dar clase, compartir materiales y experiencias, y hacer proyectos juntos”. “Le dije a la profesora de Inglés que nunca había hecho algo con teatro, que quería hacer una obra con los chiquilines en inglés, y me dio para adelante. Lo planificamos muy bien y nos dimos cuenta de que funcionaba”, contó.

Entre los logros de esta modalidad de trabajo, Rótulo destacó que comenzaron el año con grupos que tenían “una base floja” en el idioma extranjero, pero que terminaron “actuando en inglés, pronunciando y escribiendo bien”. De todos modos, esta modalidad de trabajo presenta varios desafíos: “Cederle la clase a un colega es complicado. Venimos de un mundo en el que se trabaja solo y, de un momento al otro, viene otro y es tan dueño de la clase como vos; estamos los dos al mismo tiempo dando la clase, entonces eso requiere ponerse de acuerdo. El trabajo en dupla implica que los estudiantes vean otro formato de clase, con dos docentes”, señaló.

Para los estudiantes el trabajo en duplas también es nuevo y, en principio, lo consideran positivo. Rocío sostuvo que “Literatura ya era una materia nueva, y esperábamos que fuera mucho más difícil. En realidad fue re divertido y re llevadero. En cuanto a Inglés, fue distinto y mejor; los años anteriores se hacía mucho énfasis en la escritura, mientras que este año la profesora se tomaba el tiempo para ayudarnos en la pronunciación, para que la obra saliera bien. Las dos clases nos gustan, porque hacen las cosas diferente y podemos ver a los profesores desde otro punto de vista cuando están trabajando juntos”.

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